06:15- No me puedo levantar
¡Chin! De nuevo me levanto tarde. ¿Me dará tiempo de bañarme? Probablemente no, lo que sigue es fondearme una botellita de agua para dar comienzo a la resurrección. Nunca presencié el miercolitros con tanto afán como en estas últimas dos semanas, y con eso de recorrer el juevebes un día mi sentencia es este cansancio crónico (hipérbole de la extrema fatiga que parecería no desaparer nunca). Apago el despertador con un poco de temor, se que el riesgo de pasarme de los últimos cinco minutitos puede traerme consecuencias reprobables. Dicho y hecho, 6:35 y la taquicardia amenaza con un probable paro respiratorio. “Un retardo más y estas reprobada”. Las palabras de Francisco se repiten una y otra vez en mi cabeza. ¡Y qué dolor de cabeza! Me pongo la ropa en un dos por tres para salir de prisa con una manzana en la mano, segura de que olvidé algo importante,….. No, no, no, eso de tomar vino tinto la noche antes de mi última clase rompió con el momento romántico: si ayer mi date me parecía atractivo, hoy lo recuerdo con odio por haberme manipulado; a fuerza quería que me tomara la botella de Ketel 1 con él (y yo bien dejadota ¿verdad?). Ya estoy en el auto (hecha una piltrafa, pero con gafa) al volante a toda velocidad, el velocímetro alcanza120 km/hr y ruego no caer en un bache o adiós llanta por cuarta vez. Un taxista se queda corto junto a mi “cafresidad” y con punsadas constantes en la sien anhelo una coca cola helada con dos cafi aspirinas (desayuno de campeones).
11:16-¿Qué pasó ayer?
Estoy sudando frío. El efecto de las pastillas ya pasó y ansío con desesperación algo de comer y una chela bien fría. La cabeza me da vueltas, el estómago lo siento sensible y con toda seguridad pienso: “no vuelvo a chupar”. Ha llegado mi peor pesadilla. Las lagunas mentales comienzan a clarificarse para volverse en aguas cristalinas y transparentes. Empiezo a recapitular, a hilar los cabos, claro con un poco de dificultad. Recuerdo que la fiesta se puso rebuena por mi buenísima copa. Armé una competencia de “quien se echa las mejores boas” y yo salí triunfante. Siguiente escena: yo abrazando el escusado tratando de sacar todo ese veneno que goce tanto al principio. Ah pero ahí no paró la fiesta. Al salir todos aplaudieron por derrotar a todos en las competencias de shots. Para darles gusto y celebrar su alabanza me aventé uno que otro pasito coqueto en la barra mientras que brindaba con otros shots a la salud de mi tan querido público. Basta, debo bloquearlo, hoy es otro día, lo que pasó pasó. Evito retirarme las gafas y noto las miradas burlescas de mis compañeros. La cruda personificada la representa mi rostro: Ojeras, rimel corrido, pelo despeinado y los mismos trapito de anoche, obvias pistas que inculpan mi bebedera febril. Creo que ha llegado el momento para echar unos taquitos levanta muertos antes de lanzarme a la chamba. Los más cercano son los del Cabezón Taurino. Ya me estoy saboreando la sopita con los tacos de combinado de asado de res con bistec y cebolla con mucha salsa.
16:27- Café porfavor
Me topo con mi colega del trabajo en el cafecito de la oficina. Pido un americano como ayuda para mantener los párpados bien abiertos. El tema de conversación: mi loca noche de reven. Me siento mal, pero por lo menos lo hago reír con mis anécdotas de borrachera. Algo me hace brincar, efecto pájaro-piedra, malditos reflejos, maldito pulso, bendito cafecito negro.
Colega: Ey que te parece que nos paremos en una cantina para nivelar esa cruda que te cargas. ¿Qué tal suena una Pacífico bien fría?
20:13- Back in the game
Solo es un poco de agruras, nada que no se pueda curar con una chela en La Coyoacana. Me muestro fácil de convencer, pues se une más banda para empezar la degustación mezcalera. ¿Reconexión? Pues ya que, como negarse a esta fantástica bebida artesanal. La cerveza me curo, los cuates me animaron y el mezcal me revivió. Empieza la segunda noche de fiesta.