Las calles suenan a fritura y huelen a piloncillo, “winter is coming” dirían los Stark. Los culpables: los crujientes y dulces buñuelos. Este postre llegó con los españoles y es uno de los antojos típicos para combatir las bajas temperaturas. No sabemos si es el crujir en la boca o el bigote de azúcar, pero los amamos y aquí hay cinco lugares para comerlos y comprarlos.
La Vasconia
Se cree que es una de las panaderías más antiguas de la ciudad, pues abrió sus puertas hace 147 años —1870—. Tienen pan para todos los gustos y entre su cartera producen dos tipos de buñuelos: uno azucarado y otro con piloncillo. Son individuales, así que te recomendamos llevarte por lo menos un par.
Dulcería de Celaya
Quien no ha visitado esta dulcería en el centro, es como si no hubiera ido. Tiene más de 100 años de vida y es una biblioteca de postres mexicanos. En sus vitrinas encuentras aleluyas, jamoncillos, mazapanes, rollos de guayaba, y no podían faltar los buñuelos bañados con miel de piloncillo.
Dulces Besos
Todos los postreros se alegraron cuando Paulina Abascal abrió la primera de sus boutiques. Entre pasteles, chocolates y galletas puedes perderte, pero sus buñuelos tienen un lugar muy especial. Sólo los venden por docena y para probarlos hay que hacer un pedido por lo menos una semana antes, así de buenos están.
La Bella Lula
Cuenta la leyenda —o más bien el zapoteco—, que Lula significa Oaxaca y en este bello rincón oaxaqueño puede saborear tlayudas, pasando por una variedad de moles, tamales y por supuesto buñuelos. La preparación del postre es la típica, es decir van fritos y se sirven con miel de piloncillo para que le pongas la cantidad que quieras.
El Morral
Si traes antojo de un buñuelo de dimensiones épicas, tienes que ir a El Morral. El lugar es amplio, sencillo y lleva 26 años ofreciendo apapachos culinarios a través de platillos mexicanos. Sirve que saliendo te vas a dar la vuelta a la plaza.