Quizá sin saber de medicina podríamos advertir un diagnóstico de deshidratación en una persona con solo mirarla y comprobar que se le han hundido los ojos por la falta de líquidos en su sistema. Así también se observa el hundimiento de la Ciudad de México como consecuencia de la extracción desmedida de las aguas subterráneas.
Esta consecuencia de extraer agua que no regresa al medio ambiente es el hundimiento de la Ciudad de México, según indica el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred). “El Ángel de la Independencia y todo ese talud de pasto que tiene a los lados es lo que se ha hundido la ciudad de 1910 a la fecha”, asegura Rosales.
De acuerdo con el Boletín de la Sociedad Geológica Mexicana, el hundimiento de la ciudad varía entre seis y 30 centímetros al año. Esto sucede porque cuando el agua se extrae, se reduce el volumen de la mezcla de arcillas y otros materiales que están en el suelo; este fenómeno se produce a lo largo de mucho tiempo, por lo que solo se puede observar cuando ya han pasado varios años.
Mal diagnóstico, receta equivocada
Desde hace varios años, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha reconocido que el hundimiento que presenta la Ciudad de México se debe a la sobreexplotación del acuífero y, para impedirlo, a principios de los años 50 se llevó a cabo el Sistema Lerma que “llegó a aportar en los años 70 hasta 13,700 litros por segundo de agua potable a la ZMVM”, se lee en un informe de la Comisión.
“El sistema Lerma son pozos en la zona del Alto Lerma y los bombeamos por un túnel”, explica Rosales. Sin embargo, la sobreexplotación del agua en la zona llevó a las autoridades a estudiar la viabilidad de explotación de otras cuencas: Cutzamala, Libres-Oriental, Tula-Taxhimay, Alto y Bajo de Tecolutla y Alto Amacuzac.
Finalmente se decidió por la de Cutzamala y el aprovechamiento de varias presas. “El Sistema Cutzamala es el sistema de presas, bombas, plantas de tratamiento de purificación del agua, túneles, un acuífero y un sistema de distribución que cae a la Ciudad de México”, describe Rosales. Hoy el caudal del Sistema Cutzamala se ha reducido en 800 litros por segundo, según indica un informe del gobierno mexicano.
A lo largo de casi cuatro décadas, las cuencas que nutren el Sistema Cutzamala han sido forzadas a abastecer una parte importante de la población de la ZMVM que cada día crece más. “Más o menos de un 30% a 40% del agua que se distribuye en la Ciudad de México proviene de esos sistemas que vienen de otras cuencas, pero el hecho de que estos sistemas puedan abastecer agua depende de que llueva en esas otras cuencas”, advierte Jorge Ortiz.
Además, el Sistema Cutzamala requiere grandes cantidades de energía para bombear el agua de zonas tan alejadas de la Ciudad. “El Sistema Cutzamala consume una energía similar a la que consume Puebla y estamos trayendo agua de muy buena calidad”, asegura. Los datos del Boletín antes mencionado indican que ese consumo es de 1,787 millones de kilowatts.
Pero estos esfuerzos, dice, se desperdician en tareas que no requieren agua de alta calidad, tales como el riego de jardines y campos de golf, descargas del inodoro, lavado de autos, entre otras.
Por si fuera poco, las y los especialistas en gestión hídrica saben que hay cerca de 1,500 tomas clandestinas, y que buena parte del agua potable se desperdicia por falta de mantenimiento a las tuberías viejas que provocan fugas. “Todos sabemos que 40% del agua que se distribuye se pierde en fugas”, asegura Jorge Ortiz.
Lee el reportaje completo aquí: Escasez de agua en la CDMX: salud urbana en riesgo
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