Devoción a San Judas Tadeo
Por: Paris Alejandro Salazar Rodríguez
La fe mueve montañas y también mueve cuerpos. El 28 de cada mes en el entronque de las avenidas Hidalgo y Paseo de la Reforma se contonean suavemente con la cadencia del cumbiatón y el reguetón de moda de los jóvenes que van a dar gracias o a pagar una manda por “el paro” que les tiro San Judas Tadeo.
A pesar de que la juventud es una etapa en que las figuras de autoridad, llámese padres, iglesia, policía o gobierno, son rechazadas, los jóvenes capitalinos hicieron suya la devoción al santo de las causas imposibles y perdidas, imponen su moda, usos y costumbres con o sin la venia de los feligreses de antaño el Templo de San Hipólito.
Wapiteñas y lo tepichulos sobresalen y son mayoría, siempre dispuestos a bailar, cotorrear, “activar” y echar fe. Llegan por el Metro, en microbús, caminando o en reggetoneta (motoneta “tuniada” con luces de xenón y equipo de sonido). La moda se define como Tepigoga y Tepicrazy.
Ellas, sexys, con pantalones de mezclilla pegados -casi metidos con calzador-, blusas de colores entalladas, escotadas y dejando ver obligo, sombras coloridas en las pestañas y ojos adornados con unas grecas pintadas con delineador y rematadas con algunos brillos.
Ellos, buscando intimidar, con cortes de cabellos tipo mohicanos desvanecido y algunos “rayitos”, pantalones entubados, con gorras recargadas en figuras, lentes de colores, piedrantes -una variante de diamante económico- y camisetas tipo trailero acalorado. Ambos con tenis tipo Jordan y algún distintivo de San Judas Tadeo o los colores verde, blanco y oro. <a href="https://www.youtube.com/watch?v=UUieiT49xGE%5D">https://www.youtube.com/watch?v=UUieiT49xGE
Los chavos van a agradecer el “bisnes” logrado, la conquista de la novio/a, que no fueron agandallados en la calle, el trabajo conseguido, la salud de la pandilla, favores individuales. Cada uno paga la manda a su manera, hay quienes obsequian dulces, comida, rosas, estampas, amuletos, oraciones, y si no hay dinero la cubren caminando desde el barrio hasta el templo, tres, cuatro, cinco horas cargando la imagen San Judas Tadeo.
Vienen de toda la ciudad y sus periferias, principalmente el oriente, Iztapalapa, Iztacalco, Nezahualcóyotl, Ecatepec, Chimalhuacán, Los Reyes, Ixtapaluca, también del norte de Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Naucalpan, Tlalnepantla, de distintos puntos.
Y todo esfuerzo tiene su recompensa, por eso en la placita Francisco Zarco contigua al templo es una oasis del reventón, el ligue y la “activación”, suena la música en mochilas con bocinas como la de los vagoneros, regetonetas o el celular, comienzan a cerrarse los puños y a enrojecer las narices como la de Rodolfo el Reno.
“Yo le pedí a San Juditas, una nenita bonita, que se vista chacalona y que no ande de loquita… este 28 voy a ir a San Juditas, a pedir una nena que se vea bonita, que se vista fashion GOGA… Y que en la tardeada no ande de loba, y que mis mensajes nunca me revise, que se dé cuenta de cuenta de cuánto la quise y que no se fije en la cosa que hice…” suena la canción de El Habano.
Además de temas como “Fashionista de Ixtapaluca”, “Dale gata suelta”, “Buum, buum, mamy suéltale”, “mueve tu faldita”, “Dupstoton por delante”, de los Dj´s Alucito, Bekman, Ashlek, Urbek, Pablito Mix, con lo mejor del reguetón y cumbiatón, ojo no son lo mismo, hasta entre los perreos hay ritmos. Y hay que tener cuidado porque en un movimiento del baile de “la licuadora” te andan arrimando el “cheto” o te toca “arrimón de tamagochi”. <a href="https://www.youtube.com/watch?v=ESno72nxPZ0%5D">https://www.youtube.com/watch?v=ESno72nxPZ0
En la ciudad se ha creado un rechazo mayoritario a estos “niños de San Judas”, algunos los llaman despectivamente “chakas”, lacras, inhaladores de solventes, “la rata”, mugrosos, malandros, nacos y drogadictos, y se les acusa de “talonear” en la calle.
La ciudad tiene sus contradicciones, por ejemplo, si una chica de tez blanca usa el fleco tipo chilindrina (que sirve además para ocultar los barros de la adolescencia) y usa lentes de pasta es hipster, pero si la joven es de piel morena y chaparrrita es una reguetonera o una chaka.
Un creyente es una persona que cree. Un devoto puede manejar un Mercedes Benz, asistir a espectáculos costosos en Santa Fe y comer en restaurantes gourmet, igual puede viajar en microbús, bailar en perreos y comer tacos de venado callejero afuera del Metro Hidalgo.
La gente trata a San Judas Tadeo como un miembro de su familia, es alguien incondicional en quien pueden confiar, que no juzgara sino que “te hace el paro”, que no exige y siempre estará al alcance de una oración.