Es el Big Bang de la creatividad. La Bienal de Ilustración 2020 es un galardón creado por Pictoline para seguir valorando a los mejores exponentes.
Universos
El fenómeno de la ilustración toma cada vez más espacios. La podemos ver en las calles, en el medio editorial, publicitario o de la moda y en las redes sociales.
Es una gran disciplina que deriva en ramificaciones de los sentidos, dibujos que son extensiones de la mente, materiales para expresar lo que no se puede decir con palabras. Para una artista como Yuko Shimizu, cuyos dibujos se pueden ver en The New Yorker, The Times o la revista Wired, la ilustración tiene un significado muy profundo.
“La gente suele preguntar acerca de la separación entre la vida y el trabajo. Pero ilustrar, específicamente dibujar, es una parte muy importante de lo que soy como individuo, que no puedo separar de mi vida”.
Cada artista tiene un estilo y una técnica para representar lo que quiere decir dentro y fuera de la Bienal de Ilustración 2020, una paleta de colores única para atrapar aquello que inunda su mente: un océano de historias. En este panorama, la ilustración latinoamericana crece día con día; los creadores que la conforman dibujan mundos de ensueño, bestiarios fantásticos, espacios en los que reina la imaginación.
Retratan las realidades de sus entornos o escapan de ellos a través de remolinos de fantasía. Están a favor de las libertades individuales, alzan la voz con sus mundos y muestran catálogos de personajes entrañables.
La gran explosión
Como parte del esfuerzo para valorar la ilustración y a sus creadores, Pictoline creó en 2018 la primera Bienal de Ilustración, con la que buscaban exponer y reconocer a la ilustración como una verdadera expresión artística.
“La ilustración vive uno de sus grandes momentos; desde hace 10 años ha tenido un gran boom —dice Kenia Nárez, directora de la Bienal de Ilustración 2020—. Lo ves en la publicidad, en la identidad de marcas… La ilustración es hoy por hoy una de las técnicas más utilizadas. Gracias a que está en todos lados, cada vez hay más autores y mucha calidad en cada uno de ellos”.
Este año, para la segunda edición, el jurado estuvo conformado por ilustradores de reconocida trayectoria mundial, entre ellos la estadounidense Tara McPherson, la japonesa Yuko Shimizu, la hongkonesa Victo Ngai, el australiano Jeremyville y el argentino Liniers.
Estuvo dirigida a autores de países latinoamericanos y el tema fue libre. Fue dividida en dos categorías: física y virtual, además de un galardón para un autor menor de 25 años. Se recibieron obras de 17 países: un catálogo de maravillas gráficas provenientes de toda América Latina, una muestra de la alta calidad de ilustradores que entablaron un diálogo sobre el impresionante panorama actual de la ilustración.
Durante la primera etapa se rompieron récords con la inscripción de 5 mil 851 artistas, y el rango de edad de los participantes fue de entre 18 y 60 años. Al final se seleccionó a 79 autores y la variedad de estilos y referencias fue de una riqueza notable.
“Cada uno de los autores tiene un lenguaje visual que lo caracteriza, cada uno tiene un universo personal”, asegura Nárez. Durante noviembre se darán a los nombres de los ganadores —que se llevaron como premio 4 mil 500 dólares en cada categoría, y mil dólares la revelación del año—, y a partir del día 16 se presentará una exposición al aire libre en las rejas de Chapultepec ubicadas en la avenida Reforma.
Toda la información se puede consultar en la página oficial.
Además, como parte de la Bienal de Ilustración 2020 se realizarán diversas conferencias por medio de webinarios, en las que los integrantes del jurado tendrán la oportunidad de comunicar su experiencia en el mundo de la ilustración. Está previsto, asimismo, un catálogo impreso y virtual.
Planetas
Dentro de esta galaxia llamada ilustración latinoamericana me enfoco en algunos de los finalistas que enviaron obra para la Bienal de Ilustración 2020 y los distingo como planetas que orbitan alrededor de la imaginación. Para Fiorella Ferroni Polchlopek, ilustradora colombiana, los ilustradores latinoamericanos están unidos por contextos semejantes, culturas hermanas e historias afines, lo cual le parece sorprendente.
De allí surgen ideas, preguntas, espacios, personajes, narrativas y lenguajes que provienen de mentes y vivencias cercanas. “La ilustración latinoamericana me sorprende cada día —comenta—. Antes veíamos como grandes referentes a europeos y estadounidenses. ¡Ahora es tan grato enamorarse de una ilustración y darse cuenta de que el autor es latinoamericano! Me pasa mucho últimamente.”
Inició su carrera desde muy pequeña. Con tiempo y paciencia emprendió una búsqueda para hallar la técnica que le permitiera llegar a los resultados que quería. Participó en la Bienal con la obra Tejiendo juntos, que ha cultivado y trabajado a lo largo de este 2020.
