En la Ciudad de México, José Alfredo se hizo un cantautor reconocido a nivel nacional y sus pasos por la capital chilanga y sus amistades así lo comprueban. Llegó como un niño que tuvo que abandonar la escuela para trabajar como mesero, pero su talento y habilidad para relacionarse lo llevaron a los principales escenarios y a ganarse el cariño del pueblo mexicano.
Anécdotas de José Alfredo en la ciudad existen, como la canción de “El caballo blanco”, ese animal que salió un día de Guadalajara y que llevaba el hocico sangrando, en realidad era un automóvil Ford blanco que andaba en la calle Guadalajara en la colonia Roma y que siempre se descomponía. El noble jinete que se fue a puro pelo, es el mismo José Alfredo, quien tenía que regresar caminando a casa.
La Ciudad de México guarda la ruta que llevó a este cantautor al estrellato, y a unos días de recordar los 40 años de la muerte de José Alfredo Jiménez compartimos algunos lugares, amigos y pasajes fundamentales en la vida de “El hijo del pueblo” en el Distrito Federal.
Llegada a la capital
José Alfredo nació y vivió sus primeros años en Dolores Hidalgo, Guanajuato, pero tras la muerte de su padre al cumplir 10 años llegó a la Ciudad de México con su tía Cuca para alquila un cuarto sencillo en la calle Ciprés en la colonia Santa María La Ribera, donde después abrirían una tienda de abarrotes. Después de mudaría a la calle Chopo. De adulto vivió en la calle Amores en la colonia Del Valle.
Su primera aula
La primera y única escuela que conoció José Alfredo Jiménez fue el colegio Franco Inglés, ubicado en la calle Calle Sadi Carnot en la colonia San Rafael, donde entabló amistad con José Gabilondo Soler, quien era hijo de “Cri-Cri”. Únicamente terminó la primaria, ya que las necesidades económicas lo forzaron a abandonar la escuela y comenzar a trabar como mesero. Tampoco estudio música ni sabía tocar ningún instrumento.
Primer escenario
A la par de su trabajo como mesero en el restaurante de antojitos “La Sirena” por el rumbo de San Cosme, comenzó a cantar ese mismo establecimiento con el grupo Los Rebeldes con Jorge Ponce (hijo del dueño del restaurante), los hermanos Enrique y Valentín Ferrusca, también eran contratados para llevar serenatas. En el local de comida fue descubierto Andrés Huesca, quien lo introdujo a la industria del espectáculo. Años después con reconocimiento público de su talento llegaría a escenario como el Teatro Blanquita sobre Eje Central Lázaro Cárdenas número 16, hasta lugares como el desaparecido Centro Nocturno “La Fuente”, ubicado en Insurgentes Sur 890 esquina con Diagonal San Antonio.
Primer éxito
La primera canción que le grabaron a José Alfredo fue “Yo”, pero no con su voz sino con la de Andrés Huesca y sus Costeños en el edificio RCA Víctor (hoy Torre Musart) en la avenida Cuitláhuac en la colonia San Salvador Xochimanca. El tema “Yo” dice: Una gitana leyó en mi mano que con el tiempo me adorarías, esa gitana ha adivinado pero tu vida ya no es la mía. Yo que tanto lloré por tus besos, yo que siempre te amé sin medida, hoy solo puedo brindarte desprecios. Andrés lo presentó con Mariano Rivera Conde, director artístico de la disquera, quien los escuchó para luego llamarlo a grabar sus propios temas. Pedro Infante, Lola Beltrán, Lucha Villa, Miguel Aceves Mejía y Chavela Vargas, fueron algunos de los artistas que grabaron sus canciones.
Debut en la radio
En 1948 cantó por primera vez en la XEX (730 AM) y más tarde en los estudios de la XEW (900 AM), ubicados 16 de septiembre número 23, ya tenía canciones como “Ella”, “Un día nublado”, “Mi despedida”, “Como un criminal” y “El Vencido”. La radio lo ayudó a posicionarse en el gusto del público y a ganar fama como cantautor.
Bohemias en Coyoacán
José Alfredo Jiménez compartió noches de bohemia y tequila con Emilio “El Indio” Fernández en su Casa-Fortaleza ubicada en Zaragoza número 51 esquina Dulce Olivia en el Barrio de Santa Catarina en Coyoacán. Este inmueble es un museo y hace unos días su hijo de José Alfredo Jiménez prestó un chaquetón y sombrero charro que pertenecieron a su padre para ser exhibidos durante la ofrenda dedicada a los músicos que visitaron ese domicilio. Otros músicos que pasaron por esos muros fueron Amalia Mendoza “La Tariacuri”, Agustín Lara, Jorge Negrete, Carlos Chávez, Miguel Aceves Mejía, , Cuco Sánchez y Lola Beltrán.
Vaciar el Tenampa
Aunque compañeros de parranda y serenata, José Alfredo y Chavela Vargas nunca llevaron “gallo” a Frida Kahlo quien tuvo un romance con “La Chamana” en los años cincuenta y las parrandas con “El hijo del pueblo” comenzaron en los años sesenta.
Plaza Garibaldi y el Tenampa eran lugares obligados para terminar las noches de romance, hasta secar el Tenampa, no dejar viva ninguna botella de tequila, pero acompañados del mariachi para cantar “Vámonos”, canción de José Alfredo y que Chavela interpretaba porque se sentía identificada y exaltaba su orgullo homosexual: Vámonos, donde nadie nos juzgue, donde nadie nos diga, que hacemos mal. Vámonos alejados del mundo, donde no haya justicia, ni leyes ni nada, nomás nuestro amor… El Tenampa fue importante por eso lo mencionó en algunas canciones. Luego de la fiesta llegaban a casa de José Alfredo a las tres de la mañana, lo que molestaba a su esposa Paloma por el escándalo que hacían…