Joseph Heathcott se enamoró de los tianguis de la CDMX, y pues… ¿Cómo no? Los tianguis son las raíces que se abren paso en el asfalto, rodean inmuebles y se adaptan al mobiliario urbano para crecer. Quizás a nivel de piso no se ve, pero están ahí dando soporte a cientos de miles de familias comerciantes que han hallado en este una forma de ganarse la vida. Además, surtiendo las despensas, llenando las barrigas y saciando a los curiosos que nos acercamos a ellos.
¡Ay, los tianguis! Cualquiera cae rendido ante sus numerosos encantos, con todo y el ‘amor apache’ que muchos chilangos les tienen por su caótica naturaleza: son tantas sus bondades que terminamos regresando una y otra vez a ellos.
Chilangolandia roba corazones
Joseph Heathcott es un urbanista, docente e investigador que sucumbió ante el colorido paisaje de los más de 1,600 mercados sobre ruedas que tapizan la ciudad. Tras varias estancias en la CDMX —como investigador pero también vacacionando— encontró en los tianguis un punto articular de la cotidianeidad chilanga:
Mi investigación está más enfocada en cómo la gente vive sus vidas y adapta espacios urbanos para cubrir sus necesidades. Los tianguis son una de estas formas, al menos en la Ciudad de México.
Estos sistemas y procesos urbanos fascinaron a Joseph, quien continuó visitando todo tipo de tianguis para comprender mejor su funcionamiento. De todos los que conoció, ¿cuál creen que terminó de atraparlo? ¡Pues Tepito!
El primero que realmente me impresionó fue el tianguis de Tepito. Es un tianguis masivo, tan concurrido y frenético. Ahora puedes imaginar qué tan abrumado estaba con toda la actividad y productos a la venta aquí. Desafortunadamente no tenemos tianguis así en Estados Unidos. No tenemos nada como la vasta vida pública de México, ni siquiera en Nueva York, que es donde vivo.
De la vista nace el amor y la Ciudad de México lo eligió, “O me cautivó”, dice. El urbanista ve nuestra caótica metrópoli como una interminable expansión del tejido urbano. Su crush con Chilangolandia fue tal, que terminó elaborando Street Markets, Mexico City, un proyecto fotográfico que homenajea al comercio de la ciudad y su peculiar organización. Joseph puso manos a la obra para cuidadosamente mapear los tianguis a través de las imágenes satelitales de Google Earth, de esta manera mostrar sus intrincadas y caprichosas figuras que rompen el caos de nuestra urbe.
Street Markets, Mexico City: una oda a la ciudad
Llevar a cabo este ambicioso proyecto se dio naturalmente, nos platica el artista:
En ese momento me encontraba trabajando en un proyecto que examinaba la morfología urbana de la ciudad. Con eso me refiero a las diferentes formas, dimensiones y organizaciones de las calles, manzanas y colonias. Para usar esto utilicé imágenes suborbitales satelitales como las que encontramos en Google Earth así como GIS disponibles de la ciudad. Mientras estudiaba las imágenes aéreas siempre noté los pabellones de colores brillantes en los tianguis.
Imagínense, chilangos, a nivel de calle es imposible ver estas líneas y formas que se extienden por manzanas enteras, pero desde el aire es algo impresionante. Así es como Joseph decidió hacer un extenuante, pero muy divertido, trabajo de campo visitando los tianguis, investigando acerca de la ciudad, su planeación urbana y después materializar las fotografías. “Pegué imágenes en alta resolución extraídas de Google Earth, después utilicé Photoshop para crear una una capa en escala de grises, ajustando los blancos para mayor definición. Una vez que tuve eso pude utilizar una goma a una resolución muy fina —¡5 pixeles!— para remover bits de la escala de grises y restaurar su color lona por lona en los tianguis. Crear cada imagen me tomaba entre 2 y 3 horas e hice 20 en total”.
Street Markets, Mexico City es una probadita de la vasta riqueza que tenemos en materia de mercados callejeros y conocerlos todos sería una labor titánica.
