"Un brindis cuatacho"
Dos capas de ventanales protegen el "fuerte cantinero" para evitar que
el ruido del tráfico penetre en el lugar. Decoraciones artesanales caen
del techo y a las paredes las engalanan diseños como la imagen
hipnotizante de "La Doña" y una frase célebre de la borrachera: la
última y nos quedamos. Y es que se disfrutan al tope con una parrillada
de arrachera, chistorra, chorizo y brochetas al centro. Para el choque
de tarros y el brindis febril, las chelas rolan entre los $35 y el copeo
tequilero por ahí de los $80. Tiene tintes de cantina provinciana y la
música ranchera en vivo va ad hoc.