Siempre hay uno a la vuelta de la esquina y siempre hay mañanas de suficiente hambre y desesperación como para comerse su creación maestra: los tecolotes.
Son una abusiva combinación de bolillo con frijoles y chilaquiles (verdes o rojos, tú decide) y queso gratinado encima. Una bomba calórica como para aguantar cualquier clase densa… hasta de filosofía. El café de aquí, no te lo recomendamos; mejor complementa con un juguito de zanahoria con naranja.
Búscalos en tu Sanbons más cercano.