Una leyenda llamada Panchito en el corazón de Tlalpan
Si vives al sur de la Ciudad de México, o bien eres tlalpense de hueso colorado, seguro extrañas a Panchito en el centro de Tlalpan
Por: Elías Leonardo
Desde el 27 de febrero de este año, varios corazones tlalpenses que transitan y laten alrededor del centro de Tlalpan le dieron un lugar especial entre sus afectos a Panchito, un hombre que no fue familiar o amigo suyo y que quizá nunca hizo nada por ellos, sin embargo, lo querían, dándose gran cuenta de eso con su fallecimiento, instante en que muchos comenzaron a extrañarlo. La nostalgia por Panchito en el centro de Tlalpan es evidente todos los días, especialmente los fines de semana.
Sienten su ausencia en fuentes, bancas, jardines y calles estrechas de la zona. Locatarios del mercado público La Paz, trabajadores de establecimientos aledaños y vecinos, manifiestan la sensación de vacío cuando voltean a buscarlo como era la costumbre y caen en cuenta de que ya no está, no obstante ahí sigue.
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Quienes lo conocieron y saben quién fue, se expresan muy bien de su persona. En sus relatos y opiniones no hay cabida a calificativos que denigren su memoria, como tampoco juicios de valor para condenarlo por el destino que lo convirtió en un personaje entrañable dentro de la comunidad, la indigencia.
Panchito era una persona en situación de calle, pero uno atípico al que incluso es descortés nombrarle así aunque sea por referencia. Lo revelador de un mote con que se le identifica de forma respetuosa, “el Sócrates de Tlalpan”, aproxima al hombre que dormía en la calle con un sinfín de leyendas acerca de su pasado.
Panchito en el centro de Tlalpan antes de partir
Previo a ser internado de emergencia en el Hospital de Ajusco medio, clínica donde a la postre moriría, Panchito sorprendió y dejó boquiabiertos a los tlalpenses por unas fotos de él que circularon en redes sociales. En las imágenes se le aprecia bañado, rasurado y con el cabello corto. Atrás había quedado el homeless conocido por estar sucio, barbado y de cabellera tiesa por la mugre.
Lucía contento, sonriente. Era otro, un tipo completamente nuevo. Su innovadora apariencia inquietó también por dos motivos: el salón de belleza al que acudió y la duda del cómo nació ese inesperado cambio. Se trataba de la estética Andrea, ubicada en la calle Triunfo de la Libertad 3C, alcaldía de Tlalpan.
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“Unos vecinos lo encontraron tirado, mal. Lo llevaron al hospital para que lo atendieran. Ya que lo dieron de alta, me lo trajeron. Estaba feliz, me pidió que le quitara la barba y que le dejara limpias sus uñas de manos y pies”, comenta a Chilango la propietaria del establecimiento, Andrea Serna.
¿Intuía su muerte? No se sabe. Algunos tlalpenses perciben esa escala en la estética como la metáfora de una despedida con dignidad que se quiso obsequiar a sí mismo Panchito en el centro de Tlalpan.
Las letras eran su cobija
Panchito en el centro de Tlalpan tenía sus códigos. No mendigaba, ni pedía limosnas. Tampoco molestaba a nadie. Acudía y pedía favores a personas específicas en las que confiaba. Solicitar y recibir ayuda era cuestión de honor para él, por lo que escogía a personas específicas para comer y vestir.
Con lo único que era capaz de doblegar su orgullo fueron los libros. Siempre traía consigo por lo menos uno. Fuera del tema que fuera, le fascinaba leer. A veces lo hacía en voz alta, otras tantas en silencio. Si pegaba duro el sol, buscaba la sombra para continuar atento a las páginas de la novela o ensayo filosófico que tenía en sus manos.
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De inicio a fin, sin saltarse hojas, le brindaba su tiempo a la obra que leyera en clara señal de respeto al autor. Memorizaba todo. En ocasiones se preguntaba y respondía a solas si había entendido lo leído. Fue un tipo culto que jamás despreció un libro.
“Era tranquilo, cero agresivo. No fumaba, no bebía, no tenía vicios. Lo único que le importaba eran los libros. Donde estuviera o anduviera, se ponía a leer”, comparte Andrea Serna.
Mitos y más mitos
Con su partida, la leyenda de Panchito en el centro de Tlalpan reunió un sinfín de versiones respecto a su andar por la vida sin que se llegue a una verdad absoluta. Abogado, científico, matemático, literato, médico y académico, son algunas profesiones que se rumora ejerció.
Al cuestionamiento de por qué se volvió indigente, se cuenta que por culpa de una mujer que le rompió el corazón, que como consecuencia de un desfalco familiar, que por el dolor de haber perdido a un hijo, que por el golpe sufrido tras caer de un árbol, que por torturas perpetradas por una confusión.
Independientemente de la enorme cantidad de ficciones que se construyen en torno a su persona, una coincidencia hila las anécdotas de los supuestos en su pasado: no estaba loco. Sí, fue un hombre lúcido en situación de calle. ¿Entonces qué le motivó a encontrar refugio en la indigencia? Es un secreto que se llevó a la tumba.
Hace falta Panchito en el centro de Tlalpan. El ejemplo más noble y claro para cerciorarse del vacío que dejó son los dibujos que colocan sobre bancas y puertas aquellos niños que alcanzaron a conocerlo en vida sin importarles que fuera un indigente.
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