Este sitio italiano no es el típico restaurante mediterráneo que te imaginas. Aunque sí hay pastas con las clásicas salsas pomodoro, pesto y arrabiata, pero su especialidad son las carnes. A través de un cristal puedes ver a los cocineros aventando cortes, de tamaño considerable, a la parrilla.
El más recomendable es la bistecca fiorentina, mejor conocida como Porterhouse. La porción que llega a la mesa es suficiente para dos carnívoros hambrientos pero, más allá de la talla, su sabor ahumado, fuerte y especiado se complementa con una textura suave.
Ahora, si de ahorrar se trata, tienen un menú diario de 150 pesos que incluye dos entradas, plato fuerte y postre. En esta propuesta aparecen recurrentemente algunos platillos de la carta como la ligera sopa minestrone, el sándwich grilled cheese con cebolla caramelizada y la panna cotta con mango.
Las pizzas son ideales para compartir: las preparan en horno de leña y llegan crujientes a la mesa. No hay que dejar pasar la barra, pues su coctelería ofrece clásicos reinventados, como el martini de pétalos de rosa y chocolate blanco.