Fuimos a la peregrinación de 100 años de pulqueros mexicanos
Nos unimos a la famosa peregrinación del pulque entre cuetes, santos, cantos, tambores y trompetas hacia la Basílica de Guadalupe.
Por: Paola Loera
“El pulque es vida y devoción”, dice Luis Salgado, Coordinador del Museo del Pulque y las Pulquerías, mientras avanzamos entre cantos, cuetes y santos hacia la Basílica de Guadalupe. La celebración es a lo grande, hoy se cumplen 100 años de la peregrinación del pulque, un recorrido que congrega al gremio pulquero del Valle de México para honrar a Mayahuel —diosa del maguey— y agradecer lo recibido en el último año. Sí, el pulque es vida, y nosotros venimos a beberlo a sorbitos para gozarla.
Las raíces de la peregrinación del pulque
Vámonos despacio. Para comprender esta tradición es necesario tener una visión holística de las cosas en el sentido de que ningún evento es aislado, sino que forma parte de un todo. Desde la época prehispánica, el pulque ha sido depositario de deidaes, creencias y diferentes rituales; más allá de ser un alimento —aunque se bebe, posee varias propiedades nutrimentales y genera saciedad— está intrínsecamente ligado a la cosmogonía mesoamericana. Por ejemplo, la tlauana o la fecha cetécpatl, está dedicada a los “hacedores” del pulque, también a los valientes guerreros que marchaban hacia una muerte gloriosa se les daba a beber octli —pulque en náhuatl— en una comunión espiritual. La embriaguez ritual era aceptada por la sociedad pues poseía simbolismos rituales.
Tras la conquista española comenzó un proceso de evangelización del modelo judeo-cristiano con el cual intentaron sublevar a los indígenas mediante el adoctrinamiento religioso y el aculturamiento de tradiciones. Pese al arduo intento de frailes y beatos, jamás se adoptó el catolicismo en su totalidad, sino que se llevó a cabo una peculiar mezcla entre lo mesoamericano y lo español que derivó en la resignificación de ambas ideologías; generando un sincretismo cultural que podemos descifrar a través de simbolismos presentes en fechas, festividades y diversos elementos.
El pulque, por ejemplo, es una tradición que resiste al tiempo y persiste pese a diversos intentos por desacreditarlo —¿te suena la historia de las “muñecas” o fermentación con excremento?—. Su arraigo cultural prevalece gracias al gremio pulquero, el cual se ha dedicado a mantener su consumo mientras comparten las importantes implicaciones culturales de este a través de pinturas, objetos y textos que son apropiados por la sociedad y son símbolo de pertenencia.
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Comunidad tejida con lazos de pulque
Alrededor del pulque se ha tejido una red que incluye colectivos, investigadores, productores, pulquerías, vendedores y familias pulqueras que mantienen la tradición a través de diferentes actividades como la peregrinación del pulque. Esta fiesta representa el mejor ejemplo de la comunidad que se ha construido alrededor del pulque y lo que se puede lograr a través de la unión.
Jorge García Benítez, promotor cultural del pulque, es la tercera generación de una familia pulquera que ha gestionado la peregrinación a través de los años. “Esta es una tradición familiar desde mis abuelos y la hacía a través del sindicato de pulquerías que ya no existe. Cuando este se deshace, mi papá la retoma para que no muera la tradición. Así fue hasta, más o menos 1996, cuando él fallece. A partir de ahí la retomo yo. Ya llevo haciéndola 11 años”, cuenta con gran orgullo. “De los de antes ya todos fallecieron se siente bien poder hacerlo. Ahora están mis hijos, ellos son los que vienen cargando la ofrenda y ellos son quienes seguirán la tradición”.
La celebración del Ometochtli
Además de la comunidad, la organización es necesaria para preservar una tradición tan antigua como lo es la peregrinación del pulque. Como tal, la peregrinación se ha llevado a cabo desde 1921, movida principalmente por los productores, posteriormente los sindicatos y hoy en día se han sumado algunas pulquerías, investigadores y otros curiosos que gozan beber este “dulce tormento”. Luis, del MUPYP, ha sido quien nos invitó a formar parte este año en conmemoración del centenario de la fiesta la cual se encuentra de manteles largos: “Estamos de regreso después se un año que no nos permitió celebrar los cien años por la pandemia, además, vienen nuevos proyectos que nunca antes habían venido”.
Si bien existe desde 1921, el recorrido ha cambiado de sede y de fecha a lo largo de los años debido a pequeñas cuestiones de logística que nunca faltan, como encontrar disponibilidad en la Basílica de Guadalupe para la ceremonia. Sin embargo, desde 2015 se ha instaurado el segundo domingo de febrero como el Día Nacional del Pulque, fecha en la que se busca llevar a cabo el simbólico recorrido.
