En estas casas y mansiones de la Ciudad de México sucedieron muchas cosas, pero hoy en día ya no existen porque fueron demolidas. “La ciudad ya no es lo que era antes”, dicen algunos adultos que les tocó vivir el esplendor arquitectónico del siglo XX. Libros, películas, canciones y novelas son el registro popular de cómo se vivía la ciudad de los palacios llena de colosales edificaciones que cambiaron el paisaje urbano. Asimismo, se convirtieron en verdaderos puntos de referencia de la ciudad.
Pregúntale a tus abuelos… o mejor aún, a uno de esos taxistas que han recorrido las calles desde que la llamábamos Distrito Federal. Ellos tienen las mejores historias y, si nos permiten decirlo, son verdaderos cronistas de la ciudad. Por ahí de los años ochenta, Rigo Tovar le cantaba a la ciudad que lo había abrazado desde mediados de siglo: “Ay, diosa y bella capital. Y majestuosa y gran ciudad. Que ríe y llora, y que al cantar es tan bonito contemplar a mi Distrito Federal”. No estamos llorando, se nos metió un recuerdo en el ojo.
Esta vez te contamos acerca de unas increíbles casas que formaron parte del paisaje urbano de la ciudad y que, desafortunadamente, ya no podemos admirar más.
Casa El Risco 240
La colonia Jardines del Pedregal tiene mucha tela de dónde cortar. Si no fuera porque las fachadas diseñadas por Barragán, Artigas, Cetto y Prieto López se encuentran rodeadas por murallas de concreto, pasearíamos más seguido por aquí y así admirar la imponente arquitectura de estas casas flotantes. Aunque estas fabulosas construcciones deberían estar protegidas, muchas han sido mutiladas —híjole, es que no hay otra forma de llamarlo— o demolidas, tal es el caso de Casa El Risco 240.
Esta casa fue una de las más publicitadas durante los años 50, cuando comenzaron a promocionar la colonia de Jardines del Pedregal como el lugar residencial. El inmueble lo diseñó el arquitecto Francisco Artigas en 1951, logrando una construcción que convive y respeta el terreno pedregoso de la zona. Desafortunadamente en 2004 la demolieron para dar lugar a un conjunto residencial que nada tiene que ver con aquel imponente patrimonio.
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Casa Requena-Legarreta
Una casa como pocas, con arquitectura colonial y ostentosa ornamentación estilo Art Nouveau. La mansión Requena-Legarreta se encontraba a espaldas del Franz Mayer, en ese cuadrante de la ciudad donde el terreno se hunde estrepitosamente —recordemos la Iglesia de la Santa Veracruz que apenas está en remodelación—. No se tiene la fecha exacta de construcción, según estudios ronda al año 1730, su estructura recuerda una hacienda o convento, incluso contaba con un claustro decorado con una fuente.
Si el inmueble ya era imponente, para el año de 1895 se convirtió en una auténtica pieza de museo gracias a José Luis Requena, quien remodeló completamente la fachada e interiores del inmueble, ostentando una ornamentación que atraía las miradas. Lamentablemente la casa sufrió daños estructurales durante el sismo del ’57, ahí comenzó su decadencia. Años más tardes los muebles y pinturas se trasladaron a un museo en Chihuahua y cayó en el abandono. La indiferencia del INAH y las inclementes lluvias chilangas provocaron que se derrumbara en 2005, dejando a la vista de los transeúntes su característico esplendor.
Casa Requena
— Fideicomiso Centro Histórico de Ciudad de México (@Centro_CDMX) April 25, 2018
Fue, al ocaso del siglo XIX y el amanecer del XX, la mansión más lujosa de #México.
En la película “Los Cachorros” (1971), aparecen varias tomas del patio, las escaleras así como un recorrido por los pasillos.https://t.co/4kqDd3pJqA#FelizMiércoles pic.twitter.com/V7Wy9fhKhR
Casa-Cueva de Juan O’Gorman
¿Crimen cultural o ignorancia? Una verdadera tragedia es lo que ocurrió a la casa de Juan O’Gorman —la cual se encontraba en San Jerónimo #162, San Ángel— a manos de Helen Escobedo. Quien, tras prometer resguardar su patrimonio arquitectónico, decidió destruirla. Ya ni la chifla, doña Helen. La construcción de este inmueble se llevó a cabo entre 1948 y 1951. A esta casa-cueva que respetó el accidentado terreno del pedregal la diseñó Juan O’Gorman siguiendo su instinto y deseo. Según Esther McCoy, escritora amiga del artista, él sentía que era su único trabajo completamente creativo.
Esta casa tenía estilo orgánico, completamente diferente a la primera casa estudio de O’Gorman. La fachada estaba decorada con un elaborado mosaico coloreado con diminutas piedras traídas de toda la República, tal como el trabajo que realizó con la Biblioteca Central. En este mural se podía apreciar las representaciones de Chaac, soles, lunas, jaguares y dos Judas que flanqueaban la puerta principal. La escalera se desvanecía como si se mimetizara con la luz. Una espectacular construcción.
