La escritura como un acto instintivo: una entrevista con Cynan Jones
Platicamos con el escritor británico sobre el origen y el proceso de escritura de "Tiempo sin lluvia", su primera novela
Por: Fernando Hernández Urías
El sello argentino CHAI Editora acaba de aterrizar en nuestro país con Tiempo sin lluvia, un hermoso relato de poco más de 140 páginas que narra la historia de un hombre, Gareth, quien pierde una vaca y se ve obligado a salir a buscarla. Pero no hay que dejarse engañar ni por la sinopsis ni por el tamaño del libro, ya que su lectura deja una experiencia verdaderamente rica y gratificante para el lector.
Publicada originalmente en 2006, se trata de la primera novela de Cynan Jones, con quien platicamos desde Gales, su país natal, sobre el origen de la historia, su proceso de escritura, la literatura latinoamericana y varias cosas más.
Tiempo sin lluvia se publicó originalmente en 2006. De hecho, fue tu primera novela. ¿Qué se siente estar hablando de ella 14 años después? ¿La has vuelto a leer?
Es una experiencia muy extraña, porque con el tiempo cambias como persona y cambias como escritor. Además, el libro tiene una vida por sí mismo. Así es que, 14, 15 años después, al estar hablando de mi primer éxito, tengo que ser fiel al escritor que era en aquella época, y no ahora, siete libros después. No releo mi trabajo después de que es publicado. Pienso que es algo que debes superar, de otra forma sería imposible. De hecho, incluso cuando hago lecturas en público, cambio un poco del texto, porque realmente nunca es tan perfecto como quisiera que fuera. Pero realmente es increíble tener un libro que es tan diferente y cuya escritura fue tan rápida y espontánea. Estaba muy consciente de que al ambientarlo en un pequeño lugar de Gales quizás nunca saldría de aquí y no sería leído en otras partes. Y el hecho de que haya tantas traducciones es, para mí, verdaderamente increíble.
¿Puedes contarme un poco sobre el proceso creativo? Por la nota final, supongo que la idea surgió de una historia familiar. ¿Es correcto?
En realidad, lo que ocurrió fue que, cuando tenía 22 años, decidí que intentaría escribir, pero me di cuenta de que no sabía cómo hacerlo. Había leído bastante, había escrito algunas cosas, pero estaba consciente de que no tenía la habilidad. Así que me fui a vivir a Escocia hasta los 28 años, y trabajé escribiendo cosas publicitarias, como una especie de entrenamiento. Y me puse como objetivo volver a casa, en Gales, para dedicarme a escribir literatura por dos años. Mis primeras historias estaban ambientadas en ciudades, eran seudointelectuales, eran copias de otros libros; pero, de repente, hacia el final de los dos años, se me ocurrió que podría escribir una historia sobre un lugar muy mío, la granja de mis abuelos, donde crecí y pasé gran parte de mi tiempo, y retomar las experiencias que viví al crecer. Así que empecé a escribir muy rápido. A mano. Sentía como si la historia estuviera frente a mí, así que podía verla. Fui muy cuidadoso. Escribí cada uno de los capítulos, y cuando terminé lo pasé a máquina, lo releí, se sintió bien, muy sólido. Hice muy pocas correcciones. Me tomó diez días. El proceso completo de redacción me tomó diez días. Pero creo que fue porque la historia estaba ahí. Así que, la otra respuesta podría ser que me tomó 30 años y no diez días. No se trata de una granja en específico ni de un evento en específico. Se trata de experiencias. Y la conexión familiar es mi abuelo, quien cambió de profesión para dedicarse a la granja, y escribió sus memorias en galés justo antes de morir.
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Justo dices que como se trataba de una historia tan local te daba miedo que no saliera o fuera comprendida por lectores de otros lugares, pero también hablas de que surgió de una especie de necesidad personal. ¿Qué crees que es lo más importante cuando escribes? Porque creo que este libro es realmente honesto y profundo. Y creo que no importa si ocurre en un pueblo pequeño o en una gran ciudad, porque hay algo en Tiempo sin lluvia que ayuda a conectar con varias personas.
