Cuando de imperdibles chilangos se trata, el Coloso de Reforma sin duda se ha posicionado como un obligado para conocer y disfrutar. Sin embargo, la historia del Auditorio Nacional de la CDMX es menos conocida de lo que imaginamos para un lugar tan popular y emblemático como este.
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De iniciar como un centro hípico hasta convertirse en un referente del espectáculo internacional, este lugar tiene un rico pasado que se puede conocer a través de los recintos que lo acompañan al igual que de sus propias instalaciones.
La historia del Auditorio Nacional de la CDMX que pocos conocen
Campo Marte: el primo más cercano del Auditorio Nacional
La historia del Auditorio Nacional de la CDMX tiene un comienzo inesperado. Cuatro años antes de su inauguración, en 1948, El general Humberto Mariles, con su caballo “Arete”, se ganó la medalla de oro de la competencia ecuestre en los Juegos Olímpicos en Londres.
Tal victoria llevó al entonces presidente Miguel Alemán a destinar los terrenos aledaños del Campo Marte, espacio que albergaba un casino militar y un club deportivo, para actividades ecuestres en un espacio techado.
Los arquitectos encargados de darle vida a la que fue nombrada una “obra de titanes” fueron Fernando Parra Hernández, Fernando Beltrán Puga, Fernando Peña Castellanos y Óscar de Buen. Con este proyecto, Alemán buscaba no solo destacar el deporte nacional, sino posicionar a México como un país cosmopolita y moderno, al punto que su estructura fue erigida con la misma técnica empleada en la Torre Eiffel.
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Sin embargo, los $30 millones, 400 días de trabajo y 2,000 hombres que participaron en su construcción, no fueron suficientes para concluir el entonces llamado Auditorio Municipal en la fecha prevista: el 25 de junio de 1952 —¿Obras inconclusas en la capital? ¡Qué raro!
En el siguiente turno presidencial, Adolfo Ruiz Cortines estableció que la política del Auditorio sería austera, por lo que las actividades se suspendieron y la historia del Auditorio Nacional de la CDMX parecía estar por terminar antes de haber comenzado.
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Centro Cultural del Bosque: en busca de la identidad del Auditorio Nacional
Pese a la incertidumbre, en 1953 la Unidad Artística y Cultural del Bosque fue inaugurada y uno de los primeros proyectos fue la transformación de las caballerizas en un teatro circular, conocido como teatro El Granero. Con esto, la historia del Auditorio Nacional de la CDMX adquirió un segundo aire y una nueva identidad.
“Los salones que usábamos para los ensayos del ballet de cámara iban a ser originalmente establos, y por eso las puertas tenían la altura perfecta para que los caballos sacaran la cabeza. Nosotros no sacábamos la cabeza, pero el público que pasaba por ahí podía vernos ensayar. Un día, incluso, nos aplaudieron”. – Nellie Happee
Entonces, el recinto cambió su nombre al de Auditorio Nacional y comenzó su papel como anfitrión de expresiones artísticas y culturales, sede de ferias comerciales, actos políticos y sociales, certámenes internacionales de belleza e incluso Juegos Olímpicos.
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La obra plástica del Auditorio Nacional: un nuevo miembro de la familia
Desgraciadamente, a finales de los años 80 era evidente que el recinto había sido rebasado por el tiempo. Ante esto, el INBA, Conaculta y el Departamento del Distrito Federal establecieron un convenio de cooperación para su remodelación a cargo de los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky.
Tras 18 meses de trabajo, en 1991, la historia del Auditorio Nacional de la CDMX comenzó un nuevo capítulo y no lo hizo solo. Las esculturas de Juan Soriano (La Luna), Vicente Rojo (Escenario 750), Manuel Felguérez (Teorema inmóvil) y Teodoro González de León (Tres figuras áureas), junto con Las sandías, de Rufino de Tamayo, marcaron al recinto como una atracción por sí misma, cuya importancia chilanga ha sido desde entonces tanta como la de los espectáculos que alberga.
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Paseo de la fama: un secreto del Auditorio Nacional
A la fecha, el Auditorio Nacional El Auditorio Nacional se ha consolidado como un referente del arte, la cultura y el entretenimiento chilango. Posicionándose entre los primeros cinco lugares destinados a espectáculos en vivo entre los mejores cien del mundo y recibiendo premios internacionales como Pollstar y Billboard.
Sin duda, la historia del Auditorio Nacional de la CDMX en las últimas décadas se conoce mejor a través de los artistas, conciertos, eventos culturales y sociales que ha presentado a lo largo de 22 años ante casi 30 millones de asistentes.
Esta cara del auditorio se puede conocer a través de las placas conmemorativas que se encuentran en los muros del vestíbulo. Pero el secreto mejor guardado en este aspecto es la colección de autógrafos que sus invitados han dejado como recuerdo. Este se ubica en el pasillo central de camerinos.
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Con su reciente tienda y bar, empieza una nueva historia del Auditorio Nacional de la CDMX
Después de su exitosa trayectoria, el Coloso de Reforma busca renovarse una vez brindando una experiencia mucho más completa a los chilangos. Para ello, en junio de 2019 inauguró su nueva tienda y bar.
Con estos dos nuevos integrantes, el espacio se convertirá en un lugar público al que se puede asistir por su historia y riqueza cultural aún si no hay evento. Y antes de que lo preguntes, te decimos que sus precios sí están bastante razonables, pues van desde los $25 hasta los $7,000 —en caso de andes en plan elegante— para que te lleves un pedazo de historia de este orgullo chilango.
Dónde: Paseo de la Reforma 50, Col. Polanco
Cuándo: todos los días de 10:00 a 23:00, checa la cartelera del auditorio en este enlace
Cuánto: entrada libre
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