El cerdo debería ser un animal místico, nos puede llevar al cielo con su sabor y al infierno por comer tanta grasa. Su carne es noble para cocinar e increiblemente versátil. Probablemente lo único que no se come son los huesos más duros, porque de la trompa a la colita, todo es un manjar.
Primero se marina en hiervas y especias, luego se le da una cocción lenta y a baja temperatura al vació, se remata con un chapuzón en freidora con aceite de oliva para tener una costra crocante. Por dentro es jugoso y suave, todo el sabor de un cerdo patanegra criado en Valle de Bravo.
Tocinómetro: Por su sabor, cocción y por ser producto nacional el tocinómetro chilango otorga 5 manita.
Dónde probarlo: Puerta de Castilla
Más para el antojo: