El arte no sólo está en los museos de la ciudad, está en las calles, en los mercados y las escuelas; el problema es que muchas de estas obras permanecen abandonadas. Escondidas en los rincones, conviviendo con el polvo, las telarañas y la humedad. Casi temerosas de que alguien las vea.
Ante la mirada ciega de los chilangos, sobreviven murales, esculturas y monumentos con valor histórico y cultural en la Ciudad de México. Obras de Juan O´Gorman, Pablo O´Higgins, Luis Barragán, Ignacio Aguirre, Roberto Montenegro, Máximo Pacheco, Dr. Atl., Julio Castellanos y muchos otros artistas fueron absorbidas por el crecimiento urbano, la modernidad y la nueva utilidad pública, es decir, el capricho chilango.
En las entradas principales, vestíbulos, patios y pasillos del Mercado Abelardo L. Rodríguez (República de Venezuela, Centro Histórico), por ejemplo, hay distintos murales. Artistas como Ángel Bracho, Pablo O’Higgins y el japonés Isamu Noguchi, que contaron con la dirección de Diego Rivera, participaron en la creación de la obra que ahora está abrazada por las grietas, la humedad, el polvo y las telarañas del establecimiento inaugurado en 1934.
Juan O´Gorman pintó y diseño 28 escuelas cuando fue Jefe del Departamento de Construcción de la Secretaría de Educación Pública, allá por 1932. Un mural bien conservado y escondido es Paisaje de Azcapotzalco, se encuentra en la biblioteca Fray Bartolomé de las Casas y un ejército de libros impiden el paso de manos y rayones ociosos. Sin embargo, su primer mural, hecho en una casa particular que el habitó en Santísima y Galeana en San Ángel, está en el abandono.
El mural de Pablo O’Higgins en la Escuela Emiliano Zapata también sobrevive. Igual que el de Julio Castellanos, en la escuela Héroes de Churubusco; el de Máximo Pacheco, en la colonia Doctores; de Roberto Reyes Pérez, en la escuela General Anaya, en la colonia San Simón.
Al norte de la zona metropolitana, Luis Barragán construyó las Torres de Satélite (Naucalpan) y la Fuente de los Amantes en Atizapán. En la colonia Jardines del Pedregal y en Ciudad Universitaria también se puede apreciar obra del arquitecto.
Los murales realizados por el Dr. Atl (Gerardo Murillo), en el ex Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, hoy Museo de la Luz, desaparecieron.
Entre los monumentos olvidados están el de Guadalupe Victoria, en el Paseo de la Reforma (entre Pedro Moreno y Obraje), o el de la Cruz Roja, en San Borja y Adolfo Prieto (colonia Del Valle). Las glorietas y monumentos de Simón Bolívar, San Martín y Cuitláhuac están abandonadas, sucias, tomadas por indigentes, a veces por manifestantes.
Es una lástima que a todas estas joyas artísticas les pase como dice la canción de “La Muñeca Fea” de Cri Cri: que sus amigos son la escoba, el recogedor, las arañas…, las mercancías del mercado o las cuerdas de puestos ambulantes.