Si retrocediéramos algunas décadas en el tiempo, encontraríamos en El Mirador un refugio exclusivamente varonil donde políticos y celebridades se daban cita para comer y beber bien. Hoy la escena no es tan distinta, la única variante es que las mujeres ya pueden entrar libremente. Bueno, a excepción de la cantina, donde cualquier fémina que ose pasar será recibida entre chiflidos y aplausos para que regrese al restaurante.
El Mirador es de esos lugares que se visita por el ambiente. Desde que abrió sus puertas en 1904 no ha dejado de recibir comensales tan variados como su carta. Es común encontrarse con uno que otro empresario, funcionario público o actor, como Silvia Pinal –quien gusta darse una vuelta los sábados– o Diego Luna, que se deja ver con frecuencia. Cuenta la leyenda que un par de expresidentes pusieron un pie dentro, para ser exactos, Ernesto Zedillo y Salinas de Gortari, aunque este último sí era cliente asiduo.
Además de su longevidad, la comida es uno de sus grandes atractivos. Dos de sus especialidades gozan de la misma popularidad que cualquier famoso que se haya sentado en sus mesas. Una de ellas es el Tribilín, hecho con camarones, punta de filete de res, pescado en cubos, marinado con olivo, maggi, inglesa, limón, cebolla y chiles asados, –sí, nosotros también salivamos–; otra es la milanesa manchega: una sábana de filete de res empanizada con jamón de pierna, queso manchego y puré de papa. Tan grande que satisface cualquier apetito.
Los meseros tienen memoria prodigiosa, pues cada cliente que llega es atendido como si los conocieran de toda la vida, y no es ninguna coincidencia: varios llevan por lo menos un lustro sirviendo.
Aunque hay un mesero que lleva tres décadas presenciando historias: su nombre es Juan Carlos Castillón y tiene un increíble álbum de fotos que atestigua fielmente cada una de las celebridades que han visitado el restaurante. Si quieres hojearlo, sólo pregúntale, él estará encantado de presumirlo.
Si crees que el nombre del restaurante tiene que ver con la oportunidad de observar una postal memorable, lamentamos decirte que no es así, o por lo menos ahorita ya no: en sus inicios el restaurante tenía una buena vista del Castillo de Chapultepec, pero con tanta obra dentro del bosque, sólo se alcanzan a percibir algunos árboles.