Chilango

Antojitos Elsa: la pancita más matona de Azcapotzalco

Foto: Pável M. Gaona

Para que un lugar de comida se posicione como una de los favoritos de los lugareños y contra viento y marea continúe siendo un lugar de tradición debe haber varios ingredientes: comida rica, un toque singular que la haga única, buenos precios y buen servicio. Tal vez por eso es que ‘Antojitos Elsa’ tiene ya casi medio siglo de existir y es un referente para los azcapos de buen comer. Aquí, como su nombre lo indica, se venden varios antojitos mexicanos, pero hay un platillo que destaca entre los demás: la pancita. A decir de muchos habitantes de Azcapotzalco, esta es la mejor pancita no sólo de la zona, sino también de la Ciudad de México.

Detrás de una cazuela de enormes proporciones se encuentra Rafael Huerta, quien nos cuenta la historia detrás de este sitio tradicional. “Siempre hemos estado en el mismo lugar, pero antes el local era más pequeño. Gracias a la preferencia de la gente nos hemos ido expandiendo hasta ser lo que afortunadamente somos ahora. Se fue agrandando gracias a la demanda”. La fundadora de este negocio fue la señora María Elena García de Huerta, la mamá de Rafael. “Es muy chistoso: la gente viene, saluda a mi mamá y le dicen ‘Doña Elsa’, aunque se llama María Elena. Es que Elsa es el nombre de mi hermana y bautizaron al negocio en su honor. Pero ya todo el mundo conoce a mi mamá como ‘Doña Elsa’, ya se le quedó de cariño”.

Foto: Pável M. Gaona

Para Rafael está muy claro que la pancita que ellos preparan no tiene igual, y tiene que ver con la limpieza y la técnica con la que la preparan. “Una buena pancita, como la que hacemos nosotros, no huele. La receta se la trajo mi abuela de Michoacán, aunque ella era mexiquense. El preparado es el antiguo y tradicional, que es prepararla en agua con cal antes de cocinarla”, cuenta el hermano de Elsa. “También influye la calidad: nos traemos la pancita desde Veracruz y seleccionamos sólo la mejor para que la gente se quede más que satisfecha con lo que llega a la mesa”.

Este supercombo ganador entre receta tradicional, producto de primera y una atención que da gusto recibir, hace que los días domingo se vendan hasta 200 kilos de esta pancita. Este día se hacen filas para probar este platillo, pero la espera vale la pena. Y eso lo constata no sólo la gente de la colonia, sino gente que ha roto la barrera de las fronteras. “Tenemos amigos que ya viven en Estados Unidos pero que cada que vienen a México nos visitan sí o sí. Incluso tenemos un cliente que es japonés y que cada que viene al país hace una visita obligada y hasta trae más gente a que nos conozcan”.

Foto: Pável M. Gaona

El secreto para alcanzar de todo es llegar temprano. Si bien entre semana no hay tanto problema, venir en fin de semana es cosa aparte y hay que desmañanarse poquito, porque si no ya no alcanzas pancita ‘especial’. “La llamamos especial porque es a gusto del cliente. Dentro de la pancita hay diferentes tipos de carne: callo, libro, cacarizo, cuajo, pata y manzana. La pancita ‘normal’ trae de todo un poco, pero hay gente a la que le gusta más un tipo especial de panza. Entonces se le selecciona y se le sirve su plato, cómo de que no. Aquí todo es a gusto del cliente”.

Por supuesto no puedes perdonar las salsas, mismas que hay desde la matona (de árbol), hasta la más inofensiva (la verde). Ah, y las tortillas son recién hechas. Tú mismo puedes ver cómo se preparan hasta que llegan a tu mesa. Y si además de la panza aún te queda un huequito, también hay muy buenos tacos de tripa y longaniza, además de quesadillas y sopes. Así que por variedad garnachera, este lugar del norte de la ciudad sencillamente no para.

¿Qué, ya se te antojó un buen plato de panza?

Esperanza 43, Azcapotzalco, jue-mar (descansan los miércoles), 7-15 h.