Chilango

Chelsea Culprit expone pintura y neones en el Barba Azul

Foto: PJ Rountree / Cortesía de la artista y Galería La Esperanza

Las paredes azules con las habituales llamas infernales del Barba Azul, el cabaret de la colonia Obrera –Bolívar y Gutiérrez Nájera–, sirven como marco esta semana para el trabajo de la artista visual Chelsea Culprit (Kentucky, 1984). Aunque tal vez la mejor manera de referirnos al diálogo que está teniendo la obra con el lugar sería como una simbiosis.

Mientras los habituales del lugar bailan abajo al ritmo que va marcando el grupo –mucha salsa, sobre todo–, arriba, en el espacio que alguna vez fue otra pista y quedó deshabilitado tras un incendio, puede visitarse Right to Remain Elegant, una selección de obra reciente –de los últimos cuatro a seis meses– de Culprit en varios medios.

“Mientras trabajaba dentro del Barba Azul para la expo, la historia del lugar y el cuento a partir del que surgió el diseño interior influyeron en las decisiones de instalación y en la narrativa de la exposición”, cuenta Culprit en entrevista.

El cabaret fue escogido por Bree Zucker, curadora de Galería La Esperanza, luego de que surgieran conflictos de calendario para exhibir el trabajo de Culprit en la vitrina de la San Miguel Chapultepec.

“Casi de manera instantánea, Bree propuso el Barba Azul”, explica Culprit. “Las piezas de neón iban a ser fundamentales en el montaje en la vitrina, así que tenía sentido buscar un lugar en el que pudieran verse y apreciarse bien. La vida nocturna, el entretenimiento adulto y el trabajo sexual son temas habituales de mi trabajo, así que se sentía natural presentarlo en un contexto en relación con el contexto del que emerge”.

El área en la que la mayoría de la obra está dispuesta es una parte poco utilizada del cabaret. La mayor parte de las piezas se exhiben en el primer piso, una zona que habitualmente está vacía, incluso en noches muy concurridas.

“Preferimos esa área porque era importante para todos en el proyecto no molestar demasiado el entorno de trabajo, la experiencia de los habituales del lugar o la vida social normal del Barba Azul.”

Las piezas exhibidas son trabajos visuales a mitad de camino entre la escultura y la pintura –pues Culprit está interesada en crear cierta fluidez entre las formas de la pintura y la escultura–, protagonizados por figuras femeninas que forman parte de la memoria emocional y visual de Culprit y que ya han aparecido en series previas de la artista, como Miss Universe.

“Son representaciones de gente muy particular, mujeres muy particulares, con quienes he trabajado y a quienes recuerdo”, dice Culprit. “Son mujeres que ocupan una mitología de pequeña escala en mi propia psique, y para quienes quería hacer un monumento. Quería contar su historia con tanto detalle como fuera posible, especialmente mostrando cómo ostentan sus cuerpos, las expresiones en sus rostros y el sentir de su presencia”.

Las figuras representadas en la obra del Barba Azul son también retratos de las mismas mujeres que Culprit había pintado en Miss Universe, pero que esta ocasión son, a decir de la artista, más psicológicos.

“Intentan expresar algo subsimbólico de la conciencia, así como del cuerpo emocional que llevamos en nuestro físico. Hay un díptico en la expo de una figura muy pulida y estilizada con cabello morado, recargada en una figura más abstracta y de aire mítico, con varios ojos, rostros y pechos. Esa pieza es un poco didáctica, pero se trata de la experiencia simultánea de lo externo con lo interno, lo que es visible en la superficie y lo que puede ser comunicado solo de manera intuitiva, la experiencia simultánea de esas dos fuerzas.

“Hay otra pintura muy próxima, ‘Big Girl Pants’, que es muy errática, incompleta, volátil, y presenta de alguna manera esa energía frenética que es casi un impulso primario hacia algo. Esa es una sensación que recuerdo muy bien de cuando bailaba; caminar de mesa en mesa en una noche lenta o contar el mismo fajo de billetes creyendo que perdiste algo. Es una sensación que existe en el sistema nervioso y que dudo que pueda ser representado con una imagen coherente o con un cuerpo intacto”.

