Más que nunca, los chilangos sabemos que la CDMX es grande. El terremoto que nos sacudió las entrañas la semana pasada nos ha hecho valorar cada rincón y hoy aprovechamos para recordar uno con gran historia. Después del susto, un bolillo es lo más recomendable. Pero una birria o unas garnachas en el mercado de San Camilito a nadie le vienen mal.
Garibaldi no sólo es mariachis y tequila, sino también la comida de este sitio, ubicado a un costado de su plaza principal. No hay día del año que su amplia nave —que alberga más de 70 locales—, deje sin comer a quien lo visita.
Por ahí dicen que San Camilito es amor. Se trata de un altar multitudinario a la cocina de Jalisco, con el notable toque surrealista que identifica a México. Su especialidad es la birria, pero su repertorio de antojitos mexicanos es amplio. Casi sobre cualquiera de sus planchas calientes y comales preparan quesadillas, huaraches, sopes y hasta pambazos.
También puedes darte un festín de rey con sus enchiladas de mole, flautas y pozoles rojos; probar aguas frescas de fruta y tepache frío, así como llegar hasta el local que se llama “La miel para su boca” y clausurar la jornada de comida con un postre casero.
Como podrás darte cuenta, sus opciones son variadas e ideales para curarte una cruda. Tomando en cuenta que Garibaldi es uno de los epicentros de la fiesta mexicana por excelencia, no queda más que convencernos de que en este país somos tan geniales, que nos inventamos al mismo tiempo la enfermedad y la cura.
El mercado existe como tal desde 1949, siendo al principio un anexo del de La Lagunilla. En 1985, luego del terremoto, fue remodelado y se afianzó como la capital gastronómica de esa parte del Centro Histórico. Desde entonces, propios y extranjeros abarrotan sus mesas de manteles coloridos y disfrutan del ambiente (muchas veces con mariachi incluido) que se arma en las noches de fin de semana.
Eje Central Lázaro Cárdenas s/n, entre República de Ecuador y República de Honduras, lun-dom 24h, sólo efectivo.