Dentro de un taller de cartonería preparándose para el Día de Muertos
Pasamos una mañana conociendo cómo se trabaja en el Taller Alcaraz de cartonería mientras hacían catrinas y calaveras para el Día de Muertos.
Por: Paola Loera
¿Te has puesto a pensar todo el trabajo que conlleva hacer una calavera de cartonería? Realizar estas piezas implica un amplio conocimiento de artes plásticas y materiales, tiempo, mucha paciencia y años de práctica. Nuestro respeto a todos los que se dedican a la cartonería, la neta. Para conocer mejor de qué va este trabajo visitamos a Rodrigo Alcaraz, el jefe de jefes en Taller Alcaraz —también conocido como Piñatas Bar por los compas—, quien nos compartió acerca de su proceso creativo.
Paréntesis cultural: ¿qué es la cartonería?
Este arte popular consiste en la creación de figuras a partir del modelado de papel. Aunque se puede hacer cualquier figura, las más tradicionales son los Judas, catrinas y calaveras. Según historiadores, la cartonería nació durante el Virreinato con la quema de Judas —los de Semana Santa—hechos con paja y de ahí fue evolucionando.
Quien popularizó las calaveras fue el grandísimo José Guadalupe Posada, dibujante y litógrafo creador de La Catrina. Lo que hizo este muchachón fue dibujar caricaturas en periódicos que criticaban a la sociedad porfirista utilizando calaveras caracterizadas como indios, adelitas, porfiristas y hasta ratas. La crítica era severa, amics. Tiempo después la cartonería retomó estas figuras y el resto es historia.
Un arte popular familiar
Como muchos cartoneros, el taller de Rodrigo se encuentra en el patio de su casa —como diría Tatiana—, donde ha colocado varias mesas a manera de estudio. Alrededor de él hay pinturas, pegamento, pinceles, cutters y varios envases de quién sabe qué tantos materiales. La producción no ha parado, así que mientras elabora un pedido de una jaula de pájaros y unos panes de muerto, nos platica acerca de este negocio familiar.
“Llevo 15 años en las piñatas y 10 años en la cartonería”, dice. Todo comenzó porque parte de la familia de su mamá se dedicaba a las piñatas de picos, después, su abuelo Luis Alcaraz le entró al negocio y le enseñó a Rodrigo lo que sabía. “Mi abuelo era mil usos, también era muy creativo, hasta robots de lata construía. Como eran muchos en su familia comenzó a hacer piñatas de figuras. Otros familiares que se dedicaban a los negocios le empezaron a meter esa idea. Hicimos una prueba y si jaló”.
Hacer una producción de piñatas y cartonería es muy laborioso, por lo que la familia tiene que ayudar. Mientras Rodrigo termina un pedido urgente, su papá empapela algunos moldes, su hija pinta unas catrinas y otros más hacen labor de venta. Para que se den una idea, en piñatas es algo así: “Una familia logra hacer 10 piñatas diarias, toda la familia, incluyendo a tíos, primos y sobrinos hace 50 al día. El año pasado no entró toda la familia porque no hubo trabajo. Pinche pandemia. pero este año ya estamos todos”.
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Los caminos de la vida
Rodrigo comienza a enseñarnos piezas que se encuentran en su taller, desde un luchador de calavera que se encuentra en reparación hasta un Héctor de la película Coco que falta ensamblar. Por todo el patio hay piezas, en obra negra y terminadas, de las cuales se siente muy orgulloso. Pareciera que eligió dedicarse a la cartonería, pero la neta es que esto se dio de chiripa.
Pese a que su fuerte son las piñatas para reventa en el Mercado de Jamaica, lo que más le late a Rodrigo es la cartonería y es la chamba que hace en el taller. Mientras nos enseña unas fotografías de trabajos previos, nos cuenta: “La verdad es que la cartonería no fue planeada, se fue dando. Desde niño me han gustado las artes plásticas, por eso tomé este taller en la secundaria. Después entré a una empresa de carros alegóricos, esa que hacía los del desfile Coca Cola y ahí me fijé en cómo hacían la talla más rápido. Ahí es dónde aprendí desde lo básico”.
Ya pasa del medio día, así que sacan unas chelas para amenizar la jornada. Mientras afuera unas personas regatean el precio de una catrina que toma más de 24 horas de trabajo, Rodrigo termina la primera jaula y se mete más en la plática. “Comenzamos con las piñatas de picos, pero como se terminó la temporada de picos decidimos hacer moldes para otras piñatas. Ya después me pidieron un trabajo de cráneos y de ahí surgió la idea de hacer la temporada de día de muertos, entrando a septiembre sólo realizamos calavera y catrinas”.
