El cineasta y chilango por naturalización Luis Buñuel adoptó a la Ciudad de México como espacio de inspiración y trabajo.
Los últimos 31 años de vida los pasó en el Distrito Federal, dónde creció, maduró y desarrolló su talento cinematográfico. Se entregó a la contemplación y el disfrute de la urbe capitalina para encontrar historias, locaciones naturales y personajes para sus cintas.
Los nombres de Luis Buñuel y el Distrito Federal están asociados y son inseparables, están ligados por horas de filmación inmortalizadas, aquí te contamos siete historias de sus andanzas juntos.
[Curiosidades de Un perro andaluz, el corto surrealista que Buñuel hizo con Salvador Dalí]
Ideas cinematográficas
En 1981 Gabriel García Márquez le contó a Luis Buñuel que una ocasión esperó durante media hora un taxi en las calles del Centro Histórico y cuando estaba a punto de desistir se acercó uno que a primera vista parecía vacío y con la bandera levantada, pero ya más cerca vio a una persona junto al chofer, la unidad se paró junto al escritor y este se dio cuenta que estaba libre. Abordó el auto de alquiler y le platicó de la ilusión óptica y el chofer contestó: “sucede todo el tiempo, casi todos ven al pasajero fantasma en el asiento de al lado”. Tras escuchar el relató Buñuel dijo: “es un buen principio para una película”.
Bosque multifacético
La genialidad de Buñuel le dio distintos rostros al bosque de Chapultepec, en 1952 lo utilizó como locación de la cinta Robinson Crusoe y en 1955 filmó secuencias de Ensayo de un crimen: la vida criminal de Archibaldo Cruz en el mismo espacio verde.
Sometió al maestro
Ernesto Alonso buscó a su maestro, el chilango Rodolfo Usigli, para comprarle los derechos de la novela Ensayo de un crimen para que la filmara Luis Buñuel, quien se había interesado por la obsesión y la vocación frustrada del asesino en la novela. Juntos Usigli y Buñuel trabajaron en la adaptación cinematográfica y en la elaboración del guión, pero sólo lo hicieron 15 días porque Usigli no aceptaba el menor variación del texto. La cinta quedó bajo el título Ensayo de un crimen: la vida criminal de Archibaldo Cruz. El cineasta hizo los cambios por sus pantalones e hizo una adaptación surrealista y tuvo la puntada de no poner en los créditos “inspirada en la obra de…” para no apegarse al texto y evitar una demanda.
Temor a la herencia familiar
Ante el miedo de heredar “el olvido” como su madre -que en los últimos 10 años perdió gradualmente la memoria-, Luis Buñuel decidió escribir su autobiografía Mi último suspiro. A los 70 años el cineasta comenzó a olvidar donde dejaba las llaves, el encendedor o una melodía. Decía: “hay que haber empezado a perder la memoria, aunque sea retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye nuestra vida”. El libro fue escrito mientras intercalaba estancias en la Ciudad de México y España.
[¿Ya viste las 5 películas imperdibles de Buñuel?]
Pobreza y aristocracia chilanga
El Distrito Federal lleno siempre de contraste sirvió para filmar los dos polos de las clases sociales en las cintas de Luis Buñuel, quien supo captar la pobreza de los barrios Atlampa, Tacubaya y Roma para rodar Los Olvidados y la opulencia económica en la película El Ángel exterminador, en una lujosa casa en las calles de Homero y de Pedro Calderón de la Barca en Polanco.
Surrealismo puro
Jean-Claude Carrière, quien apoyó a Luis Buñuel en la escritura de su libro Mi último suspiro, fue inseparable del cineaste durante 20 años. Recordó que el cineasta le dijo que había encontrado en México lo que él llamaba un surrealismo natural, una manera de vivir.
Genio cansado
Tras filmar El objeto oscuro del deseo en 1977, Luis Buñuel se sentía aburrido por la falta de oficio, enfermo, con la sensación de sentirse abandonado por sus amigos y pensando en la muerte con más frecuencia e intensidad en su casa de la colonia Tlacoquemécatl del Valle, al sur del Distrito Federal, así como en sus residencias en Francia y España. Murió en la Ciudad de México en julio de 1983.
No son las únicas historias del DF y Luis Buñuel juntos, ya que también filmó en la Ciudad de México las cintas La ilusión viaja en tranvía (1953), Él (1952), La Joven (1960) y Nazarín (1958).