Chismes, rumores, intrigas, dudas y medias verdades circulan alrededor de la Plaza México, pero no hay como conocer la realidad para aceptarla o cambiarla.
La lidia es una batalla artística donde cualquiera de los dos, toro o torero, pueden morir, y el ruedo de la Plaza México ha sido testigo de intensos enfrentamientos en 67 años, en los cuales, se han forjados ideas mal intencionadas y conjeturas tanto de apoyo como de calumnia a la fiesta brava. Sin embargo es mejor saber la verdad y opinar.
Aquí develamos dudas y presentamos algunos misterios, datos, dichos y curiosidades que rondan a la plaza de toros más grande del mundo que este 2013 cumplió 67 años de operar en la Ciudad de México.
Urgencia constructiva
La Plaza México se construyó en 652 días, 93 semanas y un día, entre el 28 de abril de 1944 cuando el regente de la Ciudad de México, Javier Rojo Gómez, colocó la primera piedra y el primer capotazo a cargo de El “Chato” Guzmán a el toro “Jardinero” de la ganadería de San Mateo en la inauguración el 5 de febrero de 1946. Se edificó en los terreros de la ladrillera “La Guadalupana” ubicadas en el antiguo rancho San Carlos, para levantarla el empresario Neguib Simón tuvo que vender algunos de sus negocios como la fábrica de focos “Solar”, la de navajas “Ala”, entre otros, y solo se terminó el ruedo y el estadio de futbol de todo el proyecto de la “Ciudad de los Deportes” a cargo de Modesto C. Rolland. Ante la difícil situación económica fue vendida en noviembre de ese año al español Moisés Cosío.
Colosal tamaño
Por su capacidad para albergar espectadores es la plaza de toros más grande y comoda del mundo (le siguen la Monumental de Valencia en Venezuela y Las Ventas en España) con capacidad para 41 mil 262 espectadores. El ruedo mide 43 metros de diámetro, tiene un hundimiento del ruedo al nivel del suelo de 20 metros y 15.9 metros hacia arriba. Las estatuas que adornan fueron diseñadas por Alfredo Just.
¿Corrales de la ignominia?
Contario a la creencia y los dichos de los antitaurinos, los corrales de la Plaza México no son calabozos oscuros donde se maltrata a los toros antes ser lidiados, son lugares ventilados, abiertos y vigilados por veterinarios de la empresa, quienes además supervisan el abasto de alimentos y la salud del encierro. Son seis corrales, pero se usan tres o cuatro para reguardar a los toros que tras ser aprobados por la autoridad, reseñados y sorteados (el día del la lidia) se meten a los cajones para salir al ruedo.
Homenaje a los toros
Nadie goza el sufrimiento de los toros y se reconoce su lucha en el ruedo, por eso cuando una res se distinguió por su bravura, fuerza y nobleza a lo largo de la lidia, a criterio del Juez de Plaza puede recibir: arrastre lento, vuelta al ruedo a sus restos, e indulto. Además de las palmas de los aficionados.
Banderillas y puya
Otra falsa creencia es que las puntas de las banderillas son bañadas en thinner o petróleo para que le duela más al toro y sacarle bravura. Las banderillas son de madera, miden 68 centímetros, adornadas con papel y tela, en sus extremos más grueso se le fija un aporncillo de 14 centímetros de los cuales 8 centímetros entrarán en la extremidad del palo. Las puyas para picar a los toros tienen una forma de pirámide triangular de 29 milímetros de extensión en sus aristas y 17 milímetros por lado en su base en una garrocha de 2.7 metros
Currículo de los toros
No cualquier res brava puede presentarse en la Plaza México. Los toros que se lidian deben tener las siguientes condiciones: tener entre 4 y 6 años de edad, estar inscrito en el Registro Obligatorio de Edades de los Astados (casi un CURP), pesar mínimo 450 kilos, condiciones de trapio, tener astas integras, tener condiciones de sanidad, no tener defectos de encornadura que le resten peligro o trapío. Estos requisitos deben ser aprobados por los médicos veterinarios, el Juez de Plaza y el Inspector Autoridad.
Carne dañina
Pocos se sabe hacia dónde van a parar los restos del toros al finalizar la lidia en la Plaza México. Tras culminar la corrida la carne se comercializa en el Rastro de Ferrería. Se piensa que la carne de un toro de lidia no es comestible y que de hacerlo provoca daños a la salud, sin embargo, la carne del toro sacrificado en el ruedo es 100 por ciento apta para consumo humano, en comparación del alimento proveniente de los toros de engorda (en el que utiliza clembuterol), su calidad es sumamente mayor debido al cuidado y dedicación con el que se crían. Un toro de lidia tiene una vida de 4 años mientras que uno de engorda es sacrificado a los 2 años. Un toro de lidia tiene un precio de alrededor de 80 mil pesos..
Posdata
Y como dato curiosos para los antitaurinos, Benito Juárez prohibió en 1867 las corridas de toros en la Ley de Dotación del Fondo Municipal de México que el artículo 87 decía: “No se considerarán entre las diversiones públicas permitidas, las corridas de toros; y por lo mismo no se podrá dar licencia para ellas, ni por los ayuntamientos, ni por el gobernador del Distrito Federal, en ningún lugar del mismo”.