“Hay alrededor de 1,600 tianguis que operan en la ciudad, casi 200 por día. Si hay alguien que los ha visitado todos, ¡me encantaría conocerlo!”, bromea Joseph Heathcott.
También nos platica que el idioma fue un desafío, ya que aunque ha estudiado español y se defiende en lo conversacional, el lenguaje utilizado por los vendedores del tianguis es todo un reto. Eso sí, “lo más desafiante fue evitar subir mucho de peso por comer toda la increíble comida de los tianguis”. Te entendemos, esa es la cruz chilanga.
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El encanto de los tianguis
Cuando vamos a los tianguis lo que llama nuestra atención principalmente son las chácharas, ya saben, antigüedades y otros objetos que abren una ventana al pasado. Sin embargo, como urbanista, el primer hallazgo fascinante fueron las variaciones que hay en las formas de los tianguis, lo cual solo puedes apreciarse desde una vista vertical.
Son como filamentos que se expanden a través de las calles de la ciudad creando circuitos de iluminación intrincados.
Mientras que a nivel del suelo, Joseph Heathcott se asombró por la gran variedad de cosas disponibles, desde frutas, vegetales, carnes, hasta DVD’s piratas, muebles, electrónicos y utilitario para el hogar.
También estaba impresionado con su complejidad política y social. Los tianguis ocupan espacios públicos pero son dirigidos por organizaciones no gubernamentales. Estas organizaciones manejan los complicados temas legales y la relación con los gobiernos delegacionales.
Los tianguis son centros de resistencia social, el ejemplo de que la autogestión también es viable en ciudades de esta magnitud. Por otro lado, son un archivo e incubadora de la culinaria mexicana y Joseph nos asegura que las mejores comidas que tuvo en la Ciudad de México no fueron en restaurantes caros, sino en tianguis.
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Santocho represents
Al preguntarle cuál tianguis le encantaría conocer, no vacila en responder que el tianguis de las Torres, un coloso de Iztapalapa que se levanta bajo las torres eléctricas —que dan origen a su nombre— de la avenida Luis Méndez donde se encuentra de todo, desde paca gringa, hasta artículos coleccionables.
Quiero verlo porque es conocido como un lugar para encontrar autopartes y también equis electrónicos. Sé que la policía cierra periódicamente el tianguis por el narcotráfico, pero mucha gente depende de este para sobrevivir.
Si bien las características únicas de estos tianguis los hacen irresistibles, la verdadera esencia se encuentra en los pequeños rincones cotidianos, donde las marchantas hacen sus compras, la chaviza se echa sus micheladas y los vendedores reconocen a sus compradores frecuentes. ¿Les ha pasado? En estos pequeños detalles está la magia de los tianguis, lo que los hace tan especiales a ojos de Joseph Heathcott:
Me atraen los pequeños y ordinarios tianguis que sirven a las colonias en lugar de los tianguis municipales. Ambos son interesantes, por supuesto, y los dos son parte del entorno y de la economía de la ciudad. Pero siempre me atraen más los aspectos mundanos y rutinarios de las ciudades, entonces esos pequeños tianguis de “diario” son mi categoría favorita.
Seguro se estarán preguntando cuál fue su tianguis favorito, pues, nada más y nada menos, que el de Pedregal de Santo Domingo, allí donde las bolsas finas convergen con un vasto y sabroso corredor gastronómico.
Algunas veces se pone en la avenida Pedro Hernández Hureña, y a veces en la calle de Oyamel. Es un tianguis recular, de forma lineal con vendedores en ambos lados de la calle. No se especializa en nada en particular. Solo es un tianguis lleno de vida, divertido y en una gran colonia.
Entre las calles del tianguis de Santocho también surge el romanticismo, puesto que “en los días claros puedes ver a lo largo de la calle de Oyamel y ver los picos nevados del Iztaccihuatl”, añade Joseph Heathcott. Por eso nos gusta ir a pensar al tianguis, sus contrastes lo hacen un hervidero de creatividad e inspiración, ¿a poco creían que el meme era sólo una broma?
Instagram: @rovingurbanist
Web: www.heathcott.nyc