“Hace alusión a la preservación de la naturaleza, específicamente del Amazonas, que es un tejido fundamental para el planeta —explica—, así que cada país que colinda con él, cada barca que lo recorre, desenreda su carrete para hilar y resguardar las riquezas que entraña esta tierra”.
Piensa que la ilustración es un lenguaje que le permite comunicar y al mismo tiempo desordenar un poco lo aparentemente acordado; es un juego de realidades, una chispa de poesía. Fiorella considera que la creatividad hace convivir e interactuar a varios personajes: las vivencias, los pensamientos, las emociones, las conversaciones, los desacuerdos, los bailes, la contemplación, el amor, el silencio.
Señala que, si fuera un planeta en el universo de los ilustradores, se llamaría Azar, no tendría superficie y regirían los vientos cálidos y las olas de los mares, y las hojas bailarinas crearían rutas en el aire.
El mexicano Tavo Santiago, otro de los finalistas de la Bienal de Ilustración 2020, piensa que la ilustración latinoamericana va por buen camino porque hay muchos artistas jóvenes que empiezan a generar trabajos muy buenos y las agencias de otros países apuestan por ese talento.
¿Existe un diálogo entre los ilustradores latinoamericanos? “¡Claro! —responde enfático—, yo por ejemplo siempre ando en constante retroalimentación y veo a muchos artistas para estar actualizado. Los jóvenes ilustradores traen cosas muy interesantes y eso ayuda a que otros artistas nos mantengamos vigentes. Los latinoamericanos siempre tratamos de reflejar algo de nuestra cultura en nuestros proyectos y de mantener vivas nuestras raíces”.
Tavo no conoce otra forma de apreciar la vida y de observar el mundo que no sea a través de la ilustración. “Y vivir de la ilustración es lo más chingón que me ha pasado”, destaca. Si fuera un planeta, comenta que se llamaría Edena, de atmósfera helada, con grandes bosques en los que vivirían animales raros, mutantes, duendes, trolls y brujas.
No espera a que la inspiración le caiga del cielo. Boceta, investiga el tema que quiere desarrollar y sólo así le empiezan a salir las cosas bien. La obra con la que participó en el concurso fue una imagen que ya tenía tiempo dándole vueltas en la cabeza. La pieza Allí en el estanque olvidado habla de lo que siente al recordar la infancia y adolescencia que no volverán.
“Se trata de la posibilidad de creer en un mundo mágico plagado de leyendas y criaturas insólitas heredadas de nuestros abuelos: un espacio suspendido en el tiempo, habitado por criaturas extraordinarias que arraigaron en el imaginario colectivo de una comunidad. Esta obra es, en suma, un llamado a ese niño que permanece escondido, ahí, al fondo de aquel fantástico pantano”, precisa.
Rachel Katstaller, nacida en El Salvador, asegura que la ilustración es, además de su manera de expresar e interpretar el mundo, su forma de vivir. Las imágenes que crea son parte de un proceso largo, el cual comienza buscando inspiración en su día a día, pasando por muchos bosquejos.
Su creatividad nace de su universo interno, siempre en contacto con la naturaleza y lo que la rodea. Participó en la Bienal de Ilustración 2020 con la obra Navigating Anxiety. “Luego de meses de vivir bajo las restricciones y cambios causados por la pandemia, uno de sus mayores impactos ha sido sobre la salud mental”.
La psicóloga salvadoreña Dina Semsch se percató de la importancia de acompañar a las personas a la distancia, compartiendo nueve recomendaciones. Esta ilustración es parte de esa serie. Traté de crear una imagen fácilmente comprensible, representando la importancia de mantener la calma y compartirla con otros”.
Rachel confiesa que, si se pudiera, sería un planeta llamado Aurora, muy parecido a la Tierra pero sin ciudades y con una aurora boreal iluminando los cielos.
Cosmos
Esta pequeña muestra extraída de la constelación latinoamericana y traída a la Bienal de Ilustración 2020 nos confirma la excelente salud de que goza la disciplina.
Hoy se reconoce el gran trabajo que conlleva. Se le dan un peso y un valor antes escatimados y se admite que es un poderoso medio de comunicación. Gracias a la segunda Bienal, cada uno de los artistas que participaron en ella, sin conocerse, entabló un poderoso diálogo con los demás. Se pudieron mirar en un espejo que reflejó la riqueza de sus culturas.
En todos sus trabajos se puede encontrar magia al interior de lo habitual, espacios de ensueño y añoranza por lo que aún no ha sucedido. La sorpresa que habita en cada uno se lee con los ojos y se disfruta con la mente.