César Rangel es un pintor, fotógrafo y escultor autodidacta que incursiona en un laberinto de técnicas y formas del arte. Su obra conversa con diferentes tipos de mitologías y narrativas inesperadas que crean un discurso juguetón sobre el caos de hacer arte actualmente.

Intencionalidad invisible

Admitiré que uno de los aspectos que me cautivaron de este artista es la falta de intención en sus piezas, lo suyo es una obsesión compulsiva al borde de ensangrentarse los dedos y seguir tallando con una lija. Lo importante es crear. César parece un niño perdido en un mundo que en su andar está distraído y en cualquier esquina encuentra algo nuevo construyendo mundos según las herramientas que le proporcione la vida.

Cuando se habla de un “discurso” del arte la intención parecería bastante significante. No obstante, Rangel abraza lo irónico y lo accidental pues lo suyo es el juego, encontrar lienzos en dónde desplegar su creatividad y a partir de allí darle significado.

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A L B I G R A F Í A

Bukowski decía que el intelectual hacía de lo simple algo complicado y al artista es quien simplificaba lo complejo (parafraseando al alcohólico). En este aspecto el trabajo artístico comienza a necesitar de discursos que complementen la obra estética.

César Rangel es muy juguetón en este aspecto, puede ir de lo más abstracto a lo más hiperreal siempre encontrando cómo dialogar con las mitologías de distintas culturas. No es que se trate de un discurso que justifique lo estético, sino que lo complementa.

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En su último proyecto Albigrafía se trata de una técnica que halló en el 2016 intentando pulir esculturas de poliéster. Ésta consta de lijar una lámina de acrílico hasta que quede áspera. Una vez mojada se dibuja con una lija levantando polvo blanco (de ahí que utilice el prefijo Albus que significa blanco en latín) y éste es el grafito que se develará una vez que se seque al acrílico. No se puede ver la intención inmediata del trazo por el agua y allí encontró una forma ensayística de relacionarse con la mitología:

La técnica guarda una correspondencia mitopoietica impretendida e incalculada con relatos genésicos de diversas tradiciones que asumen un mundo acuático, oscuro y fecundo antes del mundo como un orden diferenciado. Algunos de ellos son el génesis hebreo, el Cipactli mexicano y la Nammu sumeria. Es decir, la imagen como brote desde lo húmedo, sombrío y confrontado. Asímismo el agua, la tiniebla y el combate en su connotación arcaica, mítica y originaria

Una obra que usa el agua como elemento inicial

Hace muchísimos años, unos cuantos siglos antes de Cristo, denominaron a Tales de Mileto como el primer filósofo. Éste decía que todo era agua pues en aquella Grecia se creía que la tierra era plana y flotaba.

César Rangel tiene un principio parecido, pues en su obra veremos barcas en pintura y escultura, cuerpos tergiversados en el que se da entender que el ente nada sin necesidad de mostrar el agua e incluso dos de sus trabajos hiperrealismo se tratan del nado. Curiosamente no utiliza el azul.

“El nadador está debajo del agua, entonces el agua ahí gobierna la forma. Una alberca quieta es un espejo y la realidad que se refleja es la misma que está afuera de ese espejo”

Es un acento muy particular retratar el agua sin ver el azul. Incluso en sus esculturas que son con agua, son flotantes, el agua es transparente incolora, invisible.

Se trata de un aspecto irónico que no es adrede pues se trata de un artista daltónico que juega con los colores según le da una intuición que no podemos comprender. Así que dicha “incapacidad” se trata de una ventaja para el discurso de su arte.

El juego de la mitología en este caso se trata de un discurso accidental ya que retrata el agua sin que esté el agua.

Es cuando no es pertinente que utiliza el azul por ejemplo en una roca que podría ser el antónimo del agua.

Expos en Cautiverio por César Rangel

Tal vez a la industria del arte no le fue tan agresiva la pandemia como al sector empresarial o económico. Varios artistas tuvieron tiempo de concretar nuevas chuladas que habían quedado encajonados.

A César Rangel le cae como anillo al dedo los primeros meses del encierro para empezar una serie de exposiciones colaborativas llamadas Expos en Cautiverio en las que utiliza un estudio de ocho metros cuadrados con una ventana tapiada. Como si la claustrofobia y el tedio fueran una inspiración de producción artística en estos tiempos. El enclaustramiento como provocación.

De estas rescato una que se llama Philippo para hacer una última mención de lo característico de su obra. La musicalidad de las palabras.

César es fotógrafo, pintor y escultor. De manera inintencional al hallar este vínculo o relación de su obra con la mitología, aquél discurso, también se da a notar que tiene facilidad ensayística y poética. Sin duda es un romántico (del romanticismo, no de cursi) que aún opta por lo efímero y lo circunstancial de una pieza de arte. Un dilema existencial por el que parecíamos ya no tener que preocuparnos.

La fichas museográficas son su decir, presenciales y temporales. Esta es una rama de escritura no escrita. Una vez más logra hacer un mundo como un niño agachado distrayéndose en cada esquina con tal de crear, una imagen, un color o un discurso.

Si gustas ver más de sus obras te dejamos aquí unos links para que puedas entender hasta dónde va el mundo de este artista.

Lo puedes ver en Expos en Cautiverio. Y seguirlo en Instagram.