Resguardado en un segundo piso, Don Toribio pasa inadvertido para el peatón común. Es toda una tradición del Centro Histórico y si lo conociste frente a la Alameda, ahora cambió a Bolívar, pero tranquilo porque mantiene los sabores caseros.
Limpio, espacioso y bien iluminado gracias a un enorme domo. Es un lugar buenísimo para invitar a tus suegros a desayunar, quedar muy bien, pero sin terminar en la pobreza. Para comer ve sin prisa a disfrutar del menú del día: sopa, plato fuerte y agua de fruta.
Famoso también por sus cortes de carne y por servir platillos de toda la vida preparados con cariño y atención. Pregunta por el menú del día, no te arrepentirás. Todo es sabroso, pero definitivamente sobresalen la pechuga Mitla (rellena de verduras con salsa chipotle) y las tostadas de marlín (aunque no siempre hay).