Todos los que vimos Breaking Bad, recordamos al abogado Saul Goodman (James Morgan McGill) como uno de los mejores personajes; mostraba con una desfachatez inigualable todas las fisuras del sistema penal norteamericano y cómo podía burlar con ellas la ley. Ocurre a veces que la realidad supera la ficción y aunque ustedes no lo crean, existe la leyenda en México de un abogado que, al mejor estilo de Better Call Saul, llevó a cabo las más descabelladas defensas y mañas que se hayan visto nunca. Te contamos la historia de Bernabé Jurado.
La fuga del siglo
Fue igual de espectacular que la que llevara a cabo el Chapo Guzmán por medio de un túnel secreto. Ocurrió el 18 de agosto de 1971. Joel David Kaplan, joven magnate norteamericano recluido en el penal de Santa Martha Acatitla por haber asesinado a su socio comercial Luis Vidal Junior, buscaba a toda costa escapar de su condena. Como todos sabemos, las cárceles en México no son precisamente un parque de diversiones y ya llevaba nueve años en prisión. En un par de ocasiones intentó darse a la fuga pero a pesar de los sobornos y planes elaborados no había logrado conseguirlo.
Tal como dice la canción de Pedro Navajas “La vida te da sorpresas” y lo curioso es que la idea de escape más disparatada y que cualquiera de nosotros hubiera tirado a la basura sin dudarlo, fue la que al final surtió efecto.
Mira aquí: La verdadera historia del baile de los 41 y el yerno de Díaz
Ya por la tarde, justo cuando los reos miraban una película, un helicóptero Bell usado principalmente en acciones militares en Vietnam y que se caracterizaba por ser bastante ágil y tener un tamaño muy pequeño aterrizó en el patio del correccional.
Había una lluvia intensa y los guardias, al ver el color azul muy parecido al de la policía, infirieron que se trataba de algún político mandamás que llegaba a tratar asuntos con sus superiores, por ello no le tomaron mayor importancia.
Kaplan y su compañero de celda, el venezolano Carlos Antonio Contreras Castro, subieron a la nave sin resistencia alguna y escaparon por aire del penal. En solo 10 segundos burlaron toda la seguridad de Santa Martha, dejando en ridículo a las autoridades de la época.
Como es de esperarse, no existe ningún documento, fotografía o testimonio que compruebe o vincule de cierta forma que este escape fuera orquestado por Bernabé Jurado, así que todo queda en la leyenda urbana de que fue él quien ideó una de las fugas más espectaculares de las que se tenga registro en México y el mundo.
Para doctor divorcios, Bernabé Jurado
Una de sus especialidades fue despachar divorcios a los famosos de la época, incluso llegó a afirmar que solo necesitaba de una hora para casarse y 48 minutos para divorciarse. Tenía bastante experiencia para sostener estas palabras ya que contrajo nupcias en 18 ocasiones y se divorcio 17.
A pesar que llevó casos de personajes como Diego Rivera, su treta más conocida fue la que realizó ni más ni menos que para El ídolo de México, Pedro Infante. El inmortal era mares de carisma y talento; cuando conoció a Irma Dorantes quedó flechado por su belleza, así que hizo todo posible para desposarla, solo que había un pequeño problema: ya estaba casado con María Luisa León.
Pero para Bernabé Jurado no había imposibles y solucionó la situación falsificando la firma de la esposa de Pedro Infante. Consumado el engaño de estar divorciado logró que el 10 de marzo de 1953 la joven actriz, a la que le llevaba 16 años, se casara con él.
Te recomendamos: Malinche, Moctezuma y otras leyendas negras de la conquista de México
La cosa obviamente no quedó ahí. Doña María al enterarse de que ya estaba divorciada sin su consentimiento, pidió inmediatamente un amparo que le fue concedido, y en 1957 después de un escándalo a nivel nacional, logró que se anulara legalmente el matrimonio de Irma y Pedro. El ídolo de Guamúchil viajó para convencer a toda costa a su primera esposa de que le diera el divorcio, pero su avión se estrelló y perdió la vida.
A pesar de todas las tretas de Bernabé Jurado, solo hubo una única esposa legalmente hablando de Pedro Infante; ella ostentó su posición de cónyuge hasta el final de sus días. De hecho en su lápida, en el panteón francés, se puede leer “Señora María Luisa León, viuda de Infante”.
Pistolas que se disparan solas
Dos casos de Bernabé Jurado fueron los que lo llevaron a la fama, dándole el mote de abogángster que tanto se usa en la actualidad, el primero de ellos fue en la defensa a Emilio Tuero, acusado del asesinato de su novia Lolita Téllez. A pesar de que había mucha información para culpar al actor del feminicidio, el abogado manipuló a la prensa para que la opinión pública pensara que fue un suicido provocado por un ataque de “histeria femenina”.
Por Increíble que parezca y aunque el auto de la joven actriz, donde apareció su cuerpo sin vida, se hallaba justo frente a la casa del cantante, las autoridades dejaron libre y fuera de toda culpa al intérprete de “El dinero no es la vida”.
El otro caso que catapultó la fama del abogángster fue la defensa que hizo al escritor de la mítica generación Beat William Burroughs, acusado de asesinar a su cónyuge Joan Vollmer. Los hechos eran contundentes e incluso hubo testigos: adicto a una vida llena de excesos, el autor de El almuerzo desnudo, borracho de tequila y ginebra, le pidió a su mujer que colocara una manzana en su cabeza para que él, como en Guillermo Tell, lograra la hazaña de perforarla sin lastimarla. Joan, por increíble que parezca, dio un último trago y aceptó el reto.
Quizá te interese: Escuelas chilangas que SÍ están construidas sobre panteones
En el número 122 de avenida Monterrey en la colonia Roma, una una pistola Star 380 fue el arma con la que Burroughs perforó la cabeza de Joan Vollmer, quien recibió la atención de los paramédicos pero, a pesar de ello, murió en el traslado hacia la Cruz Roja de Polanco.
Como era de esperarse, Burroughs fue llevado a Lecumberri y ahí, por recomendación de varios clientes satisfechos, contrató a Bernabé Jurado. Se cuenta que pagó una fortuna en dólares pero de manera inverosímil, “el abogado de los tramposos” logró sacar del Palacio Negro al escritor en tan solo 13 días, para ello cambió radicalmente los hechos: ya no se trataba de un borracho queriendo ser Guillermo Tell, sino de un desdichado que mostrando una pistola a sus amigos y se resbaló de sus manos, disparándose al golpear con la mesa. Todo había sido un accidente.
La vida de Jurado terminó con un impacto de bala en la sien. A pesar de que muchas personas hubieran querido ser ellas quienes colocaran el balazo en su cabeza, fue él quien después de asesinar a su esposa, decidió acabar con su existencia.
Después de décadas de su muerte, la figura de Jurado persiste como una de las historias de seres que más controversias y leyendas urbanas ha generado en nuestro país.