A la sombra de varios puentes de la ciudad se esconden delicias garnacheras que fascinan a quien las pruebe. No por estar ocultas significa que se estén escondiendo, al contrario, son un secreto a voces muy cercano al corazón de los defeños. Aquí algunos ejemplos.
El Huequito
Estos muchachos son famosos por una sola cosa: tienen uno de los mejores pastores de la ciudad. Su receta de “pastor blanco sin marinar” es una de las favoritas para los chilangos y si quieres encontrarlos es muy fácil: han instalado una sucursal debajo del Circuito Interior, esquina con Juan Escutia, cerquita de la Condesa y de la entrada a Constituyentes. Estos muchachos no tienen ningún problema de papeleo, están bien puestos y derechos. No te vayas sin probar el bistec con queso y tocino, es memorable.
El Chupacabras
Clásico de clásico, amado por muchos, odiado por otros. Estos muchachos han crecido en grande y de ser un puestito chico con apenas algunas especialidades hoy rigen la esquina de Río Churubusco y Avenida Coyoacán con poder absoluto. Yo no sé si lo mejor es su suadero o la longaniza, o si tanto fanático se deba a sus acompañantes de lujo (las rajitas y las papas preparadas. Eso sí, el obligado es un buen campechano con su respectiva salsita roja. Estos son los reyes de los ambulantes.
Las costras de Duraznos
¿Qué pasó, mirrey? Para venir acá tienes que estar de acuerdo con la cultura mirreinal o de perdida ser uno de ellos. Debajo de este puente, ubicado a un costado de la antigua plaza Duraznos (donde está el Superama), se han postrado desde hace ya varios años unos cuates famosos por sus costras. Acá hay puro pastor mezclado con queso bien frito, una delicia de garnacha (bueno, también hay bistec pero está mejor el pastor). El precio no es tan accesible, pero valen la pena, además saliendo de uno de los antros de la zona no hay mejor opción que estos taquitos muy bien servidos. De la hielera sírvete un buen boing o una coca y dale rienda suelta al apetito.