La imagen más coherente de la muestra desde la perspectiva de Culprit es el lienzo en el que puede verse a una mujer verde, de aires alienígenas, pero que, por cierta desproporción, resulta perturbador observarla.

“La imagen de donde proviene es de una campaña publicitaria para joyería de lujo de los días en que bailaba, y fue una imagen que distorsionó mi relación con mi propio deseo material. La imagen me hizo querer tener más de lo que necesitaba, y ocupó espacio de mi imaginación para una versión del ego que no sabía previamente que existía”.

Hay otro díptico en la muestra titulado “Silver shoes”, una línea repetitiva de los tacones negros de una stripper sobre una superficie reflejante, que en el Barba Azul, está montada junto a uno de los relieves de los muros.

“Esa pieza está inspirada por la imagen que rodea a muchas bailarinas mientras se encuentran en el escenario de algún club, el de su propio cuerpo reflejándose en un espejo que envuelve el espacio y crea reflejos antinaturales y rotos del cuerpo en movimiento.

En estos tiempos de tipo de cambio en ascenso sobre las imágenes, valoro aquellas que interrumpen la coherencia de los medios, imágenes que abren un portal al subconsciente, imágenes con las que no puede dialogarse con un emoji.

Tras recorrer la exposición de Chelsea Culprit en el Barba Azul, es difícil no imaginarla ejecutando grandes trazos al dar vida a esos enormes dibujos pintados sobre fragmentos monumentales de plástico traslúcido.

“La obra en plástico fue pensada como una escala de dibujos expresivos hechos a gran velocidad y con cierto gesto. El primer grupo de pinturas/dibujos era más atlético y emotivo. El segundo fue lento y meditativo, y buscando encontrar la línea más elegante posible dentro del caos de los primeros dibujos. El segundo set requirió una respiración más lenta y una mente muy concentrada. El primer set fue agotador, y el segundo, placentero y disciplinado. Las imágenes se originaron en libretas y collages”.

Chelsea Culprit busca tener obras que el espectador deba recorrer para comprender. Quiere que tengamos que usar el cuerpo entero para leerlas, además de mantenerse siempre cambiantes, que aparezcan y desaparezcan unas en otras.

“Es por eso que están montadas en bases que giran”, asegura. “Son como bailarinas de una caja musical, pero también como grúas de construcción en plena obra. Son imposibles de conocer, son elusivas. Son fantasmas. Esas fueron las piezas más influidas por la arquitectura del club, así como por la narrativa del cuento de Barba Azul.

“En el cuento, Barba Azul es un noble acomodado que da a su esposa las llaves del castillo, le dice que todo es suyo y que puede ir a donde sea que quiera. Hay un solo cuarto al que le está prohibido entrar. Por supuesto, tan pronto como puede, entra al cuarto usando una llave que de inmediato queda, como por arte de magia, cubierta en sangre. La puerta conduce a un cuarto lleno de las pasadas esposas, a quienes Barba Azul ha asesinado. La historia ha sido contada una y otra vez con distintos énfasis los pasados 400 años, pero fue especialmente popular en la época victoriana para apaciguar la curiosidad femenina.”

La instalación al centro de la exposición es la representación del cuarto dentro del cual Barba Azul escondía a sus esposas. El neón al centro de la instalación es un solo foco, suspendido a medio caer; está inspirado por el foco del Guernica, de Picasso, donde los animales muertos y la gente yacen iluminados por un solo foco. Cada una de las figuras en los plásticos puede ser entendida como una de las esposas de Barba Azul, cuyas formas fueron retorcidas por sus manos.

“Pero también”, explica Culprit, “la instalación puede ser entendida como una reunión de deidades míticas con características femeninas, centradas en torno a la representación del conocimiento (el foco). Como relato contemporáneo, Barba Azul está más relacionado con la vulnerabilidad y la invisibilidad de las poblaciones ligadas al comercio del cuerpo y que tienen muy poca protección legal. En estos momentos, Right to Remain Elegant es más una súplica por mejor protección y seguridad para todos los cuerpos”.