Estoy de acuerdo. Y creo que mencionas dos cosas muy importantes al escribir: honestidad y profundidad. Integridad. Si una persona como yo intenta escribir una historia de un asesor financiero en Londres es una mentira. Lo puedo intentar desde fuera, pero lo hago con la mirada de un visitante. Mientras que, si escribes como producto del lugar en el que has crecido, el lugar que te hizo ser lo que eres, entonces la autenticidad ya está. No tienes que trabajar en ella. Y en términos de la historia también coincido en que debe de haber algo universal. Así que, realmente, la granja, la vaca y todos esos escenarios, son una estructura. Esencialmente, Tiempo sin lluvia cuenta la historia de una persona que ha perdido algo y que intenta encontrarlo, y se distrae mientras lo hace. La misma historia, quizás, podría ocurrir en un departamento en Guadalajara, donde el protagonista busca un USB en donde guarda una presentación importante para el trabajo. Así que se vuelve universal.
¿Cómo ha cambiado tu método de trabajo y tu idea de la literatura desde la publicación de Tiempo sin lluvia a la fecha?
Creo que cuando escribí esta novela era un poco más ingenuo. Particularmente como la escritura fue tan rápida e instintiva, esa ingenuidad fue muy importante. Me sirvió para guiarme instintivamente para formar la narrativa. Son solo 28 mil palabras. Y hablé con editores que me pedían que al menos fueran 35 mil. Así que cuando envié el manuscrito mentí, pero tras leerlo aceptaron publicarlo. Así que fue un acto instintivo, y eso ha permanecido conmigo. La confianza. Ese libro me confirmó que debes seguir tu instinto y ser valiente como escritor. Y que debes de confiar en la historia. El problema fue que, luego de que escribes una novela en diez días, piensas en escribir otro libro y el reto es distinto. Así que para el siguiente proyecto me propuse crear una estructura narrativa más convencional, quería que fuera más largo, y lo intenté. Pero, una vez más, sentí que debía de hacerle caso a mi instinto. La tejonera [el segundo libro de Cynan Jones, también traducido al español] tenía en un principio 90 mil palabras, porque tenía la presión de escribir una historia más larga. Empezaba en Roma, antes de la Segunda Guerra Mundial, pasaba por otras partes de Italia y luego sucedían cosas en Manchester… Era una historia muy grande. Y la última parte era sobre un granjero y un hombre que caza tejones con perros. Después de dos años, cuando la leí, vi que las 90 mil palabras no servían, así que corté 60 mil, y la publiqué así. Y creo que justo lo que aprendí con Tiempo sin lluvia me ayudó a tomar la decisión. Cove, que también será traducida al español, tiene 11,500 palabras, pero en un principio eran 30 mil. Así que todas han sido diferentes, pero siempre hay un instinto y una fe en cómo se debe contar la historia. Y eso lo aprendí leyendo literatura asombrosa. Cuando leo a un escritor que hace cosas valientes o increíbles, entonces sé que es posible.
Hablas del impacto de otros escritores en tu obra, y justamente quería preguntarte, ahora que Tiempo si lluvia es publicado por una editorial argentina, si tienes algún vínculo o influencia de la literatura latinoamericana.
Creo que, como lector, cuando eres joven atraviesas por varias fases. Yo le llamo mi fase de oruga. Cuando era joven leía y leía. Comía libros. Recuerdo que el primer gran impacto fue cuando leí por primera vez a Gabriel García Márquez. Mi mente explotó y pensé que era un mundo completamente diferente. Leí también a Isabel Allende. Quizás es algo más romántico. Tenía 16 o 17 años. Es la edad en la que lees a Thomas Hardy, cosas más románticas. Laura Esquivel. Recuerdo haber leído Como agua para chocolate, la comida es otra de mis pasiones. Y algo que llamó mi atención es que estas historias latinoamericanas tienen una conexión similar con el lugar donde ocurren como en mi cultura. Donde el lugar define a los personajes. Y en otras culturas no sucede así.
Ya habías hablado sobre esto. Hay quienes podrían pensar que Tiempo sin lluvia y La tejonera tienen pocas páginas. Pero en ambos, me parece, nada hace falta y nada sobra. Me parecen como artesanías, o como si fueran bonsáis. Así que quería preguntarte cuál es el principal objetivo que persigues cuando escribes.
