Pequeña habitación al final de la escalera

Crítica Chilango

Por Ana Felker

Como presa de un conjuro hipnótico, Gracia (Karina Gidi) observa una puerta cerrada al final de una escalera. Aunque tiene lo que siempre soñó –estatus social y una mansión de innumerables cuartos, salones, fuentes y jardines– vive obsesionada por lo que hay en la oscuridad de esa covacha: el secreto de su esposo. Al casarse con Enrique (Carlos Corona), aceptó respetar esa única prohibición, y aunque abrir la puerta significa perder los lujos que le ofrece, la duda es más fuerte.

Quien conoce la fábula de Charles Perrault, Barba Azul, pensará que dentro de ese cuarto yacen los cadáveres de las ex esposas del marido. Pero no es así; ese misterio es sólo el punto de partida de la canadiense Carole Fréchette para construir una historia aún más enigmática. Hace 15 años Mauricio García Lozano dirigió Las cuatro muertes de María, también de Fréchette, con quien se conectó profundamente; desde entonces, han trabajado de manera cercana. Ella se hizo famosa en los años setenta por su teatro combativo con visos feministas, pero hoy sus obras son reconocidas por haber madurado en una sutileza que García Lozano define como una «una dramaturgia de lo frágil». 

El interés del director por el universo femenino permea todas sus obras. Y en ésta anuncia, además, su regreso al teatro de cámara después de una serie de montajes espectaculares como Antígona en un recinto romano en el Festival de Mérida, España. Si bien la escenografía de Jorge Ballina es impecable, el lugar protagónico lo tiene el juego actoral que genera imágenes de impacto a través de la palabra. Karina Gidi interpreta con maestría a Gracia, un personaje atormentado de contrastes eróticos y misteriosos. Verónica Langer, la madre, Aileen Hurtado, la hermana y Gabriela Pérez Negrete, la ama de llaves, son personajes esenciales para la trama; cada uno con un conflicto particular que los hace entrañables.  

La atmósfera de este thriller tampoco funcionaría sin la música en vivo. Los acordes del famoso guitarrista Raúl Zambrano construyen el suspenso y, de cierta forma, representan la presencia de “eso otro” misterioso detrás de la puerta.

Ésta es la puesta teatral más esperada de fin año; su valor recae en la historia en sí, pero la reunión de García Lozano, Gidi y Ballina es una garantía.