Cartonería para Los Ángeles Azules
Cruzando la calle, justo donde da el sol, hay una piñata de picos secándose. Afuera del portón del taller, la familia entera ayuda con unos gatos calavera, unas catrinas y hasta un cráneo. Aquí hacen cualquier figura de cartonería que pida el cliente. La mayoría pide enormes piezas decorativas para restaurantes y hoteles, aunque también han hecho trabajos para partidos políticos, salones de fiesta y para los mismísimos Los Ángeles Azules. ¡Asumakina! Con mucho orgullo nos cuenta que para ellos armaron unas enormes máscaras estilo tribal que decoraron uno de sus conciertos. “Su manager nos mandó fotos y videos de todo, se veía bien chingón”, dice mientras pasa las fotos en su celular.
Aquí hay música, risas, doble sentido… pura cábula. Por momentos se olvida el complejo trabajo de la cartonería. Mientras nos señala un enorme catrín que resguarda el taller dice “Para una catrina de tres metros se lleva 4 días. Después de empapelar, que es lo más tardado, hay que esperar dos días para que se seque y luego un día completo para decorarlo”. Ya saben chavos, no regateen su trabajo.
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De periódico a calavera
En el Taller Alcaraz todo sucede a la vez, son muchos los pasos que se requieren para hacer una figura y trabajan con el tiempo encima. Sobre la mesa hay un molde de cráneo que Rodrigo nos muestra: “Primero se necesita tallar el molde, antes se hacían con yeso o cemento, pero ahora es más práctico hacerlo con unicel. Se hace la talla de la figura, luego se empapela con periódico y engrudo; y después con papel mache o craft para tapar la tinta del periódico”.
Sobre la banqueta hay algunas catrinas y cráneos de papel craft secándose para ser pintadas. Dependiendo del tamaño de la pieza es el tiempo que se necesita, puede ir desde las 4 horas hasta varios días. El papá de Rodrigo nos acerca un gato empapelado que está listo para lo que sigue. “Se blanquea para que agarren bien los colores y luego se pinta o se le pone papel mache”, añade.
Estos son los pasos para una figura sencilla, pero algunas llevan más detalles. En la mesa contigua hay una pequeña catrina con un vestido floreado al cual hay que colocar una a una las flores de su traje. “Nomás para el vestido son como 2 horas”, nos asegura. Otras catrinas llevan vestidos con diamantina, plumas, pedrería… el límite es la imaginación. En su celular nos enseña la foto de un curioso boxeador calavera que hizo en 2019.
En 10 años son innumerables las piezas de cartonería que ha hecho, desde réplicas de Tláloc, hasta un Mickey mago. Pero de la que más orgulloso se siente es un auto de Fórmula 1 en tamaño real que hizo el año pasado. “Me llegó un bloque de 5 metros y andaba inspirado con el ruido de las carreras, se escuchaba hasta acá. Fueron tres meses haciéndolo, tenía muchos detalles”. Debido al tamaño de la colosal figura lo tiene en la casa de su suegra, pero nos muestra publicaciones del espectacular trabajo. “Está a la venta, pero estaría chido que el Checo Pérez lo firmara”. Internet, haz tu magia.
La fiesta sigue en el Taller Alcaraz, pero también el arduo trabajo para sacar todos los pedidos y algunas piezas a la venta del público. Varios automóviles se detienen para preguntar por el precio de las piezas y regatean para obtener un descuento. La neta quedan muy ma, chavosl. La cartonería es un trabajo laborioso, implica el trabajo de familias completas y días enteros para armar las piezas, hay que valorar estos conocimientos, no por ser trabajos manuales requieren menos esfuerzo.
Mientras Rodrigo comienza con la siguiente jaula, sus tíos nos despiden del taller, no sin antes echarnos aguas para tomar una foto desde la avenida. Platicar con ellos fue una experiencia por demás agradable, no sólo es un taller que hace piezas de cartonería espectaculares, dignas de una exposición, sino que es un punto de reunión familiar que preserva tradiciones mexicanas. Ya lo saben, si andan buscando una catrina para su ofrenda o quieren algo personalizado, los chidos están en el Piñatas Bar.
Dónde: Agiabampo #140, Pueblo de la Magdalena Mixiuhca.
Horario: Lun-Sábado 10-18 h
Teléfono: 55 2354 6160