Las hamburguesas Mr. Kelly’s, clásicas de la Condesa, cerraron sus puertas de manera definitiva este domingo 24 de noviembre de 2024. La afluencia de comensales chilangxs fue mucha desde que anunciaron su despedida definitiva, el 15 de octubre.
Durante su adiós, en Mr. Kelly’s se propusieron servir hasta al últimx cliente, algo que no decepcionó a pesar del tiempo de espera. Por lo regular, estas hamburguesas clásicas de CDMX cerraban a las 21:00 horas. Sin embargo, debido al interés de la gente las filas fueron muy largas durante sus últimos días, en los que estuvieron al pie del cañón.
Una última visita a Mr. Kelly’s en CDMX
Aunque no tenía a Mr. Kelly’s tatuado mi corazón, pero sí en algunos recuerdos, decidí lanzarme el día del cierre para despedirme de un lugar que hizo historia en CDMX. Por supuesto, también quería ver la reacción de la gente y un pretexto para cenar gordo. Llegué casi a las 19:30 horas y la fila ya era larga. Al principio de esta cantaba un grupo de mariachis para despedir al icónico local de la Condesa. Los escuché de lejos porque tenía que formarme.
Primero avancé muy lentamente. Casi una hora después, alguien del equipo de Mr. Kelly’s se acercó para decirnos a quienes estábamos en la fila que la freidora había dado de sí. El resultado: Si queríamos un paquete tendríamos que cambiar las papas fritas por una segunda hamburguesa, algo que para nada me molestó, pero sí sacó de onda a algunas personas.
Esto significaba que tampoco habría tiras de pollo ni de pescado. Además, las malteadas se habían terminado para siempre. Mi espera se hizo amena conversando con la mujer que estaba adelante de mí, quien iba con su familia y me compartió su perspectiva del cierre.
“¿Pues qué regalan?”, decían algunxs transeúntes en una auténtica duda cuando nos veían ahí paradxs.
Poco después llegó una nueva carga de panes y refrescos, mientras que se empezó a rumorar que habían reparado la freidora. Para la hora oficial del cierre de Mr. Kelly’s, a las 21:00 horas, ya no había mariachis. La fila no disminuía a pesar de que ya avanzábamos de manera más fluida.
La misma portavoz de Mr. Kelly’s ―probablemente socia del lugar― salió a hacer conteos de cuántas hamburguesas compraría cada persona, para asegurar que la carne fuera suficiente para satisfacer nuestra hambre de nostalgia. En un segundo recorrido nos regaló botellas pequeñas de agua para hacer la espera menos sufrida. Aunque este acto no era necesario, todxs nos mostramos agradecidxs. Sin embargo, no tomé nada porque no sabía a qué hora podría ir al baño.
Por fin estaba a la altura del local y me congelaba a través del fragmento de tobillo que se me asomaba entre el pantalón y los calcetines ―cortos, porque xennial―. Ya llevaba parada en Insurgentes más o menos el mismo tiempo que había escuchado a Anderson .Paak la noche anterior. ¿Si hubiera ido al Flow Fest tendría menos frío por el baile y la cantidad de personas a mi alrededor? Ya daba igual, había emprendido una misión y tenía que terminarla.
Entré a Mr. Kelly’s y me tocó ver a abuelas que le tomaban video a sus hijas y nietas haciendo la última compra; a parejas tomarse una romántica foto al llegar al mostrador; y hasta a una adolescente romper en llanto porque las hamburguesas de la Condesa le recordaban momentos felices junto a su abuela.
Mi turno fue por ahí de las 22:00 horas, dos horas y media después de que me formé. Ya no había muchas opciones del menú, ni siquiera los hard shell tacos que inspiraron a Los Bernardino’s. Así es, en ese local supuestamente gentrificador, cuyos dueños son mexicanos y no han vivido en Estados Unidos, se inspiraron en los tacos de picadillo de Mr. Kelly’s porque eran de las pocas opciones en CDMX. O al menos eso me dijo Moisés, encargado de la sucursal, hace unos meses.
Pedí un paquete clásico (que solía costar $165, pero con promoción estaba en $130) y uno con tocino, ambos con papas porque sí era cierto que ya servía la freidora. Todo fue para llevar, aunque sí había mesas libres, pero mis niveles de energía eran bajísimos y quería llegar a cenar y compartir en casa, como muchxs lo hicieron años en Mr. Kelly’s.
Bastó un parpadeo frente al frasco abarrotado de propinas para que mi orden estuviera lista y así llegó mi última salida de ese lugar, al que una buena cantidad de personas todavía esperaba por entrar. Una de las Instagram Stories recompartidas por Mr. Kelly’s señala que estuvieron abiertos, al menos, hasta pasada la medianoche del lunes.
¿Por qué cerró Mr. Kelly’s en la Condesa?
El 15 de octubre de 2024, a través de las redes sociales de Mr. Kelly’s se dio a conocer su cierre definitivo, tras más de 50 años. “Ha sido un honor celebrar con ustedes primeras citas, aniversarios, cumpleaños, graduaciones y muchos otros momentos inolvidables”, se señaló en el comunicado. Tal vez yo no pasé esos festejos tan relevantes ahí, pero sí una cita improvisada al salir del cine. Todavía recuerdo el reflejo de nuestras caritas en el espejo, mucho más jóvenes aunque ya éramos adultxs. ¿Sería 2009?
“Hoy cerramos este capítulo y queremos expresar nuestra profunda gratitud por su confianza y preferencia, así como por acompañarnos en esta maravillosa aventura. Siempre nos unirá el recuerdo de una deliciosa Mr. Kelly’s”, es como concluye el comunicado que dice adiós a estas hamburguesas de CDMX. Es el momento en el que dejamos atrás más que un sabor: cerramos el capítulo de cuando nuestra compañía en la mesa y nuestros sueños eran probablementente otros.
Hasta ahora no se ha dado a conocer el motivo del cierre de Mr. Kelly’s, que en sus últimos días vendieron gorras, tote bags y hasta regalaron calendarios.
La sucursal de Insurgentes, en la Condesa, era la única sobreviviente además de las que llegaron a tener en Universidad y Tecamachalco. Eso fue en una época en la que la mayoría de nosotrxs no habíamos nacido. Mr. Kelly’s abrió el 27 de diciembre de 1972, cuando mi mamá era menor de edad y ni siquiera había llegado al entonces Distrito Federal. Cerró el 24-25 de noviembre de 2024, cuando su hija chilanga ya tenía cuarenta y algo.