De vez en cuando es posible llevarse una grata sorpresa. Esta es una agradable parrilla uruguaya muy bien montada que, se ve, es frecuentada por locales y uno que otro distraído que pasa por ahí, encantado con el aroma de las carne a las brasas (¿y cómo culparlo?).
Por desgracia para los uruguayos, las diferencias a simple vista para los locales no son muchas con respecto a un local argentino, es necesario ver el detalle para diferenciarlos. Por principio el vino. Un tinto de la casa nada sofisticado de uva tannat que parece de 80 pesos y resulta de 35. Primer gran acierto.
Luego las empanadas, la oferta usual, elote, chorizo y carne, esta última espectacular. El sazón es increíble y la masa como pocas. En este punto, ya queda claro que el servicio es muy amable, nada que ver con las aspirantes a divas y modelos que atienden en muchos locales de la zona. Familiar, consecuente y muy dispuesto.
En la parrilla se cocinan cortes al gusto y medida a precios accesibles. Por ejemplo la costilla, que en realidad es un enorme t-bone delgado, está llena de sabor y firme consistencia.
Lo que delata a todo uruguayo es el chivito, esa mezcla proteica de churrasco, huevo cocido, jamón, queso, aceitunas ensalada y papas. Su sazón es impecable, con ingredientes frescos tratados con respeto.