Aunque podría ser una trattoria cualquiera, Mauro cuenta con un par de actividades que le dan un giro interesante a la experiencia de visitar el lugar. Aquí te puedes involucrar en la cocina: los jueves te dejan preparar pizza: mozzarella, pepperoni, arúgula, parmesano, anchoas… Tú dispones de todos los ingredientes que desees para que el resultado quede totalmente a tu gusto.
Ahora, si deseas meterte hasta la cocina (literalmente), te pueden reservar un espacio para que juegues a ser chef; eso sí, siempre acompañado de un par de profesionales. Para ello, sólo es necesario avisarles con una semana de anticipación.
Si quieres la experiencia clásica, puedes pedir a la carta: la oferta es tan variada que es necesario tener mucho cuidado al momento de abrir el menú en la mesa para no tirar los vasos. El linguine vongole es la especialidad de la casa, una pasta larga preparada con vino blanco, almejas, perejil y chile de árbol que le da ese toque picosito a una receta liviana y de intenso sabor a mar. El cozze al vino blanco es otra excelente opción que te sugiero tener en cuenta.
Si al final aún te queda un huequito para el postre, los helados yunik son maravillosos, y el volcán de chocolate será todo un Vesubio de cacao hirviendo.