Te despertaste con toda la pila y con todo el antojo de beberte una cuba (ok, muchas). Desde las 7 de la mañana estuviste mentalizándote para ser el más productivo en el trabajo y poder huir como los grandes. Al llegar la hora de salida, nadie te ve el polvo: te teletransportas a una mesa llena con hielitos, vasos y cantidades industriales de alcohol. Y luego lo predecible: con todos tus amigos igual de fundidos que tú, al punto de que ni un intérprete lograría ayudarlos a entender qué está pasando –porque ya todos hablan en una lengua muerta–, la fiesta sigue su curso… y tú ni te enteras.
Aquí te revelamos qué es lo que pasa cuando ya no entiendes nada a tu alrededor.
¿Qué perdiste, guey?
Estás en el punto más engentado de la noche y ya se te metió todo el humo de cigarro al ojo. Estás hecho bolas. No entiendes en dónde quedó tu trago, tu amigo, tu novia, ni tu cartera. Entre que saludas personas y dejas conversaciones a medias es inevitable perder no sólo el estilo sino también la memoria. Este punto de la fiesta, por lo regular, implica la pérdida de cosas materiales que después finges que te robaron. Lo más importante: amárrate las llaves del auto y el celular al cuerpo. ¿A poco no es horrible cuando te das cuenta de lo que pasó y tu cabeza se dice en secreto: “madres, ya perdí todo. Ya me quiero ir”?
¿Cómo que comí eso?
La laguna mental a veces conlleva desplazamientos de locación que tú ni idea. Clásico que –según tú– acabas de llegar y, de la nada, ya tienes siete tacos frente a ti y un Boing de mango. Juegas con la comida y te entran ataques de risa interminables… Aprovecha para cenar rico y vete a dormir, detente ahí: ya no te vas a acordar de nada más.
¿Quién hizo qué?
Es padrísimo cuando vas a festejos familiares que pensabas que iban a estar de flojera total y terminas poniéndote un tapón de aquellos con el tío Chucho que no veías desde hace años. Invariablemente vas a terminar bailando con tu sobrinita cumpleañera y te vas a querer madrear a sus amigos por gañanes. Cuando menos te lo esperas, tú y el tío Chucho están ahogados en los separos; según él, te iba a hacer el paro. Mejor dile que preste para el amparo.
¿Cuándo nos conocimos?
Estabas súper pendiente del amigo/a al que su galán/a acaba de cortar, le prometiste ser su compa inseparable de la noche y darle la diversión de su vida. Lamentablemente, se te fue la onda con el nivel de malviaje que manejaba y se te desapareció justo cuando estabas en pleno recorrido a la barra. Lo peor: estás segurísimo de tener súper ubicado a tu cuate y cuando vas a picarle el brazo para llevarle más chupe, termina siendo alguien más.
Alguien, ¡explíquemeee!
¿Qué tal ese momento en que llega el punto en el que te pones de misterioso e intentas entender la personalidad de todos tus amigos? Comienzas con tu monólogo interno: ¿qué tal si este es gay?, ¿este dude querrá conmigo?, ¿será que ese par ya no son los mejores amigos? Este es un punto un poco peligroso: te van a tachar de malacopa. No te preocupes, siempre encontrarás a alguien que estará en modo explicador. Aprovéchate y haz encuestas, quinielas y pregunta todo lo que querías saber y nunca te atreviste a cuestionar; sólo acuérdate de correr como ratero al final: vas a armar tal nivel de chisme que te van a querer romper la nariz cuando vean que lo tuyo es la intriga.