Hacer política tiene su chiste y para triunfar en ella no sólo se requiere de un buen padrino en el poder, se necesita un poco de gracia y otra cosita. En sus libros, el escritor Carlos Fuentes dejó varios consejos que al parecer utilizaron algunos los políticos mexicanos para llegar al éxito, y que con un poco de cinismo podrían emplearse actualmente.
La política en México es el arte de tragar sapos (por decir lo menos) sin hacer gestos, porque el buen político convierte todo en una ventaja.
Este 15 de mayo se cumplen dos años de la muerte del narrador, ensayista, pensador, cinéfilo y conversador, Carlos Fuentes, y lo recordamos con el Manual del perfecto político hecho a partir de su obra. Así que si lo tuyo es la grilla, llegar a diputado o senador, este manual te será de utilidad.
Tener un operador/ejecutor
El buen político no puede hacer todo el trabajo, mucho menos el sucio, por ejemplo, ingresar a los alcantarillados del poder, por eso debe contar con una persona de toda su confianza para realizar el trabajo rudo. El escritor mexicano decía que el político al igual que un rey sabe de “la necesidad de contar con un enano mal encarado a la puerta del castillo para liberarse de los latosos, los indeseables, los ambiciosos”. El político es intocable, el secretario no. Así la cabeza del político nunca caerá, porque tiene cerca un chivo expiatorio.
Intelectual de cabecera
Un verdadero político exitoso debe tener un editorialista, columnista, articulista y opinador que lo endiose, le aplauda y defienda cada una de sus decisiones públicas. Carlos Fuentes señaló que el político debe vivir “halagado por su esclavo y defendido por su perro”. Hay que tener a las mentes brillantes cerca, pero no confiar ciegamente en ellas, porque “el político puede pagarle al intelectual, pero no puede confiar en él”. Escribió que “el poderoso siempre creerá que tiene la razón y el que se opone a él es un traidor, o por lo menos, alguien dispensable”. El poder depende de la legitimidad para ejercerse con autoridad, y los intelectuales pueden contribuir a crear esa idea.
Ser un camaleón
El escritor señalaba que el político debe tener la facultad de cambiar de piel de acuerdo al escenario donde se presente, porque eso prolonga el éxito público, “todo político tiene que ser hipócrita. Para ascender, todo se vale. Pero no hay que ser sólo falso, sino astuto. Todo político asciende con una cauda de desgracias amarradas… el gran político es el que llega alto despojándose de amarguras, rencores y malos ratos”. Y en uno de sus libros dijo que “no hay mejor entrenamiento para la política que el adulterio” y que hay que mostrarse “zalamero con los poderosos, soberbio con los débiles”. En la política nacional la piel cambia cada sexenio o trienio.
Sumar asesores
Es cierto que hasta el más ilustrado de los políticos requiere de la seguridad que le brinda el “siervo adulador” y el “yes-man” pero no se puede vivir todo el tiempo con el oído endulzado porque “el poder hace que hasta el más feo se vea guapo”. Por eso el político debe conseguir un buen asesor que lea lo que él no pueda leer y pensar lo que él no alcanza a entender, “alguien que mastique la comida” para que el bocado sea más sencillo de digerir, hablando de proyectos, leyes, términos jurídicos y demás, no se puede ser un todólogo.
Entre más obra, más sobra
El verdadero político sabe que vivir fuera del presupuesto es un error, que un político pobre es un pobre político y que entre más obra pública aumentan los aplausos de la gente y los recursos para el bolsillo, por eso “hay que ser flexible ante la corrupción… la corrupción lubrica al sistema. La mayoría de políticos, los funcionarios, los contratistas, etcétera, no van a tener otra oportunidad de hacerse ricos, más que ésta, la de un sexenio. Luego vuelven al olvido. Pero precisamente quieren ser olvidados para que nadie los acuse, y ricos, para que nadie los moleste”. Incluso por eso en México los políticos inventaron “el año de Hidalgo”. https://www.youtube.com/watch?v=Nwf4_jlCSMA
Más acción, menos palabras
“En política, nunca anuncies, actúa…” señaló Carlos Fuentes porque los crímenes no se anuncian, se cometen. Hacer público algo puede generar expectativas que no se cumplen o generar envidias que frenen el ascenso político: “eres quien eres porque supiste chingar y no te dejaste chingar; eres quien eres porque no supiste chingar y te dejaste chingar”. Carlos Fuentes decía que “las crueldades hay que cometerlas de un solo golpe, los beneficios hay que otorgarlos uno a la vez”.
Postergar todos los asuntos
La garantía laboral de un político está en aplazar todo, los problemas y las soluciones, y es que Carlos Fuentes señalaba que “lo más importante consiste en asegurar que los asuntos se alarguen indefinidamente, que nada se resuelva por completo, que la agenda este llena de pendientes… si no, mi querido amigo, ¿qué hacemos usted y yo aquí? ¿cómo justificamos la chamba, sino dándoles ‘largas’ a todos los asuntos? El político debe hacerse imprescindible para arreglar todos los problemas, en otro caso desaparecería.