Arte contemporáneo: entre lo esencial y lo ambiguo
Por: Sandra Lucario
Objetos cotidianos colgantes, materiales reflejados en espejos, fotografías que se considerarían tomadas por un turista para su álbum de viaje, trazos y siluetas desordenadas que semejan los rayones de los cuadernos infantiles, instalaciones de video que parecen un descuido de quien olvidó apagar la cámara, artículos iluminados en medio de la sala que podrían pensarse fuera de lugar, todo esto es tomado por el espectador como obras faltas de sentido y transmisión.
Pero no son otra cosa que arte contemporáneo.
Así: raro, denso, confuso y complejo es el arte contemporáneo para algunos. Otros dirían que es conceptual y controvertido. La incertidumbre, el asombro y la duda llegan al observar piezas aparentemente sin excepcionalidad y belleza.
El error de curadores y artistas es creer que las obras se explican por sí mismas (aunque los más tradiciolistas dirían que así es como debería ser): al dejar ese vacío informativo contribuyen a enviar al visitante al terreno de la incomprensión y provocan el distanciamiento y rechazo a este estilo artístico.
Si de primera, segunda o tercera instancia no se entiende una obra contemporánea no hay porque sentirse menos inteligente o sensible. Este estilo es difícil de comprender, tanto artistas como público tienen que poner de su parte para lograr un mayor disfrute y apreciación de las piezas.
Los primeros, los artistas, deben integrar mayor narrativa y no creer que su trabajo es autorreferencial, renunciar a nombres oscuros como “sin título”, “I”, “II” o “III; los segundos, podrían dejar atrás sus prejuicios y tener la voluntad de inmiscuirse y participar en las piezas.
Aquí compartimos algunas claves para entender el arte contemporáneo.
Narrativa
Las piezas son una plataforma y un espacio de ambigüedad, es decir: pueden entenderse de varios modos y admitir distintas interpretaciones. El espectador llega a la obra, se plantea dos o tres entradas a las pieza y se puede desplazar con libertad al destino que la imaginación, el deseo, la necesidad y/o la creatividad apetezca gozar.
Conexión
Las obras no buscan lucir ni agradar; a través de materiales, formas, figuras, abstracciones, dibujos y diversas técnicas expresivas se pretende crear una conexión con el espectador. Involucrarlo con la obra. Provocar una reacción que lo invite a rehacer, reconstruir, reinterpretar y encarnar la obra de manera subjetiva y que trascienda al plano íntimo.
Sentido
No considera a la obra ni al artista como lo esencial de la práctica artística. La pieza no conduce a un punto o una interpretación predispuesta por el artista para inducir una sensación, emoción o reflexión, el espectador es el que le da el significado y el mensaje a la obra. Exige el compromiso del espectador de apropiarse de la pieza.
Sin respuesta
Más que respuestas, las obras contienen preguntas. A partir de elementos, lugares y zonas descriptivas muy claras se generarán interrogantes y reflexión. El arte contemporáneo no se aferra a guiar qué es lo que se debe sentir o pensar.
Ver con otros ojos
No todo es claro y explícito en el arte contemporáneo. La obra no está sólo en lo que no se ve, sino también en lo que no está, en lo que provoca en el espectador a partir de su experiencia.
Emplazamiento
Con la observación, análisis y lectura de los elementos que componen la obra, hay que convivir con ella para alcanzar una zona de satisfacción sensorial propia.