(Léase con voz rasposa de trailer de película) “De los creadores de Cancino, llega hasta tu mesa, un viaje en el tiempo hasta el pasado prehispánico para rescatar una técnica milenaria… El zarandeado”.
Se llama La Zaranda Miravalle y la mayor parte de los alimentos en su carta se cocinan a las brasas. El sabor que adquiere un pescado o un manojo de camarones al carbón (con mojo colorado, jalapeño o chile de árbol) se traduce en una delicia jugosa para el paladar. Es inevitable transportarse hasta los pies del mar, pues también la decoración con palmeras kentia y la música tropical proveniente del Caribe y África, suman a la causa.
Para botanear, la entrada de ‘alitas’ de pulpo (relájate, no es un pulpo mutante, por eso está entrecomillado). La textura crujiente de los tentáculos y la salsa picante en la que están bañados, hacen una combinación ganadora con el dip que los acompaña. El ceviche de pescado (curado en limón con jengibre, habanero, camote, elote y aguacate) está tan bueno que dan ganas de emborracharse un día antes nomás para írsela a curar ahí.
Si no eres muy fan de los mariscos prueba la sopa de plátano macho (que literal te hará ‘limpiar’ el plato) o los tacos y dobladitas de tortillas hechas a mano, rellenas de cecina, maciza de marlín con chicharrón, setas pibil o barbacaoa de res.
La Zaranda Miravalle preparó un menú de salsas para potenciar aún más el sabor de su comida. Las encontrarás en tu mesa pero, antes de aderezar, pregunta al mesero sobre su nivel de picor. Algunas son dulces, como tu pareja cuando está de buenas (la roja con chipotle y piloncillo) y otras son más poderosas, como tu pareja cuando está de malas (la tatemada, con habanero y limón).