¿Alguna vez te has preguntado de dónde viene la famosa expresión ‘La loca de los gatos’? En realidad, la historia de las mujeres y los gatos es mucho más que el tropo cómico y terrible de la mujer solterona.
Todas conocemos la imagen de la señora mayor solterona y con decenas de gatos: sabemos que funciona como una advertencia y profecía terrorífica del futuro de las mujeres que no se casan ni se vuelven madres. La hemos visto en series y películas una y otra vez. ¿Pero qué si te contamos cómo el estereotipo va mucho más allá de los prejuicios contemporáneos?
Los gatos y la humanidad
En años recientes han habido estudios acerca de la manera en que los gatos domésticos pasaron de vivir de manera libre y salvaje a vivir en nuestras casas y convertirse en los dueños del internet. Probablemente los gatos se autodomesticaron después de que los humanos nos adaptamos a la vida sedentaria y comenzamos a practicar la agricultura y ganadería.
A pesar de que en las primeras comunidades sedentarias no se tenía un verdadero interés por domesticar a los gatos salvajes, algunos de ellos empezaron a explotar los recursos que les ofrecía el vivir cerca de grupos humanos. Así, descubrieron que el almacenaje de granos por parte de las personas atraía a roedores que podían cazar y comer. Esta relación de reciprocidad permitió que las personas aceptaran la presencia de los gatos en sus espacios y evolucionaría en la percepción de los michis como protectores en el antiguo Egipto o guardianes de mercancía en la Edad Media.
Todo cambió cuando los gatos empezaron a reproducirse y se convirtieron en una plaga. Las personas en Europa comenzaron a perseguirlos, torturarlos y matarlos, lo que culminaría en asesinatos de gatos y matanzas gigantescas. La percepción sobre estos felinos daría un giro negativo. De ser un símbolo de protección pasaron a ser considerados como portadores de enfermedades y de mala fortuna.
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Los gatos y las mujeres: El personaje de ‘La loca de los gatos’ en la historia
La conexión entre las mujeres, los gatos y la brujería se remonta hasta la quema de brujas entre el siglo XV y XVIII, en la cual decenas de miles de mujeres fueron asesinadas. En muchas ocasiones junto con sus animales de compañía gatos. En Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, la escritora Silvia Federici explora este fenómeno social como una medida política que buscaba oprimir a grupos de mujeres. Supuestamente, sus prácticas y formas de relacionarse se oponían al orden capitalista e imperialista emergente.
Entre dichas actividades se hallaban la lucha por defender las tierras comunales del cercamiento de terrenos, la medicina tradicional, el acceso a métodos anticonceptivos y cuidados de índole reproductiva a otras mujeres.
Así tanto las autoridades eclesiásticas como las gubernamentales impulsaron la criminalización y subsecuente persecución y ejecución de dichas mujeres a través de la instauración de tratados demonológicos e instituciones opresoras. El nuevo orden social, impulsado por el Estado y la Iglesia, buscaba capitalizar los cuerpos femeninos a partir de su capacidad laboral, sexual y reproductiva para convertirlos en recursos económicos usados a su favor. La brujería sería catalogada por la Iglesia y el Estado como un delito femenino, que se equiparaba a la traición y ameritaba en la mayoría de las veces la muerte.
Muchas de estas mujeres eran obreras o comerciantes y, por lo tanto, dependían de los gatos como compañeros y cuidadores de mercancía. Con esto, asociaron a los gatos con la maldad femenina y la feminidad con la maldad y mala fortuna gatuna. Sin embargo, los gatos y las mujeres sobrevivieron por entre la violencia, así como su vínculo de cuidado y acompañamiento.
Los gatos y las mujeres en la cultura popular
Los estereotipos de género y la misoginia atraviesan la relación entre los gatos y las mujeres. La vinculación entre la feminidad y los gatos de manera negativa se ha manifestado en la literatura, la televisión y el cine. Uno de los primeros exponentes de esto se encuentra en Los Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer a inicios del siglo XV. Aquí, uno de los personajes, una mujer casada, es acusada de ser susceptible a la lujuria y andar suelta, como los gatos.
La sexualidad femenina, desde la visión religiosa y moralista, está vinculada con la maldad; así lo muestran sus representaciones. Catwoman, una de las villanas más famosas en la cultura popular es una manifestación clara de este fenómeno: viste de látex y su arma es un látigo. Catwoman se adecua a los estándares de belleza de occidente; es tan deseable como peligrosa.
Por otro lado se encuentran las mujeres que no se adecuan a dichos estándares y que con sus decisiones de vida van en contra del rol establecido por el patriarcado sobre nosotras. Estas mujeres que deciden no ser madres ni esposas y que ejercen su soltería con autonomía subvierten lo hegemónico y, de este modo, representa un riesgo. Y entonces debe ser ridiculizada y expuesta. La crazy cat lady o loca de los gatos se ha vuelto un tropo y un meme: su figura infringe en la sociedad y es más sencillo caricaturizarla que buscar entenderla.
El futuro del cliché de ‘La loca de los gatos’
El cliché de la bruja acompañada de un gato negro, de la mujer con características tan felinas como sensuales o el de la soltera con quince gatos responde al mismo terror generalizado por la autonomía femenina. Estos tres tipos de personajes evidencian a mujeres que deciden ir en contra de la sumisión masculina. La bruja es una mujer que abraza el conocimiento y el poder. Por otro lado, la villana gatuna ejerce su sexualidad de manera libre y la soltera toma la decisión de alejarse de la maternidad y el matrimonio como mandatos femeninos. Todas ellas van en contra del orden establecido. Quizá pronto podamos concebir a todas las que son llamadas ‘la loca de los gatos’ y representadas como más que un tropo.
Antes de que te vayas, échale un ojito a esto: Qué dura es la vida sin gatos.