¿Por qué hay un museo-pirámide-cueva en el Cerro de la Estrella?
Visitamos el Museo Fuego Nuevo en Iztapalapa y además de conocer su cueva, sala permanente y mirador, nos encontramos con un paisaje peculiar.
Por: Redacción mn
Chilango que se respeta anda de pata de perro y en esta ocasión se nos ocurrió subir al Cerro de la Estrella en busca del Museo Fuego Nuevo, encontramos más de lo que te puedas imaginar. ¿Ya lo conoces?, ¡es gratis!
¿Por qué se llama Museo Fuego Nuevo?
Primero lo primero. En la década de los 60 la CDMX no era como la imaginas o recuerdas. Uno podía andar en las reservas arqueológicas y ecológicas que existían, como si nada (Cerro de la Estrella, Culhuacán, Cuemanco, Cuicuilco y demás), los vecinos adoraban caminar en las faldas del cerro y llevarse uno que otro recuerdo a casa —por recuerdo, nos referimos a piezas arqueológicas— Menos uno. Menos un vecino con iniciativa. Esta es su historia.
Fermín “X” que pasea a sus perros religiosamente todos los días en la carretera panorámica, ahora cerrada a los autos, nos cuenta una anécdota que de pequeño le emocionaba: “Nombre, era otra onda. Me gustaba mucho venir con la palomilla y escondernos en las cuevas. Entrábamos a la ‘cueva del diablo’ pensando que te lleva a otro lado. Nunca veíamos ningún demonio, chaneque o bruja, pero sí muchas piezas de obsidiana, había figuritas en todos los barrios, en las nuevas construcciones, sólo era cosa de buscarle” concluye, mientras Pepito el perro que le acompaña hace que el hombre de 62 años apresure su camino a la cima del cerro.
“Pues el museo es relativamente nuevo, lleva como 20 años aquí, todos los vecinos del barrio se organizaron. Había gente buena en los pueblos de Iztapalapa que vino a ver la construcción. Dicen que le pusieron así porque en la punta del cerro se prendía ‘la luz del mundo’, cada 52 años, para evitar la catástrofe mundial”, termina Fermín, que no quiso dar más razones de su testimonio, sepa el “fuego nuevo” por qué, mientras continúa su camino a la pirámide que se conserva en la cima.
Así la historia de Fermín se relaciona con la de este museo. De acuerdo con los archivos acerca del recinto en la alcaldía Iztapalapa y en la página del museo, este predio fue “donado” por las autoridades.
Posteriormente los vecinos organizaron colectas, bailes y hasta participaron en un concurso de televisión para que el museo pudiera exhibir más de 500 piezas prehispánicas rescatadas en la zona. Toda la iniciativa, más no el crédito, se lo llevó Rafael Álvarez Pérez, hoy inexistente en las fichas del museo o Wikipedia. Pero sí uno de los vecinos con más iniciativa de la zona.
Museo Fuego Nuevo y su forma de pirámide
La colección que Álvarez Pérez donó, y la de otros vecinos, fue instaurada en el museo de sitio. La petición se hizo a finales de los 70 al entonces delegado, pero fue en los 90 que el Museo Fuego Nuevo abrió sus puertas. En 1998 para ser precisos.
La idea de hacer de la edificación una pirámide, no es al azar. La leyenda de los culhuacanos es bastante rica y en este parque ecológico hay al menos tres vestigios que datan de aquella época. Incluso hay un recinto enterrado en el predio “La pasión” —el que se utiliza para la representación de Semana Santa— que podría tener la misma base (extensión) que la pirámide de la luna, de Teotihuacán. El basamento fue hallado en 2006, y por motivos que respetan la tradición, ha quedado enterrada para siempre.
Pero bueno, a lo que nos truje. El Museo Fuego Nuevo fue construido para representar la ceremonia del fuego nuevo, que según las tradiciones celebra el nacimiento de un nuevo sol (universo) cada 52 años. En su estructura el edificio recrea la leyenda de los cinco soles, además de combinar la vista panorámica del oriente de la ciudad con la forma del edificio. Uno puede caminar y ascender por la escalinata, rodear el templo, para descubrir una cueva… así es, ¡una cueva en un museo!
Además de algunos códices que dan cuenta de las tradiciones prehispánicas y la Conquista (En este caso la evangelización por parte de la orden Franciscana que vivió en el Ex Convento de Culhuacán), en su sala principal exhibe representaciones de la ceremonia del “fuego nuevo”, la leyenda de los 5 soles y deidades, que si vas, seguro recordarás al verles.
De cuevas, leyendas y sacrificios humanos
En su sala de exhibición permanente el Museo Fuego Nuevo muestra figurillas que fueron encontradas en la región, códices, herramientas de obsidiana y algunos bocetos. Además hay mapas de la antigua y basta Tenochtitlán que dan cuenta cuánto y cómo ha cambiado el valle de México.
Podrás ver cómo los lagos de Tenochtitlán conectaban con la comunidad culhuacana, y la relación estrecha que mantenían con el templo situado en la cima de Huizachtepetl, nombre real del cerro. Si tu curiosidad te lo permite, rodea la pirámide para encontrar a un sonriente Tláloc que recibe a los visitantes. Explorar una cueva, en este sitio, ofrece lecciones valiosas del pasado que aún se palpa en el lugar.
Para celebrar la ceremonia del Fuego Nuevo que da nombre al museo los sacerdotes reunían en la pirámide a los mejores corredores. Cuatro jóvenes, tenían que “repartir” el fuego en las regiones del valle de Tenochtitlán. Los mexicas creían que la ciudad estaba situada en medio de una gran “flor”, el universo dependía de la velocidad de los corredores y los sacrificios humanos en el fuego nuevo.
Las cavernas por la disposición del terreno y su pasado volcánico servían de refugio y centros ceremoniales. Muchas de estas cuevas permanecen cerradas al público en la actualidad pero incluso hay una iglesia en la alcaldía que alberga un santo…. adivinaste, ¡dentro de una cueva!
¿Qué más hacer si voy al Museo Fuego Nuevo?
A simple vista el museo no asoma cerca de las cruces de madera donde se celebra “la pasión”, y mucho menos puede verse saliendo del metro. Los vecinos te van indicando dónde está, cómo subir y de qué tener cuidado. Similar a su labor hace más de 30 años preservando la zona.
A pesar de que no hay muchos visitantes, y la entrada es libre, cuenta con el espíritu de comunidad y sirve como punto de encuentro a los corredores, a los patinadores que hacen skate, a las parejitas de novios curiosos o bien, al peatón que solo quiere ver un poco de verde entre tanto lugar común y gris en la urbe.
No te pierdas la vista del valle desde la cima, en la pirámide original (lo que queda de ella) donde se celebraba al nuevo sol. Además hay juegos para los más pequeños, gimnasios al aire libre y una ruta que seguro los atletas encontrarán divertida. El lugar cuenta con vigilancia y no se puede subir en auto.
Dónde: Parque Nacional Cerro de la Estrella s/n, Iztapalapa
Cuándo: martes a domingo de 9 a 18:00
Cuánto: entrada libre, consulta detalles en 5686 9443, 2636 2528