En los bonsáis hay mucho recorte. Es una búsqueda constante para encontrar la forma perfecta. Persigues cómo decir lo más posible en el menor espacio. En Tiempo sin lluvia todo fue muy instintivo y muy poco fue editado; mientras que en La tejonera hubo un gran recorte, pero no al nivel de las oraciones. Y en Cove sí fue al nivel de los enunciados y las palabras. Rescribir y rescribir. Y en ese caso lo haces porque confías en los lectores y estás consciente de que son individuos creativos, inteligentes, compasivos. Así que lo que persigo es ofrecerles la menor cantidad de información para crear el mayor efecto. Si quiero describir una playa, tengo dos opciones: o hacerlo de la forma más detallada o dar uno o dos detalles para que cada quien imagine su propia playa. Es más arriesgado, quizás, pero si lo logran van a sentir como si realmente hubiesen estado ahí, como si el lugar fuera suyo. Al final, la persecución tiene que ver con el menor esfuerzo en el texto para crear la máxima cantidad de reacción por parte del lector.
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Y seguramente esa “reducción” implica un gran esfuerzo.
Para darte un ejemplo, Cove, que creo que me tomó un poco más de dos años, fue un proceso increíblemente difícil. En un principio confías en una idea, y realizas la investigación necesaria para crear un mundo, crear una historia. Y después sigue lo que yo llamo “el aterrizaje”, que para mí es como sacar un pez del agua. Eso es emocionante, es un gran reto, y como todo es nuevo, se vuelve muy apasionante, pero ahí es donde comienza el trabajo. Quizás la has escuchado, hay una frase que dice: “Siento mucho haber escrito una carta tan larga. No tuve tiempo de escribir una pequeña”. Y creo que es el caso con los libros. Debes de ser muy cuidadoso y tomarte tu tiempo. Y, después de todo eso, tienes que hacer que parezca sencillo.
En este libro la naturaleza juego un papel muy importante. Aparece como un escenario en el que los humanos somos más vulnerables y sensibles. ¿Qué es lo que más te atrae de la vida en el campo?
Creo genuinamente que este es el lugar que me hizo. De ahí es de donde soy. El pueblo en el que crecí se puede recorrer de punta a punta en dos horas. Y, para ser sincero, me pregunto todo el tiempo por qué la naturaleza tiene un rol tan importante en mi trabajo. La respuesta tiene que ver con que, cuando era pequeño, todas las historias que escuchaba tenían que ver con lo que me rodeaba, con el bosque, los árboles. Y ahora, a los 45 años, estoy haciendo exactamente lo mismo.
A lo largo del libro está muy presente el sentimiento de que algo muy importante o trágico está por suceder, como la muerte de Curly. Pero al mismo tiempo, todo está sucediendo en la mente de los personajes. Afuera, todo parece silencioso, pero en sus cabezas parece haber una tormenta.
Creo que esa es otra cosa de la que no hemos hablado. Tiempo sin lluvia me permitió escribir sobre personajes realizando actividades físicas, y como, mientras hacen eso, los pensamientos los acompañan y se disparan. En La tejonera eso también sucede. Es una forma diferente de lidiar con lo que está ocurriendo en tu mente. Y lo que pasa es que cuando escribes sobre el campo puedes ver algo hermoso y un minuto después te puedes encontrar con algo horrible. Así que constantemente recibes diferentes imágenes, y tu cerebro intenta procesarlas relacionándolas contigo y con tu forma de ser y lo que sabes. Era muy importante para mí que los personajes hablaran consigo mismos al tiempo que trabajaban en otras cosas. El protagonista tiene todas estas preocupaciones, y solo está esperando que algo malo ocurra para poder pensar que por fin terminó la espera. En estos ambientes la gente trabaja muy sola y todo el tiempo estás hablando contigo mismo. No te puedes sentar en cafés o ir a un bar después del trabajo.
Otro de los temas centrales del libro, me parece, es la soledad. A pesar de que los protagonistas son familia, todos están por su cuenta, e incluso parecen sentirse abandonados. Como si estuvieran resentidos unos con otros.
Sí, tiene que ver con lo anterior. No hay una vida social en estos ambientes. Cuando trabajas en la ciudad, si vas a una oficina, puedes estar frustrado con tu jefe o con algún colega; pero si trabajas en una granja, por tu cuenta, ese colega es tu pareja o tu familia. Todos están en un mismo espacio. Dylan, el hijo, sabe que tiene que irse de ahí para estudiar la universidad. Ama el lugar, pero sabe que tiene que salir, porque tiene miedo a quedarse atrapado en la granja.