El Bulldog Café fue de esos lugares en la ciudad que marcó a una generación que ahora anda en los 30. Todos los fines quedábamos con los cuates para ir a escuchar a Los Amigos Invisibles y seguro que siempre encontrábamos a un conocido en la barra. No importa en qué zona vivíamos, era EL antro. Y como te contamos hace poco, este fin de semana cerrará sus puertas —por lo menos en su famosa ubicación—, así que como buenos forever, nos lanzamos a despedirlo.
Tristemente, ya no queda rastro de lo que alguna vez fue el el Bulldog Café. Nos tocó escuchar reguetón y tuvimos que pagar el majadero cover de $600… Pero llevamos al verdadero Bull en el corazón y por eso quisimos recordar esos momentos que vivimos en sus buenos años y que nunca olvidaremos:
1. Era el único antro en México donde solo tenías que formarte para entrar. No había “Chepe” que no te dejara pasar; aunque las filas podían llegar hasta la Comer. De todas maneras las hacíamos.
2. Igual te podías encontrar con algún artistilla, tu amigo fresa de la escuela o al que se vestía con playeras negras de bandas de metal o rock.
3. De su barra salían tragos como Marea roja, Winnie Pooh, Singapur o el Bull.
4. Cuando prohibieron la barra libre en la ciudad, llegaron los boletitos. Los cuales le pasabas al bartender con un billete para que esos horrendos vasos de plástico no dejaran de desfilar. Lo mejor que te podía pasar un viernes era encontrarte un boletito del Bulldog Café que no usaste el fin de semana pasado.
5. Lo que nos recuerda que si eras “brother” del tender, te sentías privilegiado.
6. Especialmente si te dejaban pasar y sentarte en la barra de atrás.
7. Los jochos de afuera, que en realidad nunca supiste qué traían, pues te los echabas en condiciones que no queremos recordar… ¡y sabían a gloria!
8. Las bandas que viste en su escenario, como Café Tacvba, Fobia, Molotov o Los Amigos Invisibles que se volvieron famosos en sus cuatro paredes.
9. Los tributos a todo: Guns, Metallica, Led Zepellin y, por supuesto, Soda Stereo.
10. El pasaje subterráneo que te ahorraba los 20 minutos que podías hacer para llegar al otro lado del Bull.
11. El estacionamiento de la Comer 24 horas donde siempre dejabas tu coche y nunca tenías que preocuparte por él. De hecho, los viene-viene hicieron buen negocio con los autos del Bulldog Café. No había alcoholímetros ni Uber —ahhh, aquellos tiempos—.
12. Cuando aplicabas el “Coyote Ugly” en la barra.
13. La zona VIP que pagaban tus amigos pudientes, desde donde podías ver a las bandas sin que nadie te molestara.
14. No existía un código de vestimenta, podías ir como quisieras.
15. Y no importaba la edad que tuvieras, todos eran bienvenidos al Bulldog Café.
Este fin de semana es el último que el Bulldog Café estará abierto. Así que ve rascándole a lo útlimo de la quincena para caerle.
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