Chilango

David Alipio, el zapatero del Salón Los Ángeles

Paris Alejandro

Bailador no hay ritmo, se hace ritmo al bailar. En la pista los zapatos sí hacen al bailador porque dan comodidad y elegancia, pero hay algunos que deslumbran y emocionan. Así son los pares que fabrica de manera artesanal David Alipio, el zapatero del Salón Los Ángeles desde hace 30 años

Con ocho cajas amarradas por mecates en cada mano entra David al templo de danzón en la colonia Guerrero, camina pegado a la pared y se enfila a un pequeño nicho. Deposita en el suelo las cosas y se persigna. Hace una oración suave, se toca el pecho e inclina un poco la cabeza. Le pidió a “San Dámaso Pérez Prado” que sea una noche llena de diversión y de buenas ventas. Aquí se le reza al “Rey del Mambo”.

San Pérez Prado (Paris Alejandro)

Levanta los paquetes y se coloca a un costado de las mesas, casi de frente al guardarropa. Con movimientos suaves, David acomoda una por una las cajas sobre un tablón y ceremoniosamente saca cada par para que luzcan, pero sobre todo conquisten y enamoren al bailador. La Danzonera de Felipe Urban interpreta “¿Dónde estás corazón?” y los parroquianos comienzan a deslizarse sobre la pista.

Al descubrir cada par de zapatos sus ojos toman un color mineral detrás de los lentes, adquiere la misma mirada de un padre orgulloso de su hijo, aunque fabrica 14 pares de hombre y 9 de mujer por semana en el taller ubicado en República de Argentina, cada uno le dolió y lo sintió diferente, es único y especial porque invirtió horas y talento. Un hombre es su creación.

Zapatero oficial (Paris Alejandro)

Y recuerda: “la necesidad y la obligación de salir adelante me hicieron que a los 13 años pidiera trabajo en un taller de zapatos cerca de la casa allá por Libertad, con Peralvillo y Jesús Carranza, había muchos talleres de maquila. A los 18 años me hice mi primer par y de ahí me salió la idea de vender. Andaba con una persona que estaba en el ambiente del baile y de ahí agarré conocimiento para hacer el zapato combinado”.

Suavecito (Paris Alejandro)

Los zapatos, tanto de dama y caballero, así como los de pachucos, tarzanes y rumberas brillan, son más de 60 colores, cortes, números y estilos para combinar con las diversas posibilidades del pantalón, los calcetines o la camisa.

Desde hace más de tres décadas David es el zapatero oficial en el Salón Los Ángeles pero su camino para alcanzar el prestigio y reconocimiento de los bailadores le costó tiempo: “el oficio lo comencé desde chico, fui primero chalán, de ahí comencé a ver cómo se fabricaba el zapato, me hice ayudante del montador, del ensuelador y el cortador. Aprendí a hacerlo todo, desde cortar, montar ensuelar, entaconar y acabar el zapato, pero lo más difícil de aprender fue la maquinada del corte”.

Variopinto (Paris Alejandro)

El calzado que ofrece David es tan variado como el precio, va de acuerdo a lo que el bailador quiera invertir en su imagen. El zapato de bigotera sencillo para hombre, es decir, el de dos colores, puntera y agujeta a un lado cuestan 600 pesos y si se quieren cosidos a mano alcanzan los 800 pesos. Hace las combinaciones de color que el cliente pida, pero los más caros que fabrica son de pieles exóticas y llegan a costar dos mil 500 pesos.

Su peregrinar por los distintos procesos de maquila del calzado se repitió en la búsqueda de un lugar para ofrecer sus creaciones, pasó por el Gran Salón Tlatelolco, Salón Romo y La Maraca

Calzando al bailador (Paris Alejandro)

“Yo iba con una persona que le dicen el ‘Chivata’ a vender zapatos en el Salón Los Ángeles, a raíz de eso aprendí todo el movimiento. El ‘Chivata’ se fue y no me dio retirada, dejó la plaza libre. Entonces yo comencé a hacer lo mío, hablé con la señora Nieto y me dio permiso de vender los martes y los domingos aquí”, relata David. 

Esta noche porta unos zapatos de piel y ante negros, pero sus favoritos son unos de color blanco con fucsia, cuenta que le da mucho orgullo ver sus diseños en las pistas de baile y se siente satisfecho de fabricarle calzado a personajes como el Comandante Jesús Terrón, el Chamaco Aguilar, los integrantes de Grupo Venezuela y Descarga Sonora, entre otros.

Uno de sus clientes es don Luis y un bailador de 70 años, quien después de una pieza certifica con sudor en la frente la calidad del calzado de David, ya que tiene tiempo comprándole y le encarga otro diseño de zapato de dos colores para combinarlo con su nuevo traje que estrenará una noche de abril en el Salón Los Ángeles. “Si te quieres ver bien hay que invertirle, y como no tomo, ni fumo, ahorro mi dinero para vestir elegante”.

Don Luis (Paris Alejandro)

Con voz serena dice que no le teme a los otros fabricantes de calzado para pachucos, tarzanes y rumberas, “si hay competencia, pero metiendo material bueno y mucha creatividad sí vendes. Lo que la gente busca es la suavidad, el forro, que esté acojinada la plantilla y suela de cuero, tanto de hombre como para mujer, porque ahorita todo es de hule”.

A todo danzón (Paris Alejandro)

La danzonera termina su presentación y se comienzan a acomodar en el escenario los integrantes de La Única Sonora (música de Matanceras) para iniciar con “Yo no soy guapo”, David le encarga el negocio a su hijo -que no le quita la mirada a su smartphone- para invitar a una dama y lucir los pasos que aprendió en el barrio y que también practica en el Salón Candela los días que descansa.

Probando calzado (Paris Alejandro)

Regresa después de 4 minutos de intenso baile y concluye: “Yo disfruto a hacer zapatos y  venderlos, no vives holgado, porque no es mucho, pero no andas apurado”.