Confesiones de un Rey Mago Chilango
Por: Paris Alejandro Salazar Rodríguez
Alfredo Rodríguez lleva una doble vida, su esposa e hijos lo saben y no se molestan. A pesar de no llegar a dormir a la casa, llamar poco al teléfono celular, ausentarse por semanas completas y pasar la noche con alguien más, su mujer lo apoya.
El trabajo de Alfredo consiste en sonreír y ser amable, pero su señora no lo cela ni lo espía. Alfredo personifica a Melchor, uno de los Tres Reyes Magos que tiene su escenario en la tradicional Romería Decembrina en la Ciudad de México, ahora ubicada en la avenida Buenavista de la Delegación Cuauhtémoc.
Alfredo un joven de 27 años pasa más de 8 horas al día vestido como un rey de Oriente, de pie y alternando ambas manos en los saludos a las familias, en ese lapso solo tiene 20 minutos para comer algo e ir al baño, no más tiempo, a veces unas galletas y un refresco, porque perdería clientes. Esa es su rutina durante cuatro semanas, porque también personifica a Santa Claus. Platicamos con Alfeedo, quien con voz rasposa por el frío, nos contó qué hay detrás de un Rey Mago Chilango y algunos secretos de su personaje.
¿Cómo te convertiste en un Rey Mago?
Vine a pedir trabajo. Hace seis años me tocó picar piedra. Me pagaban con una torta y un refresco. Nosotros no tenemos sueldo, a veces es por pura propina. Hay días que está muy flojo y es cuando no te llevas mucho para tu casa.
¿Se vive bien personificando a Melchor?
Hace un tiempo nos pagaban $100 o $150 pesos por día, y eso mismo te gastabas en el taxi de regreso a tu casa y no tenía chiste, pero es muy bonito porque estás con los niños, ves muchas sonrisas, te dan su carta y con toda confianza te piden sus juguetes, y es muy bonito sentir esa emoción.
¿Cuál es tu preparación de Rey Mago?
Fuera de este ambiente soy una persona normal. Tengo un trabajo, soy promotor en mercadotecnia, eso me ayuda a tener trato con la gente y con los niños. Me preparo todo el año en tratar de no enfermarme en estas fechas, además leo libros infantiles y veo algunas caricaturas para conocer de qué me hablan los pequeños.
¿En qué ha cambiado tu personaje en seis años?
Tengo más comunicación con la gente. Antes me daba pena, pero vas tratando y ahora es una parte de mi. Ponerme el traje me transforma. Cuando me subí por primera vez al escenario, de los nervios me daban muchas ganas de orinar, me retorcía de la pena, quería esconderme, así como híjoles…pero ahora ya es parte de mi, de una rutina, de subirte confiado y en lo que vas a hacer y echarle los kilos…
¿Qué le haces a las cartas que te dan los niños?
Al término del trabajo me quito el traje y me pongo a leer las cartas. Me gustan, me emociona leerlas, hasta las faltas de ortografía de los niños son lindas. Guardo las cartas en mi casa mientras les busco un destino, no quiero tirarlas a la basura ni quemarlas.
¿Cuál es la carta que más recuerdas?
La de un niño de la calle, un limpiaparabrisas, me dio un sobre con su carta y una cajita. Esa cajita tenía leche y galletas que él había comprado para los Tres Reyes Magos, me dijo que prefería no comer esa noche para que nosotros tuviéramos fuerzas de llevarle su regalo por la mañana. Eso me movió mucho el corazón. Guardo con cariño esa carta. El pequeño pedía en su carta una familia con la cual vivir, porque no tenía a nadie. Le compramos un regalo al niño y se lo entregamos. Además aquí tenemos algunas labores y lo invitamos a trabajar en tareas sencillas cada temporada, pero este año no lo hemos visto.
¿Hay rivalidad, envidia, entre los distintos Reyes Magos de los escenarios?
No, cada quien respeta su trabajo. Si por ejemplo, los demás lo hacen bien, nosotros debemos hacerlo un poquito más, o sea echarle el 150 por ciento de ganas. Sí hay competencia por saber quiénes son los mejores, pero siempre hay que tener la frente en alto, con todo el ánimo y salir avante.
¿Qué es lo más difícil que te has encontrado siendo Rey Mago?
Lo más complicado es no ver a mi familia durante un mes, yo vivo en Tláhuac y para no gastar los $100 pesos que me pagan en un taxi, me quedo a dormir debajo del escenario, tengo una colchoneta y por las mañanas me aseo en un baño público. A veces el frío está muy duro y ni con las cobijas se quita, uno se tiene que aguantar, tratamos de distraernos con la televisión y el radio. Lo mismo le pasa a los otros compañeros.
Me ha tocado trabajar con lluvia. Mi mamá se cayó hace unos días y tiene cinco fracturas en la pelvis, me duele no poder estar con ella, ahorita está en observación. También algunas personas piensan que porque estás ahí arriba (en el escenario) eres ratero o algo, digo por tanta delincuencia, te comienzan a tratar mal porque piensan que los vas a asaltar y otros a la hora de pagar comienzan a discutir para darte lo que ellos quieren por la foto.
¿Qué travesuras y maldades recuerdas de los niños?
Hay niños muy serios y unos muy traviesos y hasta groseros, uno se encuentra de todo y no queda de otra más que sonreír. Me han jalado la barba para saber si es de verdad y me llevé un buen golpe con el elástico; el vestuario me lo han roto, me han tumbado la corona. En una ocasión una niña destapó un refresco y lo derramó, se mojó el traje y parte del escenario, tuvimos que parar unos 30 minutos en un buen día y perdimos algunas familias que no quisieron esperarse para tomarse la foto.
¿Se vive bien como Rey Mago?
Hacemos bromas con las personas a la hora de pedir propinas, cuando vemos que la gente no nos va a dar nada le decimos que si no traen efectivo aceptamos vales de despensa, boletos del metro y ahora que son más caros ya son un artículo de lujo, joyería de oro y plata, la gente se ríe. Te las tienes que ingeniar para sacar un poco más, ganó como $50 pesos de propinas.
¿Qué te dice la familia de tu trabajo?
Me apoyan, me dan ánimo. Mi cumpleaños es el 23 de diciembre y compran un pastel para comérnoslo antes de que suba al escenario, la pasamos juntos. El 25 de diciembre y el año nuevo llegan con los “topers” del recalentado y darme un abrazo, así han sido mis últimas seis navidades y años nuevos. Mi hija Jennifer se emociona y presume en la escuela que su papá es un Rey Mago.
¿Cuál es el mejor regalo que te ha dado este empleo?
Mi hijo Vladimir nació la madrugada del 6 de enero (de 2013), estaba yo en el escenario cuando sonó mi celular, era mi suegra para avisarme que mi esposa estaba en el hospital, salí de prisa y no me quite el traje, llegué vestido de Rey Mago, sólo me alcancé a quitar la barba, la peluca y la corona. Es mi mejor día de Reyes Magos, mi mejor regalo. Al día siguiente regresé a trabajar por la tarde, era el último día de trabajo, tenía que concluir con mi contrato.
¿Te hace feliz ser un Rey Mago?
No lo veo mucho por el dinero, porque en realidad es poco, pero hacer este trabajo me motiva mucho, me gusta mucho el ambiente, convivir con la gente. Me contagia la felicidad de los niños.