La historia del brujo que predijo la derrota de Hernán Cortés
Blas Botello, un adivino español que acompañó a Cortés en las batallas en territorio mexica, predijo la historia de la Noche Triste.
Por: Jesús Campos
A pesar de llevar 500 años ya de la caída de México Tenochtitlán, aún quedan relatos misteriosos que son muy poco conocidos. Uno de ellos lo protagoniza del adivino que acompañó a Hernán Cortés a su expedición y que fue uno de sus hombres más inquietantes. El soldado y nigromante Blas Botello de Porto Plata. A continuación la historia de la Noche Triste vaticinada por un adivino.
El adivino de nombre falso
No se sabe a ciencia cierta si Blas Botello era su nombre en realidad, pero de lo que no se duda en absoluto, es que fue un soldado instruido en las artes adivinatorias. Al menos siete cronistas de aquellos tiempos hablan sobre él, sus prácticas y hazañas.
De cómo llegó al nuevo continente nadie lo sabe. Probablemente huyó de España por algún proceso inquisitorial debido sus prácticas heréticas. Blas Botello se embarcó, como muchos otros hidalgos y españoles pobres, en busca de una nueva vida, aspiración que de cierta manera logró, ya que en la expedición de Hernán Cortés poco a poco, encontró protagonismo por sus conocimientos prohibidos.
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A pesar de que en esos años era muy peligroso hablar abiertamente de los gustos por la magia, al estar en una tierra desconocida llena de reinos que no dudaron en enfrentar a través de la guerra a los hombres que venían del mar, Botello no escondía sus saberes porque eran sumamente útiles en las batallas que emprendieron los españoles.
No caía nada mal la ayuda de sus profecías, su gato y su espíritu “familiar” que le ayudaban a saber el futuro en ese momento. Incluso Bernal Díaz del Castillo, el gran cronista de la Conquista de México, comenta en su escrito cómo, dentro de una bolsa que traía consigo a la vista de todos, llevaba ciertos artefactos con los cuales ejercía la adivinación y aconsejaba al conquistador sobre sus acciones tanto políticas como militares.
La profecía de la Batalla de Cempoala
Como muchos recordarán, la acción de Hernán Cortés de llevar a cabo una expedición a tierras americanas no fue aprobada por el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, quien al enterarse de la fundación de la Villa Rica de la Veracruz envió inmediatamente a Pánfilo de Narváez a costas mexicanas para apresarlo y desconocer su gobierno.
La llegada de esta noticia a Hernán Cortés marcó la relevancia de la figura de Blas Botello, quien aconsejó al conquistador que no debía, bajo ninguna circunstancia, dejar que llegara Narváez a Tenochtitlán ya que de hacerlo acabaría con él. Cuentan las antiguas crónicas que las adivinaciones que echó presagiaron que era mucho mejor que atacara por la noche para lograr la victoria.
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Hernán Cortés, de quien se dice no creía en supercherías por su gran fe católica, quizá por miedo e incertidumbre, aceptó obedecer la predicción de su mago. Por suerte o coincidencia, como quieran verlo ustedes, venció sin ninguna complicación a Pánfilo de Narváez, quien quedó preso, tuerto y sin ayuda de su ejército. Pero no todo serían buenos augurios para el conquistador.
La profecía de la Noche triste
Se dice que a raíz de la caída de uno de los conquistadores de su caballo, Blas Botello se puso muy nervioso y le aconsejó a Cortés que cuanto antes regresaran a Tenochtitlán porque algo terrible estaba pasando allá.
Era imposible que supiera, por la gran distancia que les separaba, que Pedro de Alvarado, en esos fatídicos días, había ordenado la matanza del Templo Mayor, y asesinado a mansalva a mucha de la nobleza indígena por llevar a cabo una celebración a Huitzilopochtli y Tezcatlipoca llamada Tóxcatl.
El pueblo mexica tenía sitiados a todos los españoles y aliados tlaxcaltecas en las Antiguas Casas de Moctezuma, parte de lo que actualmente es Palacio Nacional.
Al llegar a Tenochtitlán, Cortés y su ejército fueron encerrados junto a Alvarado. En ese momento, Blas Botello enunciaría desolado su último presagio. Se cuenta que Alonso de Ávila, gente de confianza del conquistador, lo encontró llorando en una de las escalinatas del palacio. Es a él a quien le confiara que “de esta noche no quedará hombre vivo, si no tiene algún medio para salid”.
Ávila le hablará sobre la profecía a Cortés y junto con las peticiones de la mayoría de sus hombres que estaban heridos, muertos de hambre y miedo por el asedio mexica, decidirá escapar por la noche para, según él, pasar inadvertidos.
De lo demás sabemos cómo terminó la historia, la mitad del ejército español murió a manos de los mexicas, entre ellos Botello. Los que tuvieron suerte como él murieron justo en el acto de la huida, pero los que fueron atrapados por los guerreros águila y jaguar, sufrieron una muerte mucho más amarga frente al Teocalli.
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Es Bernal Díaz del Castillo quien relata finalmente lo último que sabemos del adivino. Alguien de los que salvaron la vida en aquella noche encontró la petaca donde llevaba Blas Botello sus instrumentos de adivinación. Dentro de ella, se hallaba la libreta con la que hacía sus predicciones.
Sus últimos escritos fueron símbolos extraños que conectaban frases como “Si me he de morir aquí en esta triste guerra en poder de estos perros indios” seguido de rayas y signos en las que más adelante se alcanzaba a leer “No Morirás”, “Si me han de matar también a mi caballo”, “Si me matarán…”. Al parecer presagió su muerte. De sus demás pertenencias había una réplica hecha de cuero que simulaba un falo que podría o no ser un objeto para rituales adivinatorios.
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Te encomendamos, querido lector, que si algunas vez pasas en compañía de familiares y amigos por la calle que fuera conocida durante cinco siglos como Puente de Alvarado y que desde ahora llevará el nombre de México-Tenochtitlán, les cuentes que fue ahí, donde murieron la mitad de las huestes de Hernán Cortés a manos de los mexicas, incluyendo, irónicamente, al hombre que profetizó lo que irremediablemente sucedería: el nigromante Blas Botello de Porto Plata.