Tel. 5592-7389
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HorarioVie y sáb 19 hrs y dom 18 hrs.14 de julio, 2011 a las Usuarios: |
Precios
TC:
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Por Ana Felker
Un grupo de 60 personas entra a oscuras al Teatro Benito Juárez. Mientras atraviesa las butacas vacías, relaja los músculos, como un actor más a punto de subir al escenario. Una vez arriba, se acomoda en una estructura circular -un minianfiteatro.
El director, Hugo Arrevillaga,entra al círculo para dar la bienvenida al público a esta experiencia que es casi como emprender un viaje. El saludo no es una simple formalidad, la pieza del dramaturgo libanés Wajdi Mouawad pretende crear una comunidad con este público y llevarlo hasta la catarsis. El primer paso para lograrlo, es romper la cuarta pared que generalmente asila y aísla al actor. Aquí hay intercambio de miradas con los personajes quienes con un ritmo vertiginoso nos llevan a una revelación que nos atañe a nivel personal (que nos dirá algo de nosotros mismos), por lo cual no hay queja ni por la duración de la obra (3 hrs 40 min).
El tiempo apenas es suficiente para atravesar siete generaciones de mujeres desde los dos miles en Canadá hasta la Europa del periodo de entre guerras. Lo que ha sucedido en esta familia a través de la historia es tan dramático que de pronto nos parece inverosímil, pero está tan bien sustentado que adquiere el estatus de leyenda. Estamos ante la leyenda de la familia Keller.
Lobo Keller una joven adolescente acaba de perder a su madre, Amada, a causa de un cáncer en el cerebro, padecimiento por el cual descubren que llevó durante toda su vida el feto de su hermano gemelo alojado justo en el centro del cerebro. Además, la estructura de su cráneo coincide exactamente con el de una osamenta hallada en un campo de concentración nazi. La coincidencia lleva a Lobo a indagar –muy a su pesar y acompañada de un paleontólogo–, en el pasado de una familia con historias fantásticas. Sólo por citar una ellas: Alberto Keller, harto de la violencia de la guerra, decide crear un zoológico en medio del bosque donde crecerán sus descendientes hasta encontrar la locura sin nada a la redonda más que árboles y animales.
Por su complejidad, la historia recuerda al concepto de la novela total que ejemplifica 100 años de soledad: una intrincada genealogía de personajes y anécdotas que construyen un mismo ADN. De la misma forma, estamos ante la dramaturgia total de Wajdi Mouawad que aborda una proceso histórico desde la perspectiva de una familia sin dejar un solo cabo suelto.
Parte importante del montaje es la escenografía de Atenea Chávez (la misma que creó la escenografía de Incendios). La estructura circular de madera permite los saltos en el tiempo, apoya al suspenso y, por supuesto, logra esa comunidad planteada por el dramaturgo para integrar al público a la historia.
Bosques es la tercera obra de la tetralogía La sangre de las promesas. Cada obra es independiente la una de la otra, pero –a decir del director Hugo Arrevillaga– las cuatro rompen las convenciones teatrales e inauguran una nueva forma de contar historias. Verlas no es una experiencia ligera, hay que ir con la apertura para ser transformado.
Minutos antes de una función de Bosques, el director nos platica sus impresiones sobre la obra.