Daniel Garza Usabiaga, curador del Museo Universitario del Chopo, apuesta por convertir este recinto en referencia del arte urbano local.

Existen otros museos similares a El Chopo, ¿qué los distingue a ustedes?

Lo que nos distingue es que tratamos formas culturales actuales. No hay muchos lugares donde veas una exposición sobre animación y aquí lo hacemos. O la revisión entre arte, música y tecnología, pero en referencia a los aparatos y a la forma en la que consumimos (tema que abordará, próximamente, en una exposición colectiva). En ese sentido tiene que ver también con formas de la cultura popular.

Parece un perfil bien definido, ¿de qué se trata, hacia dónde van?

Queremos regresar a prácticas no convencionales, marcadas por investigaciones sobre subcultura o “heterodoxias”, o lo que algunos todavía
llaman “underground”.

¿Cómo lo vas a conseguir?

Logrando perfilarnos. Por ejemplo, el MUAC y el Tamayo son museos de arte contemporáneo, pero de perfil internacional y, probablemente, tienen unas búsquedas específicas en su programación. Aquí, en cambio, queremos situarnos cerca de la escena y de los artistas locales.

Su principal público son los jóvenes, ¿qué cosas les interesan a ellos?

Creo que tiene que ver con las formas culturales y los discursos que pueden sentir como propios y cercanos. Cosas que tienen que ver con la relación entre el arte contemporáneo y la cultura de masas, con la ciudad, con aspectos de la vida cotidiana –como la exposición de Dick el Demasiado, creador de la mezcla entre sonideros y arte contemporáneo–. Considero que los temas son accesibles y es fácil que la gente se identifique con ellos y que pueda reflexionarlos a partir de las exposiciones.

El museo siempre ha sido muy cercano a la comunidad…

Hay una línea en nuestra programación que trata de relacionarse con el barrio, investigar cosas de la zona, como el proyecto de Javier Hinojosa –sobre esculturas urbanas– y, próximamente, el de Daniel Alcalá –sobre prostitución y hoteles de paso en la zona.