Es uno de los restaurantes con más tradición de la ciudad de México y probablemente con más anécdotas que cualquier otro lugar. Por ejemplo, se cuenta que aquí Agustín Lara escribía en servilletas sus composiciones mientras tomaba café; que el fantasma de la monja María Blasa del Sacramento, asesinada por un loco perdidamente enamorado de ella mientras cuidaba a los enfermos del Hospital del Divino Salvador -ubicado a espaldas del convento de clarisas ahora Tacuba 28-, aún ronda los pasillos del café y la filmación de la película Los Hijos de Sánchez protagonizada por Anthony Queen.
Pero no todo se queda en estos sucesos pues en cuanto a comida también hay mucho que decir. El Café de Tacuba es uno de los espacios que más se ha enfocado en rescatar la cocina de aquel México colonial que ya no se recuerda.
Para el desayuno son imperdibles las enchiladas especiales Tacuba gratinadas con queso parmesano y bañadas con salsa de espinaca. A la hora de la comida, su receta de mole poblano se convierte en un banquete comfort food al igual que sus pipianes, adobos y moles de olla.
En la nochecita, lo que más se antoja es un chocolate caliente y espumoso con alguna pieza de pan dulce que tienen a montón: conchas blancas y de chocolate, roscas de canela y de manteca, empanadas de nuez, alambres, chilindrinas, volcanes, magdalenas, panqué de pasa y pastel de chocolate por mencionar algunos. Además, tienen tamales de dulce, de chile y de manteca que, como la tradición ordena, se acompañan con atole champurrado.
Finalmente cabe mencionar la decoración del lugar, la cual es típica mexicana con diferentes pinturas clásicas a lo largo de sus instalaciones. Se observa el mural del chocolate que muestra tres etapas de esta bebida (prehispánico, novo hispano, y la transformación que le dieron los europeos), el retrato de Sor Juana Inés de la Cruz y del minero taxqueño José de la Borda y el de una Virgen del Rosario pintada por José Rodriguez Carnero.