Tenemos suerte de contar con 2 muy buenos restaurantes de comida hindú en el DF: Kohinoor (Guillermo González Camarena 999, Santa Fe, 5292 1292) y Tandoor (Gutenberg 232, Anzures, 5203 0455). Me encanta esta cocina, especialmente en días fríos y más aún cuando tengo cruda: en tales momentos la comida hindú con una chela cae excepcionalmente bien.
Ambos lugares tienen una decoración prolija y tradicional hindú/asiática. En Kohinoor hay a la vista un horno tipo tandoor (característico del norte de la India) en el que cuecen el pan naan (esponjoso) y el pollo al tandoor (marinado en yogurt y especias). Este lugar es más bien refinado, caro y con una amplia variedad de platillos. Tienen, por ejemplo, trece variedades de pan entre las que a mi gusto destacan el paneer de queso o cebolla y el naan común (es una delicia remojarlos en las salsas de los curries). Por otro lado, a Tandoor —que tiene platillos típicos pakistaníes— no iría por el ambiente (a veces un poco vacío) o la decoración, pero sí por la comida. En ambos casos, lo mejor es ir en grupo y pedir varios platos para compartir. Dos consejos más: antes de ordenar pregunta al mesero cuál es la base de la salsa de cada plato para no pedir varios de gustos similares, y considera que cuando son muy cremosos y tomatosos opacan el aroma de las especias hindúes.
Lo que más recomiendo del Kohinoor es el pollo makani (al tandoor con salsa cremosa de tomate), el pollo al tandoor y el roganjosh de cordero que se derretirá en tu boca. Del Tandoor mis favoritos son el palak panner (espinacas con queso y crema), el balti gosh (carnero en salsa pakistaní) y el mutton qorma con almendras. La clave, en cualquier caso, es pedir un maridaje de sabores entre lo suave y lo picante y acompañar esta comida con cerveza o un lassi de mango (bebida de yogurt): ambos ayudan al paladar tras el ardor de algunas especias, sin interferir con su gusto.