“Un grupo de activistas lograron gestionar el día Nacional del Pulque, dicha fecha se eligió de acuerdo con el Xiuhpohualli del calendario Mexica o Náhuatl, utilizado por los pueblos mesoamericanos. El día Ometochtli —o dos conejos—, es cuando se lleva a cabo”, añade Luis mientras nos muestra la moneda conmemorativa. Como dato curioso, nos platica que se cree que las personas nacidas en el Ometochtli serán borrachas, “Me toca cargar la cruz porque mi hijo nació el 3 de febrero”, se ríe. Borrachas, pero buenas muchachas, cómo no.
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De Peralvillo a la Basílica con Mayahuel en los hombros
El punto de reunión es la glorieta de Peralvillo —nombre popular del camellón que inicia en la estación del Metrobús del mismo nombre—. A partir del medio día comienzan a reunirse los cueteros, la banda, las mayordomías y familias enteras que gustan de festejar el pulque. Cada uno de ellos engalana su marcha con las imágenes que los protegen: santos, figurillas y por supuesto la diosa Mayahuel hecha en barro. Pese a que la reunión es sinónimo de fe y respeto, la fiesta no falta. Aquí las tradiciones se honran con flores, baile y compartiendo el pulque.
La procesión es encabezada por un grupo de chinelos que danzan al ritmo de la banda que les sigue. Después están los diferentes colectivos que han sido parte fundamental para la preservación de esta fecha. Marco Valadez de la Pulquería La Burra Blanca viene cargando a Mayahuel —deidad principal— en los hombros, él es el encargado de coordinar las mayordomías, es decir, a los diferentes grupos participantes y que se encargará de protegerla, celebrarla y organizar sus fiestas hasta la siguiente peregrinación, o sea, durante un año.
La mayordomía de Mayahuel se creó en 2017 adquirida por los Tlachiqueros de Tepetlaoxtoc. Después el Colectivo El Tinacal, la donó para dicha festividad. He sido parte de esta peregrinación casi 6 años, ahora llevo a Mayahuel para hacer el cambio de mayordomía. Esta vez le toca a Singuilucan cuidarla y poner el pulque.
Tradicionalmente la mayordomía que cuida de Mayahuel es quien pone el pulque en la peregrinación. Nosotros salimos ganones, ya que pudimos probar pulque fresco de la Burra Blanca, el cual proviene de Otumba, Estado de México.
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San Juan Parrandero, invitado a la peregrinación del pulque
Entre los peregrinos destaca un singular santo que rompe con los estandartes de la virgen y las imágenes de Mayahuel. Jorge Ugalde carga a San Juan Parrandero, un símil de San Juan Bautista que porta un porro en la boca y baila al ritmo de la tambora. “Venimos de la mayordomía de San Juan Parrandero. Nos invitaron hace 5 años a las festividades de Mayahuel y nosotros aceptamos. Aunque no se reconozca este santo, como a Mal Verde, forma parte de la creencia popular. Él es el señor de las aguas y sin estas no hay cultivos, no hay alimento, no hay vida”. Como un rompecabezas, cada pieza es parte fundamental de este ritual que agradece a la naturaleza y a la vida.
Continuamos el recorrido, calle tras calle, sobre Calzada de Guadalupe. La danza no cesa y cada vez más curiosos con rumbo a la Basílica se van añadiendo a nuestro caminar. Jorge camina junto a sus hijos, quienes cargan a la vírgen y la enorme ofrenda floral que se depositará una vez llegado al santuario. Frente a ellos, el estandarte principal es cargado por unas hermanas que han asistido desde los 10 años a celebrar al gremio que brinda sustento a su familia. Luis nos platica anécdotas de su hijo, quien conoce las tradiciones desde pequeño. La danza no para, aunque no nos conozcamos, existe comunión. El pulque se encuentra arraigado a nuestra historia de formas que pocas veces logramos ver. Esta ha sido la cúspide de la magna celebración.
100 años de la peregrinación del pulque: Resistencia y resignificación
A 100 años de la peregrinación pulqueraprevalece la fe, la comunidad, la reflexión. Asimismo, invita a la unión de un gremio que durante varias etapas de su historia ha sido golpeado. Más allá de una festividad, llana y banal, es la resistencia que salvaguarda un patrimonio intangible que se rige en la memoria de sus articulantes con el pulque como eje central.
La conmemoración de esta festividad refuerza la capacidad que tenemos para encontrar nuestras raíces y apropiarse las tradiciones, resignificarlas, y continuar creciendo en torno a ellas. Como les dijimos al principio, se trata de ver al mundo como un todo, el cual es colectivo y existe interrelacionado.
No importa en lo que creas, aquí les dejamos un pedazo de la oración a San Juan Parrandero, señor de las aguas y fiel acompañante de Mayahuel:
Bendice nuestro pan, fortalece nuestro arado y purifica nuestras vidas con el agua abundante del manantial de tu corazón. Sacia nuestra sed de justicia y enjuáganos el alma, para que a través de su intercesión seamos ríos de agua viva, de modo que, a nuestro paso, reverdezca la esperanza y el amor por la Tierra; por quien te pedimos nos concedas sabiduría para conservarla y cuidarla.