El callo de hacha es uno de esos ingredientes que hoy, prácticamente todo restaurante de mantel largo incluye en su carta. Aunque hay muchas y variadas ejecuciones, la de Bakéa destaca por dos aspectos: la impresionante calidad de la materia prima y la perfección en la cocción que plato tras plato se repite consistentemente. El rico sellado doradito de las orillas contrasta con el centro apenas tocado por el calor. Una rica experiencia, resultado del trabajo intenso de su chef, Vicente Etchegaray.
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