🍲¡Pancita, miches y quesadillas GIGANTES en Las 3 Lolas!🍻

Pancita Las Tres Lolas es uno de los spots domingueros más sabrosos de la ciudad, donde puedes despacharte un buen plato de menudencias y quesadillas gigantes desde las 5:00 de la mañana y todo por menos de 100 pesitos.

Pancita Las Tres Lolas: menudo, miches y ¡quesadillas gigantes!

Pa’ comer y curarnos la cruda en la CDMX hay un sinfín de opciones. Desde birria de carnero —como la de Don Chuy, en la Warrior—, hasta más de 10 opciones de locales que abren las 24 horas del día. Pero si tú eres madrugador, no puedes perderte la Pancita Las Tres Lolas, un changarro en la alcaldía Tláhuac que premia con menudencias y caldo de guajillo a todos los madrugadores.

Las Tres Lolas es un negocio familiar, atendido por tres generaciones de Martínez. Cada fin de semana abren (desde muy tempranito) su portón de par en par. Todo para recibir a familias y trasnochados, quienes esperan pacientes por un plato de menudencias y caldo de guajillo, el más sabroso del barrio.

Inició solamente con dos mesas y tres personas atendiendo (doña Aurora y sus dos hijas, del mismo nombre). El secreto de su éxito se lo deben a preparar la pancita al mero estilo Jalisco y acompañar cada caldito con quesadillas gigantes y tortillitas hechas a mano.

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Qué probar en Pancita Las 3 Lolas

Sus ollas, llenas de caldo de guajillo, callo, libro, cacarizo, cuajo, manzana y pata siempre están hirviendo, listas para que pidas tu plato de pancita al gusto. La chica vale $70 y la grande, $80, y la puedes pedir como más te guste.

Si no eres fan de las menudencias, no te apures, también tienen caldo de gallina ($60), tamales rojos, verdes, de mole y dulce ($15), y quesadillas sencillas ($30) o combinadas ($35) —de huitlacoche, pollo, carne, chicharrón, flor de calabaza, hongos, queso, papa con rajas, panza y picadillo—.

Para pasar el taco, puedes echarte un atolito a base de maíz ($20), café de olla ($15), jugo de naranja ($23), refrescos ($15), cerveza $30 y micheladas ($35).

La Pancita Las 3 Lolas es más que un negocio familiar de fines de semana, es una remembranza de lo que eran los negocios de comida callejera antes de que hubiera puestos ambulantes o locales de metal en avenidas… recuerda cómo era ir a comer a lugares donde familias enteras —con tal de solventarse económicamente— abrían las puertas de su casa y compartían su sazón y recetas con los vecinos.