En 1969 puso a la venta la casa-cueva para pagar la escuela de su nieta. Años más tarde, la compradora Helen Escobedo, mandó a derrumbar el emblemático inmueble. Sobre el terreno levantaron una casa moderna, la cual sólo conserva el arco de la puerta diseñado por O’Gorman. Las razones por las que decidió demoler la casa son inciertas, pero queda claro que sí conocía el valor arquitectónico y cultural del inmueble. Ni Pepe, también hay gente bien mal pez.
Casa Cueva (Juan O’Gorman, 1958)
— Esther McCoy (@AModernLife) October 25, 2021
photo: Esther McCoy pic.twitter.com/BYdJJTYqCK
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Casa de Bombas Condesa
En la esquina de Zamora y Alfonso Reyes, Condesa, se encontraba una despampanante casa de estilo ecléctico porfiriano, construida en 1907. Funcionaba como una estación de bombeo de agua. Mucho antes del Sistema Cutzamala, el agua de la actual Ciudad de México provenía de Xochimilco. Esta era distribuida gracias a una red de bombas localizadas en el Jardín del Agua de Chapultepec y a la casa que les platicamos.
Ya saben cómo se las gastaba Porfirio Díaz cuando se trataba de embellecer la ciudad, la frase “métele más diseño” se quedaba corta. El ingeniero encargado de la Casa de Bombas fue Alberto J. Pani —no tiene que ver con el famoso arquitecto del mismo apellido—, quien junto con Manuel Marroquín y Rivera logró una edificación que abastecía de agua al creciente Valle de México y, a su vez, era una espectacular casona que enaltecía a la colonia: con mascarones de piedra labrada, motivos marinos como caracolas, serpientes y tritones. Y también una estatua de Neptuno, dios del mar, al centro de la bóveda principal. ¡Ala!
La vida útil de la estación de bombeo fue corta debido al frenético crecimiento de la ciudad, en 1940 sustituyeron la Casa de Bombas de la Condesa por una con más capacidad en Xotepingo y quedó en el abandono. Para la década de los años setenta la demolieron, eso sí, resguardando las piedras de la imponente fachada marina con la intención de reconstruirla como bodega en el Bosque de Tlalpan. Gran plan, ¿verdad? El problema fue que no se concretó y las piedras quedaron en el olvido hasta 1986, cuando finalmente se decidió llevar a cabo el proyecto junto con el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, quien lo convirtió en la actual Casa de la Cultura Tlalpan.
Casa de “los 41”
Otra de las mansiones de la CDMX que fueron demolidas es donde se llevó a cabo la fiesta gay más icónica de la historia de la ciudad. La historia de las grandes casonas emblemáticas nos lleva nuevamente a Porfirio Díaz, esta vez por su yerno Ignacio de la Torre, conocido durante la época por sus extravagantes bailes. ¿Sabes de qué estamos hablando? *Guiño, guiño*. Quizá esta mansión no nos tocó, ya que fue demolida en 1932, pero su historia hace eco debido a la reciente película de El Baile de los 41, así que hemos decidido traerla a colación porque durante varios años fue un hito arquitectónico y un referente para la comunidad LGBT+ de la época.
Esta impresionante construcción se encontraba en el #1 de Paseo de la Reforma, justo en el cruce de Reforma, Bucareli y Juárez. Fue un proyecto del ingeniero militar Ignacio de la Barra pensado enteramente para la familia De la Torre y Mier-Díaz, esto tras las nupcias contraídas por el señor Ignacio y Amada Díaz, la hija predilecta de don Porfi. Obviamente no escatimaron en su construcción: contaba con un enorme patio principal, caballeriza, dos plantas de habitaciones conectadas por una ostentosa escalera. También un desván con una vista inmejorable y un balcón para pavonearse frente al Paseo de la Reforma.
Cada uno de sus rincones desbordaba lujo, por lo que los festejos del centenario de la independencia de México sucedieron en este recinto. Sin embargo, las fiestas más sonadas son aquellas donde los hombres se vestían de mujer y se llevaban a cabo encuentros considerados como pecaminosos por la sociedad. ¡Escándala! Estos terminaron con el ocaso porfirista, la revolución provocó numerosos saqueos a la casa y su abandono. Fue hasta 1921 que se remodeló para ser sede de la Lotería Nacional… y en 1932 demolida para dar paso a una edificación moderna.
#ElMAFtecuenta que la casa de Don Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio Díaz, se encontraba en la esquina en la que hoy está el actual edificio de la sede de la Lotería Nacional Mexicana, frente a la casa había una estatua de Carlos IV.#ArchivoMAF #Fotografía #Museos pic.twitter.com/i8OyquhcXf
— Mafcultura (@mafcultura) November 8, 2021