Para tratarse de un lugar sin cocina (en el estricto sentido del término, porque no hay hornos ni grandes aparatos) en el Broka ocurren maravillas. Una de ellas, son las tapas “sorpresa” que en horario vespertino el chef te sirve, según el mood, el antojo y los ingredientes del momento, listas para acompañarse con una copa de vino, una cerveza y hasta un caballito de mezcal de la casa.
Todo, como podrás darte cuenta al instante de cruzar la puerta tiene un halo encantadoramente informal. El gran plus del lugar es la atención personalizada del chef, que da sugerencias para los parroquianos, estudiantes y despistados que lo visitan.
El gran hit del lugar son los sándwiches estilo panini, bautizados como “Brokas”, de la casa. Muy recomendable por su tamaño y consistencia el de carne con jocoque.
Este es el lugar que hay que traer en mente para cenar y no gastar mucho un lunes o martes por la noche.