Cinco platillos para sentir el orgullo mexicano
El amor por la comida mexicana va más allá de la nacionalidad y estos son cinco opciones que nos llenan de orgullo y de paso el estómago.
Por: Diana Féito
El amor por la comida mexicana va más allá de la nacionalidad. Y es que con tanta variedad de ingredientes y preparaciones no podía ser de otra forma. Escogimos cinco platillos de nuestra gastronomía que nos llenan de orgullo y de paso el estómago.
Pozole
¿Dónde? La pozolería de Moctezuma.
Este lugar es tan famoso que ni siquiera tiene letrero. Aquí lo único que importa es ese humeante plato de pozole. En especial el estilo Guerrero: lleva pipián y lo puedes acompañar con sardina y mezcal (mmm mezcal). Pero como de lo bueno poco, sólo lo encuentras los martes, jueves y sábados.
Chile en nogada
¿Dónde? Nicos
Uno de los templos del chile en nogada, estrella innegable de la comida mexicana, sin duda es Nicos. Fanáticos de todas partes de la ciudad se dan cita en este restaurante de Clavería para disfrutar el tradicional plato bañado en una adictiva nogada y granada roja. Hay que decir que no es de los más baratos, pero sí de los más ricos.
Tlayudas
¿Dónde? Las Tlayudas
De entrada, muchos de sus ingredientes provienen del estado de Oaxaca. En segundo lugar, el espacio no tiene más adorno del necesario y así es su cocina: simple y deliciosa, como mucha de la comida mexicana. Por cierto, el precio es imbatible. Las Tlayudas es de esos lugares que no podemos dejar de ir, a pesar de que su servicio brille por su ausencia.
Barbacoa
¿Dónde? Los Tres Reyes
Además de tener una barbacoa maravillosa, este lugar siempre está lleno por su ambiente. Mientras te echas un taco de espaldilla o pancita (y una buena michelada), puedes escuchar las canciones mexicanas clásicas que acompañan la fiesta. Es el lugar perfecto para curar resacas, pero corres el peligro de conectarla.
Mole
¿Dónde? Pujol
Si quieres probar un mole verdaderamente especial, como el mejor de la comida mexicana, hay que estar dispuesto a gastar. El de Pujol combina una salsa de mole madre (con más de 1,000 días de edad) y uno nuevo. Para saborearlo no necesitas más que un pedazo de tortilla recién hecha.